Capítulo 8:

Sólo pasaras por encima de mí el día en que yo esté muerta

Lucrecia

Los rayos del sol penetran el gran ventanal y el primer pensamiento que se me cruza es «¿que hago aquí?» al notar el diseño diferente de la habitación pero rápidamente recuerdo todo.

«Estoy en la casa de Eros».

Hay una nota en la mesita de noche, ropa y toallas limpias sobre el sofá de al lado. Me levanto cogiendo las cosas yendo directo al baño. Agradezco que no esté aquí, un poco de privacidad es necesaria para aclarar la mente luego de lo sucedido entre los dos. «Lo primero que digo y es lo primero que hago».

En el papel me pide ir al comedor para desayunar, el servicio lo tiene preparado todo y luego pide ser trasladada a su despacho para avanzar con los pendientes. Rompo el papel, lo tiro a la basura y de la mala gana salgo al pasillo en busca de mis alimentos, «estoy famélica».

No h iniciado bien el día y ya ando de un humor insoportable, ni yo misma
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