Capítulo 12. CulpaDesesperada, le mordió el labio logrando que dejara de besarla y gritó pidiendo ayuda. Bárbara, que estaba en la habitación de Zoe, escuchó a Sara y corrió a su habitación para saber qué pasaba. Ella no sabía que su hermano había llegado. Abrió la puerta y se dio cuenta de inmediato lo que sucedía, Santiago tenía a Sara inmovilizada de las manos, estaba subida sobre ella y le cubría la boca para amortiguar sus gritos. —¡Santiago! ¡Suéltala! —le dijo horrorizada, jamás imaginó que su hermano fuera capaz de hacer algo así. —No te metas, Barb, esto es entre mi mujer y yo —siseó sin liberarla, no actuaba como él mismo, o al menos no como el hombre que ella conocía.—Te he dicho que la sueltes —insistió subiéndose a la cama para quitárselo de encima a Sara, pero Santiago la empujó haciéndola caer en el suelo—. Por Dios, Santiago. ¿Qué pasa contigo? ¿No te das cuenta de lo que haces? Suelta a Sara ahora mismo —le gritó sorprendida y preocupada a la vez. Él nunca fue agre
Capítulo 13. Buscando la verdad Sara no cabía en sí de la emoción, Lorenzo lo había recordado, al menos eso había entendido al escucharle decir que no fue un sueño, sino un recuerdo. Para salir de dudas, se lo preguntó. —¿Quiere decir que… que lo has recordado? —balbuceó con torpeza, estaba tan nerviosa que apenas podía sostener el teléfono, le temblaban hasta las pestañas. Si Lorenzo estaba recordándola, era posible que recuperara la memoria. —No lo recordé, lo soñé. Pero se sintió tan real que parecía más que un sueño, por eso te llamé, porque necesitaba saber si lo era —respondió pensativo, había más que no le estaba diciendo y Sara no pudo aguantar la curiosidad. —¿Es la primera vez que te sucede? La línea se quedó en silencio durante un momento, Lorenzo no estaba seguro si debía contarle cuál fue su primer sueño con ella, porque tal vez no se trataba de un recuerdo, como este. —Sí, solo me ha pasado una vez —mintió sin atreverse a admitir que soñó que le hacía el amor. Cada
En un parpadear, todo cambiaLa tarde del sábado, Bárbara pasó por Zoe para llevarla con su hermano como habían acordado. La niña le preguntó a su mamá porque no iba con ellas y Sara respondió que estaba un poco enferma, que se quedaría en casa a descansar, pero que no se preocupara, que estaría bien.—Hazle caso a tu tía y no comas mucho helado o te dolerá la panza —le dijo antes de darle un abrazo y un sonoro beso en la mejilla. —Sí, mami. Te quiero —pronunció entre los brazos de Sara. —Yo más a ti, muñequita mía. —Le dio otro beso antes de dejarla ir y la niña corrió hasta donde estaba su tía. —Chao, mami. —Se despidió la pequeña agitando la manito desde la puerta del aparamento. —Chao, mi amor —respondió sonriéndole y agitando la mano también. Bárbara envolvió la mano de la niña y salieron del edificio usando las escaleras para bajar porque el ascensor llevaba varios días averiado. Santiago las esperaba al otro lado de la calle con las manos hundidas en los bolsillos y la m
Capítulo 15. ¡Basta ya!Después de hablar con Carlota, Lorenzo no tuvo dudas, Sara era su prometida cuando tuvo el accidente, pero le habían hecho creer que era Antonella con quien estaba comprometido. Todos lo engañaron desde el inicio, jugando su él como si fuera una marioneta. No tenían derecho de diseñarle una vida nueva, ¿por qué lo hicieron? ¿qué más le estaban ocultando? Estaba furioso como no recordaba haberlo estado nunca, se valieron de su amnesia para hacerle creer lo que les dio la gana y lo privaron de Sara y de su hija, porque Zoe debía ser suya. Si fueron capaces de inventar tantas mentiras, pudieron hacer algo para cambiar los resultados de ADN. Al salir del café, Lorenzo fue a casa madre dispuesto a confrontarla, lo que hizo no tenía ninguna justificación, así odiara a Sara, jamás debió hacerle creer que había muerto y mucho menos reemplazarla con otra mujer. Solo una persona sin corazón ni escrúpulos sería capaz de algo tan despreciable. Y no solo ella, también Anto
Capítulo 16. Llamado de sangre Vittoria llamó a Antonella echa una furia, la culpaba por haber permitido que Lorenzo viajara a Milán y descubriera la verdad. Hasta ese momento, ella pensaba que estaba en Seattle, había hablado con él y le dijo que el viaje se había alargado y, como solía suceder, no sospechó nada. Además, estuvo sintiéndose mal por el embarazo y no le había dado importancia a lo que hacía Lorenzo, estaba harta de ser su niñera. —Si Lorenzo reconoce a esa niña como suya, se convertirá en su heredera y Sara tendrá lo que era para ti. Si no quieres que pase, tienes que hacer lo necesario para impedirlo —señaló Vittoria con un plan en mente. —¿Qué quieres que haga? —preguntó sospechando que no sería algo bueno, la conocía lo suficiente para saber de lo que era capaz. —Deshazte de ellas, es la única manera de lograrlo. Supongo que entiendes lo que quiero decir. —No soy una asesina y no me convertiré en una ni por todo el dinero del mundo —le dijo horrorizada. Mentir
Capítulo 17. Engaño imperdonable Que llamara a Zoe “su hija” le produjo a Santiago un profundo enojo, él era su padre, no llevaba su sangre, pero la había cuidado desde antes de su nacimiento, estuvo en cada etapa de su vida, en sus fiebres, en sus resfriados, en cada caída, y Lorenzo aparecía cinco años después a ocupar un lugar que él se había ganado. No era justo. —¿Ahora sí es tu hija? Porque no le creíste a Sara cuando te lo dijo, la acusaste de mentirosa y la humillaste —espetó sin filtrar su enojo. —No pienso discutir esto contigo, Santiago. Estoy aquí por Zoe, para donarle parte de mi hígado, si somos compatibles. —Claro, y así quedar como el héroe de la historia —mencionó en tono irónico. —No, lo que quiero es que esté bien —replicó enojándose, no le importaba ganarse ningún título, todo lo que quería era que su hija se recuperara—. No elegí ser un padre ausente, no tenía idea de que Zoe existía hasta hace unas semanas. Si hubiera sabido que tenía una hija, habría esta
Capítulo 18. Sintiéndose un trusoLas puertas del ascensor se estaban abriendo cuando Lorenzo llegó, un médico y dos enfermeras se bajaron y, por último, un hombre vestido con jeans deslavados, botas de montaña y una chaqueta de cuero negra que apartó la mirada de él como si no quisiera que lo viera. A Lorenzo le resultó extraño, pero no le dio mucha importancia porque pensó que solo era un idiota más de los que tantas veces se había cruzado en el camino. Por su discapacidad, muchas personas lo miraban con lastima mientras que otros lo hacían con menosprecio. Subió a la cabina del ascensor, pero no podía alcanzar el botón del piso al que debía ir, tenía que esperar hasta que alguien entrara para pedirle el favor. Y pasaron varios minutos antes de que alguien lo hiciera. Fue una enfermera que, casualmente, iba al mismo piso, por lo que no tuvo ni que decirle. Pronto, llegó al laboratorio, tocó la puerta y esperó hasta que alguien abriera. Pero como nadie salía, tocó de nuevo, esta vez
Capítulo 19. Lorenzo confronta a AntonellaEra de madrugada en Milán cuando el teléfono de Vittoria timbró sobre la mesita de noche, su esposo se removió balbuceando palabras ininteligibles y ella se apresuró a contestar antes que el sonido lo despertara. Salió de la habitación y entró a la de al lado para hablar. —¿Sabes qué hora es aquí? —reclamó de malhumor. —No me importa qué hora es. Lorenzo estaba en el hospital cuando fui a terminar el trabajo. Me vio, Vittoria. —¿Y qué? Él no te recuerda, no sabe quién eres. —Puede recordarme y no pienso correr el riesgo de que me relacione con lo que pasó con la niña. Busca a otra persona que lo haga, no pienso regresar a ese hospital. —Tienes que hacerlo tú, Paolo, recuerda que tengo pruebas incriminatorias en tu contra. ¿Quieres terminar tus días en prisión? —lo amenazó. —También tengo pruebas que puedo usar. Si yo caigo, tú caes también —señaló sin dejarse intimidar. —Mientes, no tienes nada, solo estás alardeando. —Piensa lo que q