Capítulo 11

Luego de nuestro momento de intimidad en medio del bosque y de  devolverle el favor a Aleksei, retornamos a la casona. Allí el movimiento  está incluso aún más intenso que cuando nos perdimos por unos  minutos. Me despido de mi chico con una gran sonrisa a los pies de las  escaleras y con una mirada cómplice, sintiendo todavía la sensación de  su boca en mí. 

Le solicito a Mijaíl que me busque un obrero para hacer una especie  de hábitat para mis lobos, donde ellos se sientan con libertad en el bosque,  pero sin peligro de escapar. Mientras tanto, se quedarán en las jaulas de  los perros de seguridad, obviamente separados de estos, ya que son  máquinas de matar y podrían hacerles daño. Justo ahora miro por la  ventana de mi habitación;

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