Capítulo 18. Intruso
Capítulo 18. Sintiéndose un truso

Las puertas del ascensor se estaban abriendo cuando Lorenzo llegó, un médico y dos enfermeras se bajaron y, por último, un hombre vestido con jeans deslavados, botas de montaña y una chaqueta de cuero negra que apartó la mirada de él como si no quisiera que lo viera. A Lorenzo le resultó extraño, pero no le dio mucha importancia porque pensó que solo era un idiota más de los que tantas veces se había cruzado en el camino. Por su discapacidad, muchas personas lo miraban con lastima mientras que otros lo hacían con menosprecio. Subió a la cabina del ascensor, pero no podía alcanzar el botón del piso al que debía ir, tenía que esperar hasta que alguien entrara para pedirle el favor. Y pasaron varios minutos antes de que alguien lo hiciera. Fue una enfermera que, casualmente, iba al mismo piso, por lo que no tuvo ni que decirle.

Pronto, llegó al laboratorio, tocó la puerta y esperó hasta que alguien abriera. Pero como nadie salía, tocó de nuevo, esta vez
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