—Sí, no me gusta para nada tu mirada —vuelve a decir Aleksei antes de levantarse del piso y tenderme una mano—. Ven, vamos a ver cómo están tus movimientos.
Acepto su ayuda y me paro de un salto. Nos acercamos a la lona de combate cuerpo a cuerpo y nos ponemos cada uno a un extremo. —Sabes que no hay cámaras que den a la entrada de los vestidores —comienzo a explicar mi plan mientras nos estiramos un poco. Él me mira con ojos entrecerrados—. No me mires como si estuviera loca, simplemente vamos a entrenar como cada tarde para darle un espectáculo a los espectadores de la sala de seguridad, luego fingiremos ir a las duchas por separado, nos encontramos en la de mujeres y nos divertimos un rato. Es simple y fácil, pero a mi escolta no le hace gracia debido a su expresión incrédula.
—¿Y si entra alguien?
—No me importa.
—A mí sí.
De repente suelta un puñetazo en mi dirección que apenas logro esquivar al agacharme.
—¡Hey! ¿Y eso?
—Buenos reflejos. —Lanza otro golpe y lo vuelvo a esquivar, esta vez moviéndome a un lado—. Nunca te distraigas de tu objetivo, Svetlana. —Pero si apenas estábamos calentando —replico. Otro golpe. Bloqueo su puño con mi mano y le doy una patada en el abdomen. —Joder. Buen golpe. —Sonríe Aleksei sobando la zona afectada. Yo también sonrío, pero con soberbia.
No muestro preocupación, es una lección importante. Todo lo contrario, espero un nuevo ataque que no tarda en llegar. Mi guardaespaldas se me abalanza con una m*****a navaja en la mano. Reacciono moviéndome fuera de su alcance cuando está lo bastante cerca, esto para despistarlo y luego patear su puño para que suelte el arma.
—Eso es trampa.
—Eso es juego sucio —espeta y acaricia su muñeca—. Todos lo hacen y debes tenerlo siempre presente. —Miro la rojez en la piel golpeada y muerdo mi labio, apenada—. Sí, cada día te haces más fuerte y más brusca. Debo admitir que me duele.
Trato de reír, pero no logro hacerlo porque, sin esperarlo, soy derribada por cien kilos de piel y músculos.
M****a. Se me ha salido el aire.
¡Hijo de p**a!
—Mi m*****a espalda —digo sin aliento tirada en la lona. Aleksei me ve desde arriba. Está muy sonriente el endemoniado—. ¿Me quieres matar? —lo regaño al sentarme con una mueca de dolor.
—Yo no, pero otros sí y lo habrían conseguido por tu distracción. Lo miro con odio y sin que se lo espere, y usando sus mismas técnicas de despiste, abrazo sus piernas con fuerza y lo tiro de espaldas al suelo. Su cuerpo impacta en el piso, provoca un sonido seco.
—Maldición.
—¿Qué decías de la distracción? —pregunto con una sonrisa triunfante y me pongo de pie. Joder, que me duele todo. —Eso es trampa —masculla y me cruzo de brazos con arrogancia. —Eso es juego sucio —imito su voz.
Él niega con la cabeza, así demuestra diversión. Yo me alejo hacia los vestidores. Suficiente por hoy.
No sé si Aleksei me sigue, pero yo entro al área que supuestamente es para las mujeres. Solo uso yo por obvias razones. Allí tengo varios cambios de ropa. Creo que los hombres tienen mudas en sus casilleros también; es normal que luego de pasar un rato aquí, sigan con sus labores, y como la casa de servicio está un poco retirada como para ir allá a bañarse, se les es más fácil venir aquí.
Me dirijo al fondo del pequeño salón donde están las duchas. Como estoy sola, tengo toda la confianza de sacarme la ropa, y cuando lo hago, me introduzco en uno de los cubículos. Abro la llave y al instante el agua fría golpea mi cabeza y baja por mi cuerpo arrastrando con ella el sudor.
Paso mis manos por mi cuerpo para limpiar la suciedad, tomo el jabón líquido y con un poco lavo toda mi piel. El chorro de agua aclara la poca espuma que se ha creado y toda la sensación resbalosa desaparece.
Unas manos grandes y callosas se posan en mi cintura. Un cuerpo grande y duro, especialmente duro, se pega a mi espalda. —Tardaste en venir. —Tomo sus brazos y hago que me abrace. —Se toma su tiempo luchar contigo mismo. —Aleksei comienza a dejar pequeños besos en mi cuello—. ¿De verdad es erótico ver cómo una persona se baña? Porque a mí me ha gustado verte.
Sonrío antes de darme la vuelta.
Nos observamos unos segundos uno al otro. Las manos de mi guardaespaldas acarician mi cintura y cadera.
No soy bajita, para nada. Mido un metro setenta y cinco. Sin embargo, me tengo que poner de puntillas para alcanzar los labios del hombre que tanto me gusta. Él responde al beso de inmediato. Lo hace intenso y rudo, cargado de frustración.
Mis manos viajan a su espalda y arañan la piel de allí en respuesta a las emociones que despierta Aleksei cuando me besa. Las suyas aprietan mi trasero y me hacen pegar más a él, a su cuerpo, a aquello que siempre me deja saber cuánto él me desea.
—Mmm —dejo salir un gemido cuando nos separamos por falta de aire y Aleksei muerde mi labio inferior.
Con sus fuertes brazos me levanta y me pega a una de las paredes del cubículo. Jadeo cuando su erección roza mi vagina y las ya conocidas cosquillas se propagan por toda mi piel. Mi chico mueve las caderas para crear más fricción, lo que provoca que ambos dejemos salir un gemido en conjunto.
Oh, Dios. Me encanta sentirlo duro y caliente pegado a mí. Cuando Aleksei repite la acción, una oleada de placer me recorre. Muerdo su mandíbula.
—Mierda, Svety. No sabes cuánto deseo perderme en ti en este momento —dice con la respiración algo agitada y dejando cortos besos en mi cuello.
—Hazlo —le pido—. No te detengas, no te frenes. Solo hazlo. Él levanta su mirada y me observa con ojos sorprendidos. Dejo un beso en su boca.
—No puedo, tu padre me mataría si se entera. Además, no tengo protección, no me gustaría que perdieras tu virginidad en un... Lo interrumpo:
—Es el momento perfecto —susurro sobre sus labios—. Hazlo, Aleksei. No te preocupes por nada. Solo hazme tuya, mi amor. Me besa rudo y desesperado. Le correspondo de la misma forma y me estremezco cuando siento su glande presionando mi entrada. Él empuja un poco e intenta entrar en mí con suavidad, mas no lo consigue. Separa nuestros labios y pega nuestras frentes.
—Joder. Estás muy cerrada y no quiero hacerte daño.
—No me harás daño —afirmo, mas no estoy muy segura de ello. Cuando va a hacer un segundo intento, un ruido nos hace tensar. —¡Aleksei, Svetlana!
M****a.
Aleksei me deja en el suelo con lentitud. Su semblante está pálido, lleno de terror, y puedo asegurar que el mío está exactamente igual. —Papá —dice él, sale del cubículo y se enfrenta a su padre. Yo solo observo en silencio cómo trata de esconder con su mano una menguante erección.—¿Qué mierda creen que están haciendo? —le espeta Mijaíl mientras Aleksei frunce el ceño como si no entendiera a qué se refiere su progenitor.—¿De qué hablas?—No me quieras ver la cara de estúpido, Aleksei. Svetlana, sal de ahí. Muerdo mi labio inferior. Joder. Toda la puta noche me la pasé en vela, pues esperaba para ver a Aleksei, pero este nunca llegó a la casona. A eso de las cuatro de la mañana me quedé dormida y no supe más. Ahora tengo la duda en mí. ¿Ya llegó? ¿Podría escaparme un rato a la casa de servicio para verlo?Miro la hora en el móvil. Las nueve de la mañana. Quisiera enviarle un mensaje de texto diciéndole que quiero verlo, pero mi teléfono está intervenido por el equipo de seguridad. Sí, no tengo privacidad por esta parte.Me levanto de la cama con una misión: llegar a hablar con mi guardaespaldas y que las cosas vuelvan a fluir como hace una semana. Odio no verlo, no conversar con él, no besarlo en lasCapítulo 6
Bajo las escaleras en dirección a la terraza luego de que el rubor por los besos de Aleksei se me ha pasado. Como supuse, hay mucho jaleo en la casa debido al montaje de la fiesta para esta noche. Sigo mi camino hacia la parte trasera de la casona para salir a la zona de recreo que está ubicada en el ala izquierdo de la residencia.Al salir hay un camino de madera que conduce a un enorme gazebo, en donde hay una mesa de metal y cristal de seis sillas. Frente a ella está la piscina que nunca se usa.Me acerco todavía con una media sonrisa que me queda de los minutos anteriores, pero muere en el instante en que veo a las personas que acompañan a mis padres. Los Kórsacov no son mi familia favorita, todo lo contrario, sé que ellos buscan
Me separo de mi tío con una gran sonrisa. Estoy contenta de verlo, ya que hace dos años que no lo veo y me hace ilusión que esté aquí. Es el hermano menor de mi padre, Vladislav Záitsev, un hombre que solo comparte el apellido con mi progenitor. Él y mi padre son completamente diferentes. Es divertido, alegre, leal… y a pesar de ser la cabeza de la Bratva en Nueva York, no deja de ser un gran tipo.—Pero mira que grande está mi niña —dice poniendo sus manos en mis hombros mientras sonríe con añoranza—. Estás hermosa, cariño. Feliz cumpleaños.—Gracias. —Vuelvo a abrazarlo porq
—En el auto hay algunas cositas que nos han dado para ellos —dice Sherlyn y la veo caminar hacia la camioneta.Unos dientes pequeños pero filosos se clavan en mi mano. Miro al cachorro blanco y sonrío al verlo pelear con mi palma. Duele, mas no como para crear un drama.—¿Qué nombres les pondrás? —pregunta mi tío colocándose en cuclillas a mi lado.—No lo sé.Miro extasiada a los cuatro bebés.—Tienen dos meses de edad. Son hijos de una misma loba; a la madre la cazaron unos hombres y un equipo de personas rescataron a las crías. Una de ellas
Me giro como puedo entre sus brazos e ignoro el tirón que dan mis lobos a las correas para que siga avanzando.—Hola. —Muerdo mi labio para reprimir una sonrisa. Fracaso. —Te extrañé —dice él apretándome contra su cuerpo. Me encanta sentir su calor contra el mío, es reconfortante.—Yo también. Siento mucho lo tonta e infantil que fui. —Apoyo mi frente en su pecho. Estoy muy avergonzada de mi actitud. —Soy yo quien debe pedir disculpas por no saber expresarme. —Sus manos viajan a mi cara y me hace alzar la vista para que lo mire—. Estar contigo jamás será una estupidez, ¿queda claro?Asiento y enseguida sus labios se conectan con los
Luego de nuestro momento de intimidad en medio del bosque y de devolverle el favor a Aleksei, retornamos a la casona. Allí el movimiento está incluso aún más intenso que cuando nos perdimos por unos minutos. Me despido de mi chico con una gran sonrisa a los pies de las escaleras y con una mirada cómplice, sintiendo todavía la sensación de su boca en mí.Le solicito a Mijaíl que me busque un obrero para hacer una especie de hábitat para mis lobos, donde ellos se sientan con libertad en el bosque, pero sin peligro de escapar. Mientras tanto, se quedarán en las jaulas de los perros de seguridad, obviamente separados de estos, ya que son máquinas de matar y podrían hacerles daño. Justo ahora miro por la ventana de mi habitación;
Mi madre se marchó luego de entregarme lo que quería, dado que debía estar al lado de padre para recibir a los invitados. A los pocos segundos, volvió mi tía Sher para acompañarme a la fiesta, misión que falló, y ahora ambas aguardamos a la señal de Alisa. Sí, ella es una perfeccionista y un tanto desesperante; ha gritado de horror cuando he bajado a la planta baja para dirigirme al patio.—Aún no es el momento, debes esperar que lleguen todos para hacer tu gran entrada.Es obvio que la miré como si estuviera loca y luego di media vuelta, no sin antes escuchar un halago de ella hacia mi vestido. —Tu padre ha triplicado la seguridad —comenta mi tía y levanto la mirada de mi te