Te odio

Layan se quedó tan congelado que ni siquiera podía respirar.

Lágrimas.

Era en lo único que podía concentrarse. Y estas bajaban por el hermoso rostro de aquella loba que lo hacía perder la paciencia. Acercó, sin dudar, sus dedos hacia su mejilla para recoger algunas de ellas pero ella alejó su rostro de su tacto y logró soltar su brazo herido de la mano del alfa que la mantenía sujeta y lo llevó hacia ella.

-Te odio-

Fueron las palabras que salieron de los labios, todo mordidos de Priscila. Resistiendo el dolor no se había permitido soltar un sonido que la rebajara. Pero las traicioneras lágrimas le habrán jugado una mala pasada y ahora ba

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