66Tomás caminaba de un lado a otro detrás de la puerta, esperando a que Julieta saliera del baño.—¿Estás bien allí dentro? —pregunta Tomás, necesitando que se apure, pero sin querer meterle presión.—Estoy en un pequeño baño con un vestido rojo que deja poco a la imaginación —se queja Julieta—. No, no estoy bien, Tom. No puedo hacer esto.Julieta siente que puede hiperventilar, solo de pensar en salir y ver tantos ojos en ella.—Pero te queda ¿No? —pregunta Tomás, nervioso.—Bueno… si se supone que quede así —hizo una mueca— esto es peor que el vestido beige —le acusa.—Sal para poder verte, por favor —le súplica Tomás.En cuanto sale la sonrisa de Tomás se ensancha y las mejillas de Julieta se ponen rojas.—No pienso salir así —sentencia Julieta cruzándose de brazos.—¡Oh lo harás, cari! —estaba más emocionado ahora, solo por esa sonrisa emocionada de Tomás sabía que iba a tener que salir a modelar.***Maximiliano llegó al evento solo, acompañado de su guardaespaldas, Marcelo le e
67Tomás veía todos desde bambalinas, luego le tocó salir a él y las modelos hicieron exactamente lo mismo con él, sus ojos claros centellearon cuando su traje blanco de tres piezas paso a ser uno sin corbata, de color rojo intenso y ne.gro que combinaba a la perfección con el de Julieta.Julieta lo abraza y Tomás le habla al oído, Maximiliano se quedó de piedra al ver la presentación, Isabel y Callum quedaron muy sorprendidos también, ninguno avía que Julieta iba a salir en la pasarela.—Gracias… eres mi salvadora —le dice Tomás, en cuanto tiene a Julieta entre sus brazos.—Estoy que me desmayo —le cuenta ella— me debes una.Julieta no podía dejar de sonreír, cuando no se cayó lo vio como una victoria, pero que todo saliera bien le hacía feliz por su amigo.—¡Hoy nos emborrachamos! —le dice con entusiasmo y Julieta perdió su sonrisa.—No puedo beber —murmura entre dientes.—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta Tomás.Los reporteros estaban más que contentos de interrumpir la interacción entre e
68 —Le pido a ustedes dos que se retiren —dice Tomás y señala a Liliane y Michelle. —No puedes hacernos esto, iba a comprar parte de tu colección —dijo Michelle en su defensa. —¿Y yo por qué querría que tuvieras uno de mis diseños en tus manos? —pregunta Tomás con desdén. Callum tomó la mano de Julieta, pero se sentía mal… aunque solo ver la cara del rubio le trajo satisfacción. Julieta por si parte apenas respiraba desde que Max apareció en escena, solo quería irse. —Me voy a cambiar —le dijo a nadie en particular. —Bien, cari —contesta Tomás— te esperamos para irnos todos a la fiesta. Michelle y Liliane fueron sacadas en ese momento, Maximiliano vigilaba a Julieta como un halcón, Isabel creía que era mejor irse a casa y Tomás solo podía ver, aunque quería reír a carcajada limpia al ver la cara de Maximiliano Hawks llena de celos y envidia. —¿Quieres ir a la fiesta o a casa? —pregunta Callum. —Voy un rato a la fiesta, pero adelántense ustedes yo alquilé una limo y un chófer —
69El beso casi se sale de control, sería fácil recordar viejos tiempos con Maximiliano, pero Julieta no quería permitir que eso ocurriera de nuevo, así que con sus tacones altos piso uno de los pies de Max y eso provocó que la mordiera sin querer, pellizcando su labio y haciéndola sangrar un poco.—¡Maldición, Julieta! —se queja Max.—Deja de besarme sin mi consentimiento, Maximiliano Hawks, estoy igual de comprometida que tú. Si no sientes respeto por ella, al menos por mí —le suelta Julieta, enojada, apuñalándolo con su dedo.—Últimamente hago todo mal contigo —murmura sacando un pañuelo para ayudar a Julieta, pero ella lo esquiva— lo siento, ¿te lastimé?—No más de lo que has lastimado mi corazón —resopla ella con tristeza— tienes que aprender a vivir sin mí, estos arranques de lujuria no traen nada bueno… Me voy a casar así que acéptalo de una buena vez —dijo con rabia y dolor en su corazón.—No aceptaré nada, no puedes casarte. No lo harás —sentencia Max.Ya Max estaba ide
70 Julieta caminaba apresuradamente por las estrechas y oscuras calles de la ciudad, sujetando su abrigo con fuerza para protegerse del frío nocturno y su bolsa con comida en la otra mano. El viento soplaba con furia, levantando su cabello y haciendo que sus pasos resonaran en el pavimento desierto. En el auto de Maximiliano se había quitado los clips que sostenían su peinado y se lo dejo suelto, ya la cabeza le palpitaba de dolor. Había quedado en ir a esa fiesta de Tomás, pero ya no estaba de humor para bailes y tragos que ya no puede probar trago alguno, decidió caminar sola de regreso a casa. “Debí haber tomado un taxi” pensó, mientras aceleraba el paso. Las luces de los faroles apenas iluminaban su camino, y el eco de sus tacones parecía resonar con mayor intensidad en la quietud de la noche. De repente, un escalofrío recorrió su espalda. Sintió que alguien la seguía y apura el paso queriendo alejarse discretamente. Julieta
71 Max llamó a Marcelo, quien estaba en la fiesta esperándolo, y le dijo que buscara al médico. Además, le pidió que trajera sopa de pollo, a pesar de lo tarde que era; sabía que Julieta no había comido nada y necesitaba algo en el estómago. —Está bien, llevaré todo eso, pero... ¿te has tomado tus medicamentos? —preguntó Marcelo, bajando la voz y alejándose de su acompañante. Marcelo había conocido a alguien en la fiesta de Tomás. Tenía el pase para entrar y estaba esperando pacientemente a Maximiliano, pero este no llegó, así que se puso a conversar con otra persona y tuvo que alejarse unos pasos cuando Max lo llamó. —No, no lo he hecho. Se quedaron en el coche —respondió Max, mientras miraba hacia la calle. Estaba en la sala de Julieta, observando la media luna que apenas iluminaba el cielo oscuro. —También te llevaré las pastillas, y necesitas comer algo. No puedes tomarlas con el estómago vacío —resopló Marcelo. —Sí, mamá —respondió Max burlonamente, aunque sabía que Ma
72Al otro lado de la ciudad, en la noche…Callum llevaba a Isabel de regreso a su casa. Por alguna razón, se mostraba reacio a dejarla en ese lugar, consciente de que ella no quería estar allí. Isabel había sufrido demasiado como para ser abandonada nuevamente, y aunque Callum no entendía del todo por qué, sabía que ayudarla era importante. Le gustaba, aunque no debía admitirlo. Su familia nunca la aceptaría, a diferencia de Julieta, quien sí tenía el título adecuado para él.—Puedo llevarte a un hotel —le ofreció Callum, intentando ayudarla.Isabel sabía que su esposo se pondría furioso.—No, es mejor que entre de una vez. De todas maneras, es temprano; no creo que se moleste —respondió ella, tratando de aligerar el ambiente.—¿Él... se molesta con frecuencia? —preguntó Callum con cautela. No quería incomodarla, solo necesitaba saber.—No todo el tiempo. La mayoría de las veces es mi culpa —respondió Isabel en voz muy baja.Sabía, en el fondo de su ser, que ella era la víctim
73Callum había ido al hospital porque su abuela se sentía bastante mal y él no quería que nada quedara al azar. Así que hizo que le hicieran un chequeo general y, en eso estaban cuando Isabel llegó a ese mismo hospital en un estado deplorable e inconsciente. Y se quedó mudo al verla pasar en una camilla. Hacía solo unas horas la había dejado perfectamente bien frente a su casa, y ahora sabía lo que había ocurrido.—¿Conoces a la señorita que acaba de llegar? —preguntó su mano derecha, Jonathan Fitzroy, justo a su lado.Callum aún no puede creer lo que ven sus ojos.—Sí, la conozco. Y quiero al responsable de lo que le pasó para ayer —sentenció el duque con una voz ronca, conteniendo emociones que aún no lograba comprender— contrata una enfermera para mí abuela y que regrese a la villa Paraíso.Inmediatamente después de dar la orden, Fitzroy se fue a cumplir con su encargo, mientras Callum se acercaba al mostrador donde una enfermera lo atendía.—Conde Rutland, ¿en qué puedo ayudarle?