Cuentéenme qué les va pareciendo la novela, qué esperan que pase, por qué capítulo van?
Que Zoe se enfermara lo complicaba todo, no podía llevarla a urgencias, pero tenía la temperatura muy alta y debía hacer algo. Nervioso, subió las escaleras y fue a preguntarle a Antonella, pero ella sabía lo mismo que él de niños: nada. Investigaron en internet y en todas las páginas decía casi lo mismo, que debían darle antipiréticos y refrescarle el cuerpo con un baño tibio o con compresas húmedas. —Iré por el medicamento, cuídala en lo que vuelvo —le dijo Paolo tomando las llaves del auto. —Ay, no —se opuso poniendo los ojos en blanco—. Mejor hazlo tú, yo iré por el medicamento. —Tienes que hacerlo tú, es una niña y se sentirá más cómoda contigo. Y cuídala bien, es nuestro boleto de oro. —Valeee —suspiró con desgano, no quería cuidar a esa “mocosa”, mucho menos estando enferma, ¿y si lo que tenía era contagioso? Esperaba que no, porque no quería enfermarse. Buscó una toalla pequeña y un cuenco con agua tibia y fue al sótano para intentar bajarle la temperatura. Zoe estaba ech
Lorenzo sabía que pagar el rescate no era garantía de tener de vuelta a Zoe, aquella suma no saciaría la codicia de Antonella y de Paolo, además, ellos podían mantenerla cautiva solo por maldad, así le diera todo lo que poseía, entonces pensó en Federico y toco encajó como piezas de puzle, él era la clave: “El enemigo de tu enemigo es tu amigo”. Debía aliarse con él si quería recuperar a su hija. El problema era que no le respondía las llamadas y en Milán era más de medianoche. El tiempo estaba en su contra, Paolo le había dado solo una hora para hacer la transferencia. Debía buscar la manera de ganar más tiempo.Tal vez tendría suerte si lo volvía a intentar. Marcó el número de Federico desde el teléfono de Sara y, sorpresivamente, respondió. Se escuchaba música de fondo, risas y conversaciones, parecía que estaba en un club nocturno o algo similar.—Necesitamos hablar, te conviene —le dijo esperando que no lo mandara a la mierda.—Estoy ocupado, llámame mañana —respondió sin darle m
Con el tiempo en contra, Sara, Lorenzo y Santiago se subieron a una avioneta que los llevaría a Minneapolis, la ciudad desde donde intentarían salir Paolo y Antonella con la niña, según había dicho Federico. Esperaban que no les hubiera mentido, porque era la única pista que tenían hasta ahora. Santiago había hablado con su amigo Anthony y él lo puso en contacto con el jefe de la policía de Minneapolis, que casualmente era su primo. El plan estaba en marcha, si todo salía como esperaban, Zoe pronto estaría con ellos.Sara se había quedado sin uñas de los nervios, rogaba que todo saliera bien, que pudieran recuperar a su hija sana y salva. Era un plan riesgoso, pero era mejor que la alternativa. Lorenzo había transferido el dinero antes de salir, pero Paolo no se comunicó con él como lo hizo cuando le envió la primera parte. En cambio, Antonella llamó a Federico y le dijo que tuviera todo preparado con el transporte. Él respondió que tomaría algo más de tiempo porque la avioneta presen
Antonella escogió el peor momento para decirle a Zoe la verdad, era una arpía sin alma ni corazón. Ella en verdad deseaba que la niña muriera para causarle dolor a Sara y a Santiago. La idea de dejarla abandonada en esa casa fue suya, sin agua y sin comida, solo sería cuestión de tiempo antes de que falleciera. Tal crueldad no tenía nombre, pero a Paolo no le importó, era tan malvado como ella, o quizás peor. Solo le importaba el dinero y, en la primera oportunidad que tuvo, la traicionó. Consiguió un trato para él y la dejó a ella desamparada. Cuando saliera de prisión, una fortuna lo esperaría en un banco suizo. La cuenta a la que Lorenzo el dinero era suya y solo él podía tener acceso a ella. Antonella no tenía nada más que su palabra como prueba, en cambio, él se había asegurado de crear un archivo con pruebas suficientes para incriminarla por delitos que él había cometido. Desde el inicio, había contemplado la posibilidad de terminar en prisión y sabía justo lo que haría si suce
Zoe fue la niña más feliz del mundo cuando supo que su mamá estaba esperando un bebé, al fin, su deseo de cumpleaños se hacía realidad: tener un hermanito o una hermanita. Todos los días hablaba del tema, decía lo que harían juntos, que lo ensañaría a nadar, a columpiarse, a manejar bici, a patinar… A todos los que veía, le hablaba del bebé. Estaba muy emocionada y contenta, quería que comenzaran a decorar la habitación, que por supuesto, estaría junto a la de ella.El día que Sara tuvo la cita de su segunda ecografía, llevó a Zoe para que estuviera presente, en la primera, había ido sola con Lorenzo, quería asegurarse de que todo estuviera bien antes de darle la noticia. Cuando se lo dijo, estaba cumpliendo doce semanas y, ese día, había iniciado la semana dieciséis. La emoción de Zoe era incomparable, estuvo esperando ese momento más que la noche de Navidad. Desde que llegaron a la clínica, no dejaba de preguntar cuándo iba a ver al bebé, comenzaba a enloquecer a Sara y solo habían
En solo tres días, Lorenzo se realizó todos los análisis requeridos para la cirugía y estaba listo para pasar por el quirófano. No quería esperar más, estuvo deseando una oportunidad así desde que supo de su parálisis. Todo ese tiempo pensando que su condición era permanente y resultó que lo habían estado engañando. Cuando creía que lo había descubierto todo, surgía una nueva verdad que reafirmaba la maldad por la estuvo rodeado durante años. Pero la justicia había llegado hasta cada uno de los que le hicieron daño y, de alguna manera, estaban pagando por lo que hicieron.—Nos vemos pronto, amore mio —pronunció Sara despidiéndose de Lorenzo antes de que lo llevaran al quirófano.—Te amo, principessa —enunció él acariciándole la mano—. Si algo sale mal, dile a…—¡Shhh! —lo silenció con el dedo—. Todo saldrá bien, se lo dirás tú cuando vuelvas a casa. —Le dio un beso en los labios y se apartó para que el camillero se lo llevara.Sara suspiró hondo y se sentó en el sillón junto a la cama
Dos meses después Lorenzo se había ido a Milán por la muerte de Federico, tenía que hacerse cargo de los arreglos del funeral y el entierro porque era su único familiar. Grandes empresarios y amigos acudieron al sepelio, todos le daban las condolencias a Lorenzo y él solo se limitaba a asentir, no sentía su muerte como una pérdida, él nunca lo trató como un padre ni lo quiso como un hijo, pero ninguna de esas personas lo sabía.Luego del entierro, el abogado de Federico se comunicó con Lorenzo para informarle de la lectura del testamento. Estaba listo para irse cuando recibió la llamada, pensaba que no tenía nada más pendiente relacionado al hombre que lo adoptó, pero el abogado insistió en que debía estar presente. Solo fue por curiosidad, porque no esperaba nada de él, para su sorpresa, Federico Moretti lo había hecho heredero de toda su fortuna y de sus bienes. Junto con el testamento, dejó una carta donde le pedía perdón por todo el mal que le había causado, incluso, admitió que
Desde la propuesta, Sara comenzó con los preparativos de su boda con Lorenzo, esperarían a que el bebé naciera para celebrarla, pero quería que todo fuera perfecto, como siempre lo había soñado. A la vez, se ocupaba de la habitación del bebé y de tener todo listo para su llegada. Faltaba muy poco para que naciera, su cesárea estaba programada para realizarse en una semana y todos estaban muy ansiosos por la llegada del bebé, sobre todo Zoe, que preguntaba todos los días ¿cuánto falta, mami? Estaba loca por conocer al fin a su hermanito, se involucró en todos los detalles de la decoración de la habitación y hacía muchas preguntas sobre los cuidados del bebé porque se había declarado su niñera oficial.Lorenzo se encontraba en New York por trabajo, pero planeaba regresar ese mismo día porque no quería estar lejos de casa con el nacimiento de su hijo tan cerca. Estaba saliendo de una reunión cuando recibió una llamada de Sara, había iniciado labores de parto y la estaban trasladando al h