En un parpadear, todo cambiaLa tarde del sábado, Bárbara pasó por Zoe para llevarla con su hermano como habían acordado. La niña le preguntó a su mamá porque no iba con ellas y Sara respondió que estaba un poco enferma, que se quedaría en casa a descansar, pero que no se preocupara, que estaría bien.—Hazle caso a tu tía y no comas mucho helado o te dolerá la panza —le dijo antes de darle un abrazo y un sonoro beso en la mejilla. —Sí, mami. Te quiero —pronunció entre los brazos de Sara. —Yo más a ti, muñequita mía. —Le dio otro beso antes de dejarla ir y la niña corrió hasta donde estaba su tía. —Chao, mami. —Se despidió la pequeña agitando la manito desde la puerta del aparamento. —Chao, mi amor —respondió sonriéndole y agitando la mano también. Bárbara envolvió la mano de la niña y salieron del edificio usando las escaleras para bajar porque el ascensor llevaba varios días averiado. Santiago las esperaba al otro lado de la calle con las manos hundidas en los bolsillos y la m
Capítulo 15. ¡Basta ya!Después de hablar con Carlota, Lorenzo no tuvo dudas, Sara era su prometida cuando tuvo el accidente, pero le habían hecho creer que era Antonella con quien estaba comprometido. Todos lo engañaron desde el inicio, jugando su él como si fuera una marioneta. No tenían derecho de diseñarle una vida nueva, ¿por qué lo hicieron? ¿qué más le estaban ocultando? Estaba furioso como no recordaba haberlo estado nunca, se valieron de su amnesia para hacerle creer lo que les dio la gana y lo privaron de Sara y de su hija, porque Zoe debía ser suya. Si fueron capaces de inventar tantas mentiras, pudieron hacer algo para cambiar los resultados de ADN. Al salir del café, Lorenzo fue a casa madre dispuesto a confrontarla, lo que hizo no tenía ninguna justificación, así odiara a Sara, jamás debió hacerle creer que había muerto y mucho menos reemplazarla con otra mujer. Solo una persona sin corazón ni escrúpulos sería capaz de algo tan despreciable. Y no solo ella, también Anto
Capítulo 16. Llamado de sangre Vittoria llamó a Antonella echa una furia, la culpaba por haber permitido que Lorenzo viajara a Milán y descubriera la verdad. Hasta ese momento, ella pensaba que estaba en Seattle, había hablado con él y le dijo que el viaje se había alargado y, como solía suceder, no sospechó nada. Además, estuvo sintiéndose mal por el embarazo y no le había dado importancia a lo que hacía Lorenzo, estaba harta de ser su niñera. —Si Lorenzo reconoce a esa niña como suya, se convertirá en su heredera y Sara tendrá lo que era para ti. Si no quieres que pase, tienes que hacer lo necesario para impedirlo —señaló Vittoria con un plan en mente. —¿Qué quieres que haga? —preguntó sospechando que no sería algo bueno, la conocía lo suficiente para saber de lo que era capaz. —Deshazte de ellas, es la única manera de lograrlo. Supongo que entiendes lo que quiero decir. —No soy una asesina y no me convertiré en una ni por todo el dinero del mundo —le dijo horrorizada. Mentir
Capítulo 17. Engaño imperdonable Que llamara a Zoe “su hija” le produjo a Santiago un profundo enojo, él era su padre, no llevaba su sangre, pero la había cuidado desde antes de su nacimiento, estuvo en cada etapa de su vida, en sus fiebres, en sus resfriados, en cada caída, y Lorenzo aparecía cinco años después a ocupar un lugar que él se había ganado. No era justo. —¿Ahora sí es tu hija? Porque no le creíste a Sara cuando te lo dijo, la acusaste de mentirosa y la humillaste —espetó sin filtrar su enojo. —No pienso discutir esto contigo, Santiago. Estoy aquí por Zoe, para donarle parte de mi hígado, si somos compatibles. —Claro, y así quedar como el héroe de la historia —mencionó en tono irónico. —No, lo que quiero es que esté bien —replicó enojándose, no le importaba ganarse ningún título, todo lo que quería era que su hija se recuperara—. No elegí ser un padre ausente, no tenía idea de que Zoe existía hasta hace unas semanas. Si hubiera sabido que tenía una hija, habría esta
Capítulo 18. Sintiéndose un trusoLas puertas del ascensor se estaban abriendo cuando Lorenzo llegó, un médico y dos enfermeras se bajaron y, por último, un hombre vestido con jeans deslavados, botas de montaña y una chaqueta de cuero negra que apartó la mirada de él como si no quisiera que lo viera. A Lorenzo le resultó extraño, pero no le dio mucha importancia porque pensó que solo era un idiota más de los que tantas veces se había cruzado en el camino. Por su discapacidad, muchas personas lo miraban con lastima mientras que otros lo hacían con menosprecio. Subió a la cabina del ascensor, pero no podía alcanzar el botón del piso al que debía ir, tenía que esperar hasta que alguien entrara para pedirle el favor. Y pasaron varios minutos antes de que alguien lo hiciera. Fue una enfermera que, casualmente, iba al mismo piso, por lo que no tuvo ni que decirle. Pronto, llegó al laboratorio, tocó la puerta y esperó hasta que alguien abriera. Pero como nadie salía, tocó de nuevo, esta vez
Capítulo 19. Lorenzo confronta a AntonellaEra de madrugada en Milán cuando el teléfono de Vittoria timbró sobre la mesita de noche, su esposo se removió balbuceando palabras ininteligibles y ella se apresuró a contestar antes que el sonido lo despertara. Salió de la habitación y entró a la de al lado para hablar. —¿Sabes qué hora es aquí? —reclamó de malhumor. —No me importa qué hora es. Lorenzo estaba en el hospital cuando fui a terminar el trabajo. Me vio, Vittoria. —¿Y qué? Él no te recuerda, no sabe quién eres. —Puede recordarme y no pienso correr el riesgo de que me relacione con lo que pasó con la niña. Busca a otra persona que lo haga, no pienso regresar a ese hospital. —Tienes que hacerlo tú, Paolo, recuerda que tengo pruebas incriminatorias en tu contra. ¿Quieres terminar tus días en prisión? —lo amenazó. —También tengo pruebas que puedo usar. Si yo caigo, tú caes también —señaló sin dejarse intimidar. —Mientes, no tienes nada, solo estás alardeando. —Piensa lo que q
Capítulo 20. Dos razones para sobrevivir Al doctor Miller le preocupaba que Lorenzo no estuviera apto para pasar por la cirugía, en su condición, los riesgos de que algo pudiera salir mal eran muy altos, lo ideal era realizarle estudios y análisis para saber cuál era su estado de salud, pero Zoe no podía esperar mucho más por el trasplante, sus síntomas comenzaban a empeorar y, si no recibía un nuevo hígado pronto, podría morir. —No me importan los riesgos, haga la cirugía, firmaré el consentimiento o todo lo que haga falta —dijo decidido luego que el doctor le manifestara su inquietud. —Podría morir, señor Moretti. ¿En verdad quiere hacerlo? —le preguntó inquisitivo, debía estar seguro de que entendía los riesgos antes de presentar la petición a la junta médica, no podía realizar la cirugía sin contar con su aprobación. —Sí, quiero hacerlo, quiero salvar a mi hija —manifestó, sin dejar lugar a dudas. El doctor Miller alzó las cejas sin poder ocultar su sorpresa. Pensaba que Santi
Capítulo 21. Víboras de la misma manada.Sara comenzó a rogar desde el momento que ingresaron a Lorenzo al quirófano, deseaba que estuviera bien, la idea de que aquel beso fuera el último le comprimía el corazón. Aún sentía en sus labios su sabor y en su piel el calor que encendió mientras la besaba. Fue distinto a todos los besos que alguna vez le dio, pero a la vez lo sintió tan apasionado como siempre. Su mente tal vez no podía recordarla, pero su alma la había reconocido. Cinco minutos, seis, siete… diez. No dejaba de mirar la hora, sentía que el corazón quería salirse de su garganta, los nervios comenzaban a alterarla. Santiago, que la estuvo observando los últimos minutos sin que ella lo notara, se acercó con un vaso de su café favorito tamaño mediano (mocca con caramelo), y se lo dio. Ella lo miró y sonrió pronunciando un sincero “gracias”, no solo por el café sino porque, a pesar de que estaban separados, aún se preocupaba por ella. —¿Te han dicho algo de Bárbara? —le pregun