7

Zoe

Había una pequeña posibilidad ahora que estaba caminando hacia la cocina con aquella mujer. Tenía que escapar.

—Oiga, señora, ayúdeme a huir, ese hombre me tiene secuestrada. — Le pedí a la mujer, pero ella solo sujetó mi mano y me sonrió.

—No intentes hacer algo que no terminará bien, conozco a Edgar y no hay nadie que no le tema, incluso mi marido es incapaz de hacer nada sin su autorización.

—Pero es un delito lo que está haciendo conmigo— mi voz salió en un hilo.

—Si aún no se ha deshecho de ti es porque algo cambió en ese rudo hombre.

—No entiendo, ¿qué quiere decir?

—Realmente nada, solo que te dejes llevar y él mismo te soltará. No fuerces tu libertad.

Cerré los ojos con fuerza y tragué esa bola que se había formado en mi garganta.

—¿Quién es él? Sé que es peligroso, pero...

— Él es el que gobierna a todos los grupos mafiosos alrededor del mundo.

—¿Qué? ¿Tanto?

Sonríe de lado y luego acaricia mi mejilla y solo me queda seguir y hacer lo que me ordene sin llevarle la contraria.

—Vámonos con el postre, seguro que estarán esperando— termina la mujer y salimos de su cocina.

Al llegar a la mesa, Edgar me miró y sonríe levemente y tomé asiento a su lado de nuevo, halaga a la mujer por la exquisita comida y después me mira fijamente. Para finalizar, mi mano estaba posada encima de la mesa y él pasó el dorso de su dedo índice por el dorso de mi mano, y sí, me erizó la piel, me vibró su tacto y solo pude reaccionar mirando a los ojos del hombre que me acababa de tocar, y juro que lo sentí diferente en su forma de acecharme con los ojos.

¿Por qué todo parecía extraño a su lado?, ¿por qué me sentía tan diferente a quien soy de verdad? No es normal que cause este temblor en mí sin más, amo a mi novio y aunque Luis no causa lo mismo que este causa en mí con tan solo mirarme.

¡Me estaba volviendo loca!

—¿Todo bien? — musitó en mi oído y nuevamente un escalofrío recorre mi sistema, me encantaba como olía, su perfume es tan masculino que cuando lo siento una llama en mi interior se enciende sin darme cuenta, y a todo eso ¿de verdad que quiero huir de él?

—Lo estoy— aclaré y él solo retiró su vista.

La noche transcurre entre charlas entre ellos y yo perdida en todo lo que me sucedió, estaba cansada, ¡oh, Dios! Realmente estaba agotada y no sabía hasta cuan podía aguantar.

—¿Podemos irnos? — me levanté del sillón donde estaba sola sentada y me acerqué a él que estaba de pie sosteniendo un vaso de whisky, y por impulso tal vez, entrelacé mis dedos con los de él y juro que me miró como nunca, no me asusté, no le tuve miedo y mucho menos demostraba algo malo en sus ojos, todo lo contrario, creo que se sorprendió tanto o más que yo al hacerlo, porque segundos más tardes me sonríe con mucha amabilidad y contestó como nunca lo había escuchado antes.

—Sí, vámonos.

Mostré una sonrisa de agradecimiento y él dejó la copa en la mesa sin soltar mi mano. Nos despedimos de los anfitriones de esta noche y el trayecto fue una locura por todo lo que he llegado a sentir en ese momento.

—¿Me dejarás hablar con Claudia?

Suspira y presiona levemente el agarre en el volante.

—Hablarás con ella.

Relajé cada extremidad de mi cuerpo y sonreí bajando la mirada. Él giró su rostro hacia la ventana y la magia nos hundió en aquel instante.

Era real todo esto, no parecía el mismo hombre desde que entrelacé nuestras manos, no sé, es como si su bestia se escondió por un momento para demostrar a alguien diferente y, sin embargo, me gustaba como me sentía ahora mismo porque no sentía miedo, ya que no me transmitía eso.

—Toma tu celular y llama a tu amiga, pero te aviso que si se te ocurre hacer alguna tontería no vas a acabar bien.

Me entrega mi móvil y marqué rápidamente mientras él se marchó a su despacho, sonó el tono de llamada y después de días y días encerrada la voz de Claudia me reconfortó.

—Amiga—dijo nada más contestar—. Zoe, gracias a Dios, me tenías muy preocupada.

—Lo siento. — Fue lo único que dije por el momento, ya que mi garganta se asfixió del llanto que quería salir de mí—. Estos días fueron una locura, de hecho, tengo que pedirte un favor...—no termino de hablar cuando soltó una noticia que me dejó completamente perdida.

—Asesinaron a mi padre, Zoe, mi padre está muerto y estoy con el corazón roto. Te necesito, amiga.

Mis ojos se llenaron de lágrimas porque conocía al asesino del señor Richard, el mismo que me tiene secuestrada.

—No es cierto ¿no?

—Apareció su cuerpo hace unos días, y... estoy perdida, Zoe.

No tenía pensado contarle nada, ya que las amenazas de Edgar eran claras, pero al enterarme de que Richard ha muerto, no puede contenerme—. Escúchame bien, Claudia. Me tienen secuestrada y no sé qué será de mí, por favor avisa a la policía— miro a mis espaldas para asegurar que no estaba detrás de mí—. No te puedo contar ahora, solo haz lo que te digo, buscaré la ubicación de donde estoy y te la mando, por favor sé rápido no sé cuánto tiempo podré soportarlo.

No dejé que dijera nada más porque colgué para no perder el tiempo y aprovechar para ver donde me encontraba, le pasé la dirección y después apagué el celular para ir en busca de este hombre.

—¡¡Lo mataste!!—grité abriendo la puerta de su despacho y este me miró fijamente frunciendo el ceño—. Mataste a Richard.

Empecé a tirar todo lo que había encima de su escritorio y él no hizo nada solo me dejó que me desahogara del todo, y en el fondo necesitaba sacar todo lo que llevo dentro hasta que sentí que sus manos detenían las mías.

—¡Suficiente! —alzó su temerosa voz y el tiempo se detuvo mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas sin cesar.

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