Cambio radical

-¿Se puede saber qué estabas haciendo?- la voz de Layan, como esperó Priscila retumbó en la habitación y se cubrió sus sensibles oídos. Después escuchó un gruñido y seguido un chasquido de su lengua.

Ella volvió a alzar la cabeza con duda. ¿No le iba a decir más nada? Normalmente Layan era de aquellos que solía dar cantaletas largas pero lo que vio hizo que sus brazos cayeran a los lados de su cuerpo. Los ojos azules de él estaban fijo en su rostro, y la miraban con  ¿qué? No podía definirlos pero ahora eran menos turbios que antes.

Pestañeó confundida.

-Solo me resbalé- y fue lo único que pudo responder en voz baja.

El lobo

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