—¿A dónde vamos, papi? —preguntó el pequeño de ojos tormenta.
Rondaba los seis años, quizá, pero tenía una mirada muy juiciosa para su edad. Además de todo, era respetuoso y un niño muy tranquilo: el orgullo de su padre. Era el primer hijo de la Bratva y prometía ser un gran líder.
—A conocer a la hija del jefe. Ha nacido hoy. —El señor Dobrovolski acarició el pelo de un inocente Taras y acomodó su diminuta corbata.
—¿Es un bebé? —Hizo una mueca de desagrado.
—Así es, Taras. Una preciosa niña que podría ser tu esposa en un futuro.
—Puaj. ¡No me voy a casar con un bebé, padre!
El señor solo rio y caminó hasta la salida de sus aposentos con su hijo siguiéndole los pasos sin dudar. Taras no podía parar de pensar
Mi padre cometió un error muy grande, demasiado, diría yo, pero tengo que reconocer que él me enseñó todo lo que sé, pese a que decía que no era digna de heredar el ser nombrada jefa de la mafia rusa, que era mujer y que las mujeres de la bratva eran para ser mostradas como trofeos ante los demás socios.Él lamentaba que no hubiese sido varón y cuando intentó embarazar a mi madre de nuevo, nunca sucedió. Mamá no podía embarazarse más. ¡Ese viejo de mierda! Juré que me las pagaría algún día, todas y cada una de sus ofensas que me hizo. Era
Años antes—Es irónico, ¿no? La mayoría de los hombres, por no decir todos, odian ir de compras con sus chicas. A ti, por el contrario, te gusta —digo sin despegar la vista del paseo de tiendas por el que conducimos.—No me gusta, es mi obligación por ser tu guardaespaldas —contesta él y sin premeditarlo, mi mano viaja a su vientre y lo golpea. Se ríe, obviamente. Mi golpe debe parecerle una caricia.Lo miro. Una sonrisa burlona adorna su pálida cara.—Eres un imbécil, Aleksei —le recrimino y él vuelve a reír. —Es broma, princesa. Sabes que me encanta pasar el tiempo contigo, así sea eligiendo ropa.
Entro a la casa lo más rápido que puedo para poner distancia entre Aleksei y yo. Mi idea es, como todos los días, pasar directo a las escaleras y subir a la única parte de la casa que no está vigilada por mi padre: mi habitación. O bueno, las habitaciones principales. Sin embargo, mi misión es completamente frustrada por el hombre que me ha dado la vida.—Lana, hija mía, que bueno que llegas. —Freno en seco ante su voz y maldigo el tener que pasar frente a la sala de estar para ir al segundo piso—. ¿No saludas, cariño?Fuerzo una falsa sonrisa antes de darme la vuelta y ser consciente de todos los pares de ojos que me observan. Mierda. ¿Acaso hoy hay reunión de la Organización?&nbs
—¡Oh! Mierda —exclamo al levantarme de un salto.Me he quedado dormida de un segundo a otro sin darme cuenta. Miro el reloj en mi mesilla de noche y suspiro aliviada cuando noto que solo he dormido media hora. Tengo sesenta minutos para preparar todo.Me paro de la cama para quitarme la ropa del colegio y buscar unos leggins de deporte. Tengo planes con Aleksei, sí, pero antes voy a entrenar como cada tarde. Acompaño la parte inferior de mi vestimenta con un top también de hacer ejercicio. Amarro mi pelo en una coleta y me pongo mis deportivas.Me acomodo en mi escritorio e inicio sesión en mi computador. Allí tengo un clon del sistema de seguridad de toda la casa. ¿Cómo lo obt
—Sí, no me gusta para nada tu mirada —vuelve a decir Aleksei antes de levantarse del piso y tenderme una mano—. Ven, vamos a ver cómo están tus movimientos.Acepto su ayuda y me paro de un salto. Nos acercamos a la lona de combate cuerpo a cuerpo y nos ponemos cada uno a un extremo. —Sabes que no hay cámaras que den a la entrada de los vestidores —comienzo a explicar mi plan mientras nos estiramos un poco. Él me mira con ojos entrecerrados—. No me mires como si estuviera loca, simplemente vamos a entrenar como cada tarde para darle un espectáculo a los espectadores de la sala de seguridad, luego fingiremos ir a las duchas por separado, nos encontramos en la de mujeres y nos divertimos un rato. Es simple y fácil, pero a mi escolta no le hace gracia debido a
Aleksei me deja en el suelo con lentitud. Su semblante está pálido, lleno de terror, y puedo asegurar que el mío está exactamente igual. —Papá —dice él, sale del cubículo y se enfrenta a su padre. Yo solo observo en silencio cómo trata de esconder con su mano una menguante erección.—¿Qué mierda creen que están haciendo? —le espeta Mijaíl mientras Aleksei frunce el ceño como si no entendiera a qué se refiere su progenitor.—¿De qué hablas?—No me quieras ver la cara de estúpido, Aleksei. Svetlana, sal de ahí. Muerdo mi labio inferior. Joder. Toda la puta noche me la pasé en vela, pues esperaba para ver a Aleksei, pero este nunca llegó a la casona. A eso de las cuatro de la mañana me quedé dormida y no supe más. Ahora tengo la duda en mí. ¿Ya llegó? ¿Podría escaparme un rato a la casa de servicio para verlo?Miro la hora en el móvil. Las nueve de la mañana. Quisiera enviarle un mensaje de texto diciéndole que quiero verlo, pero mi teléfono está intervenido por el equipo de seguridad. Sí, no tengo privacidad por esta parte.Me levanto de la cama con una misión: llegar a hablar con mi guardaespaldas y que las cosas vuelvan a fluir como hace una semana. Odio no verlo, no conversar con él, no besarlo en lasCapítulo 6
Bajo las escaleras en dirección a la terraza luego de que el rubor por los besos de Aleksei se me ha pasado. Como supuse, hay mucho jaleo en la casa debido al montaje de la fiesta para esta noche. Sigo mi camino hacia la parte trasera de la casona para salir a la zona de recreo que está ubicada en el ala izquierdo de la residencia.Al salir hay un camino de madera que conduce a un enorme gazebo, en donde hay una mesa de metal y cristal de seis sillas. Frente a ella está la piscina que nunca se usa.Me acerco todavía con una media sonrisa que me queda de los minutos anteriores, pero muere en el instante en que veo a las personas que acompañan a mis padres. Los Kórsacov no son mi familia favorita, todo lo contrario, sé que ellos buscan