Edgar
Nunca pensé que después de tanto trabajo iba a convertirme en quien soy ahora, iniciar siendo un mandado de alguien importante hizo en mí conocer no solo la soledad en sí, sino lo peor que puede existir en este mundo. Hay momentos que quisiera olvidar, pero cuando las manos están tan manchadas de sangre lo único que queda es continuar sobreviviendo a mi manera, a lo que sé hacer y ahora no solo gobierno a los malos de mi país, sino del mundo entero, no hay nada que se haga sin mi autorización y ahora que he tenido a esta chica frente a mí llorando por su vida me di cuenta de algo. ¿Por qué ella movió en mí lo que otros no hicieron?
—Enciérrala en la habitación que hay al lado de la mía.
Mis órdenes son como bala salida de un arma, se cumplen y se deben escuchar a la primera.
—Sí, señor.
—Por favor, déjame marchar, por favor.
No perdonaré a quien se haya equivocado y me trajo a otra chica que no fuera la que ordené, así que salí de la habitación subterránea que había debajo de mi casa y puse rumbo junto a mi amigo fiel, Zeus para reunirme con los que dejaron el trabajo mal hecho.
—No, se lo suplico, señor. Tengo un hijo.
—Lástima por ti— una bala va directo a su cabeza y muere en el acto. No hay perdón que solucione el problema que causaron.
—Yo... Señor... ella iba conduciendo el coche de la hija de ese hombre por eso nos equivocamos.
No dejé que terminará de explicarse cuando su vida fue llevada por mis manos.
—Encárgate de los cuerpos— ordené a Zeus.
Asintió y me marché, pero no sin antes limpiar mi arma, soy muy cuidadoso y creo que gracias a eso soy lo que soy ahora mismo.
—¿Dónde está tu amiga? — le grité a esa muchacha que yacía en la habitación que hay junto a la mía.
Podría decir que su mirada es pura inocencia, su piel es blanca como la nieve y su forma de suplicar despertó en mí algo raro, no sabría decir si es lástima por estar pagando por algo que no hizo o había algo más.
—Ella... no se encuentra en la ciudad.
Alcé las cejas mientras puse distancia y mantenía mis manos ocultas en los bolsillos de mi pantalón.
—¿Me ves cara de idiota?
—No, señor. Solo que ... — sube sus ojos en busca de los míos, ya que hasta ahora los mantenía en el suelo—. Por favor, no la mates, ella... es la única familia que tengo.
Volví a sorprenderme.
—No soy de cumplir deseos de nadie y menos de una niña como tú— digo sin dejar de mirarla.
Soy de los que usan las mujeres únicamente para disfrute propio, nunca, jamás, había mirado a ninguna como lo estaba haciendo ahora con esta y sé que lo más prudente es acabar con ella y añadirla a mi lista. Una víctima más del famoso rey de la mafia.
— Tu vida y la de ella me pertenecen.
—No...
Sé que todos me temen y lo hacen porque saben quién soy y lo que he hecho, pero ver el miedo en los ojos de esta chica es como ver el monstruo que llevo dentro y que... no sé de alguna manera me llega a asustar también.
—No la lastime, por favor. —Sigue suplicando—. Déjeme saldar la deuda que tiene el señor Richard con usted.
Me volví a sorprender y fruncí el ceño en señal de ¿era posible?
—¿Tú? — chasqueé la lengua.
—Sí, yo, puedo trabajar para usted y ser...
Se detiene.
—No hay nada que puedas hacer por mí, excepto...— acorté la distancia y toqué un mechón de su cabello con dos dedos y ella se tensó.
—No te gustaría— no dice nada y me acerqué aún más para susurrarle al oído—. Pero eso no saldaría ni la cuarta parte de la deuda de ese hombre. Además, no cumples con mis expectativas, no eres más que una niña de diecinueve años.
Niega con la cabeza—. No me refería a eso, señor.
Era increíble que una chica como ella se resista a alguien como yo, acaso las demás con solo mirarlas caían a mis pies y con esta ni se le erizó la piel al susurrarle tan cerca de su oído.
— Eres alguien que no sales del prototipo de chica simple, vamos mírate, ¿crees que me interesa tocarte cuando las que tengo fuera superan tu belleza?
Sé que se molestó, pero no mostró expresión alguna.
— Bien, hagamos una cosa, por el momento permanecerás aquí encerrada.
Le doy una última mirada y volteo para irme, pero su voz me detiene.
—¿Qué harás conmigo? ¿Y mi amiga?
Permanecí de espaldas y como de costumbre no contesté. No estaba dispuesto a darle más importancia de lo que ya le di.
—Que esta puerta permanezca cerrada hasta nuevo aviso. —Advertí y me alejé perdido en mis pensamientos.
Sé y todos saben que no soy bueno para nadie, no soy apto para ninguna mujer ni mucho menos quiero estar pensando en esa niña que acabo de conocer y que llegó a mí con un objetivo. Para morir.
—Llama a ese desgraciado de Richard y que me venga a visitar— le dije a Zeus.
Estaba cansado de este juego, así que hoy acabaría nuestra deuda de alguna manera u otra.
—Se acabó, no hay más plazo para nada más, Richard, eres afortunado ¿sabes? — Este me mira incrédulo y no dice nada—. Hoy secuestré a una joven que pensaba que era tu hija para acabar con su vida y mandarte su cuerpo como cambio de tu deuda, pero eres un maldito afortunado que la que acabó en mis manos fue la amiga y eso me mata porque sabes que...
Abrió los ojos y sin duda alguna escuché por segunda vez el nombre de la chica que tenía encerrada—. Zoe.
Sonreí de lado y bajé la mirada para luego levantarla con determinación y sin esperar más di la orden y este desgraciado acabó hundido en su propia sangre.
—Fin de la deuda— añadí y me marché con destino a Rumania, una exótica reunión me esperaba.
ZoeNostalgia era lo que sentía mi pecho después de estar cinco días sin salir de esta habitación, tristeza que se apodera de mi ser y solo lloro mientras la soledad me habla y jura no abandonarme, y yo siento que me voy a volver loca en este lugar, ¿cómo mi vida ha cambiado tan de repente? No merezco esto y soy inocente, joder.Sé que Claudia me estará buscando al igual que mi novio, pero también soy consciente que será difícil dar con mi paradero.—Tu comida— entra la señora del servicio. Ella fue la única que entró para alimentar mi estómago.—No tengo hambre— informe.—Llevas sin comer cinco días, te enfermarás.—¿Y qué? Si moriré de todas maneras, ese hombre al que llamas jefe no tiene corazó
EdgarSoy y siempre seré lo que soy ahora, no seré compasivo con nadie, aunque mi corazón me pida que sea cuidadoso con esa mujer que ahora está encerrada entre la oscuridad y el frío, no quiero equivocarme, jamás me tropecé y no puedo hacerlo ahora porque sus ojos despertaron en mí un deseo que no creí tener por una chica como ella.—Joven, Edgar, sé que no debería pedirle este favor, pero...— se detiene mientras me servía la cena.—Adelante, Ana, pide lo que quieras. Llevas tiempo a mi lado y prácticamente te considero como una madre, ¿no crees?¡¿Una madre!?Curioso.— Es por la joven que tienes en la habitación subterránea.—No continúes— añadí de manera tajante.—Lle
ZoeHe de decir que solo me tiene encerrada físicamente estaría mintiendo porque ocupa mi mente también y este no sale de ella.Ser culpable de algo que no hice es como firmar una sentencia de muerte sin tenerla merecida, pero también quiero pensar que, pase lo que pase es porque así tenía que suceder.—Me alegra verla de vuelta, señorita— la mujer del servicio me subió el desayuno y su sonrisa es tan bella yme trasmite tantaconfianzaque me siento bien por unos pocos segundos.— Gracias, señora.—¡Oh, no! Solo llámame, Ana.—Ana... vale. ¡Gracias, Ana!Su mirada va dirigida a mi cabello húmedo y me pidepermiso para desenredar mi melena.Al principio me extrañé, pero luego asentí y ella parec&iac
EdgarSiempre fue tarde para hacer las cosas bien, tarde o temprano llegamos a ser una versión que acabará por destruirnos a nosotros mismos, pero que no queda de otra que seguir el mismo camino para no soltar nada de lo que se construyó durante años, aunque eso quiera decir sufrir de alguna manera.—Inspector, a la espera de su orden— dice uno de los policías.—¡Adelante!Dirigir una operación contra alguien que trabajó para mí es algo que nadie sabe excepto yo para seguir reinando el gran imperio que tengo en mis manos.Los disparos empiezan a sonar dentro del escondite del lagarto y poco a poco el operativo se lleva a cabo con éxito.—¡Buen trabajo, chicos! — felicité a mi equipo y después me deshice del chaleco antibalas y me despedí.
ZoeHabía una pequeña posibilidad ahora que estaba caminando hacia la cocina con aquella mujer. Tenía que escapar.—Oiga, señora, ayúdeme a huir, ese hombre me tiene secuestrada. — Le pedí a la mujer, pero ella solo sujetó mi mano y me sonrió.—No intentes hacer algo que no terminará bien, conozco a Edgar y no hay nadie que no le tema, incluso mi marido es incapaz de hacer nada sin su autorización.—Pero es un delito lo que está haciendo conmigo— mi voz salió en un hilo.—Si aún no se ha deshecho de ti es porque algo cambió en ese rudo hombre.—No entiendo, ¿qué quiere decir?—Realmente nada, solo que te dejes llevar y él mismo te soltará. No fuerces tu libertad.Cerré
Edgar¿Desde cuándo soy tan considerado? ¿Cuándo dejé de ser quien soy para ser otra versión de mí sin darme cuenta?, no, esto no es normal. Pasaron muchas mujeres en mi vida y ninguna provocó lo que esta niña me causaba.—Suficiente— detengo sus manos las cuales habían arrasado con todo mi escritorio—. No es algo que no te esperabas, era él o su hija, y gracias a ti decidí que fuera a él.—No, ¿por qué eres tan inhumano?, ¿por qué siento que eres la persona más mala que existe y a la vez algo extraño me causas?Observé cómo se expresaba sobre mí y esas lágrimas que caían sobre su rostro porque la había lastimado.—Eres un asesino que no tiene corazón, eres alguien que m
ZoeExtrañé gritar, anhele el calor de las mantas al sentirme arropada, el frío y húmedo lugar cubrían mi anatomía, me sentía perdida y muy asustada, temía que este fuera el último día de mi vida, después que ordenarami castigo, los días fueron pasando y sin perder la noción del tiempotranscurrierondos difíciles días en los que no vi la luz. ¿Tan mal le sentó que le dijera que amaba a mi novio?Quise entender que tal vez me mortificaba por el hecho de que la policía llegó a casa por mi culpa, pero no. Todo lo contrario. Se calmó de una manera tan mágica que yo misma estaba a punto de caer en ella, pero recordé que no podía ser nada de él y mucho menos por la manera que llegó a mi vida.Sin embargo, quiero verlo, extraño sentirl
Edgar¿Tarde? ¿Qué era tarde para el ser humano?¿Era cuando el tiempo se acababa para rectificar y querer volver a empezar?,¿o era cuando ya no hay más oportunidades para ser otra persona?Creo y no solo eso, sino que incluso mi interior me grita que Zoe eslaquellenarámi soledad, ella y yo somos de alguna manera parecidos en algo y sin pensarlo solo la quiero para mí, solo la deseo en mi cama, en mis noches y sin hablarenmis días. Y me pregunto ¿me he enamorado? No, claro que no. Amar es igual a ser borracho sin poder mantener el equilibrio. No puedo ni quiero sentirme así con nadie, y a todo eso la única explicación que encuentro es que me encapriché como ella dijo, a tal punto que quiero vivi