Zoe
Había una pequeña posibilidad ahora que estaba caminando hacia la cocina con aquella mujer. Tenía que escapar.
—Oiga, señora, ayúdeme a huir, ese hombre me tiene secuestrada. — Le pedí a la mujer, pero ella solo sujetó mi mano y me sonrió.
—No intentes hacer algo que no terminará bien, conozco a Edgar y no hay nadie que no le tema, incluso mi marido es incapaz de hacer nada sin su autorización.
—Pero es un delito lo que está haciendo conmigo— mi voz salió en un hilo.
—Si aún no se ha deshecho de ti es porque algo cambió en ese rudo hombre.
—No entiendo, ¿qué quiere decir?
—Realmente nada, solo que te dejes llevar y él mismo te soltará. No fuerces tu libertad.
Cerré los ojos con fuerza y tragué esa bola que se había formado en mi garganta.
—¿Quién es él? Sé que es peligroso, pero...
— Él es el que gobierna a todos los grupos mafiosos alrededor del mundo.
—¿Qué? ¿Tanto?
Sonríe de lado y luego acaricia mi mejilla y solo me queda seguir y hacer lo que me ordene sin llevarle la contraria.
—Vámonos con el postre, seguro que estarán esperando— termina la mujer y salimos de su cocina.
Al llegar a la mesa, Edgar me miró y sonríe levemente y tomé asiento a su lado de nuevo, halaga a la mujer por la exquisita comida y después me mira fijamente. Para finalizar, mi mano estaba posada encima de la mesa y él pasó el dorso de su dedo índice por el dorso de mi mano, y sí, me erizó la piel, me vibró su tacto y solo pude reaccionar mirando a los ojos del hombre que me acababa de tocar, y juro que lo sentí diferente en su forma de acecharme con los ojos.
¿Por qué todo parecía extraño a su lado?, ¿por qué me sentía tan diferente a quien soy de verdad? No es normal que cause este temblor en mí sin más, amo a mi novio y aunque Luis no causa lo mismo que este causa en mí con tan solo mirarme.
¡Me estaba volviendo loca!
—¿Todo bien? — musitó en mi oído y nuevamente un escalofrío recorre mi sistema, me encantaba como olía, su perfume es tan masculino que cuando lo siento una llama en mi interior se enciende sin darme cuenta, y a todo eso ¿de verdad que quiero huir de él?
—Lo estoy— aclaré y él solo retiró su vista.
La noche transcurre entre charlas entre ellos y yo perdida en todo lo que me sucedió, estaba cansada, ¡oh, Dios! Realmente estaba agotada y no sabía hasta cuan podía aguantar.
—¿Podemos irnos? — me levanté del sillón donde estaba sola sentada y me acerqué a él que estaba de pie sosteniendo un vaso de whisky, y por impulso tal vez, entrelacé mis dedos con los de él y juro que me miró como nunca, no me asusté, no le tuve miedo y mucho menos demostraba algo malo en sus ojos, todo lo contrario, creo que se sorprendió tanto o más que yo al hacerlo, porque segundos más tardes me sonríe con mucha amabilidad y contestó como nunca lo había escuchado antes.
—Sí, vámonos.
Mostré una sonrisa de agradecimiento y él dejó la copa en la mesa sin soltar mi mano. Nos despedimos de los anfitriones de esta noche y el trayecto fue una locura por todo lo que he llegado a sentir en ese momento.—¿Me dejarás hablar con Claudia?
Suspira y presiona levemente el agarre en el volante.
—Hablarás con ella.
Relajé cada extremidad de mi cuerpo y sonreí bajando la mirada. Él giró su rostro hacia la ventana y la magia nos hundió en aquel instante.
Era real todo esto, no parecía el mismo hombre desde que entrelacé nuestras manos, no sé, es como si su bestia se escondió por un momento para demostrar a alguien diferente y, sin embargo, me gustaba como me sentía ahora mismo porque no sentía miedo, ya que no me transmitía eso.
—Toma tu celular y llama a tu amiga, pero te aviso que si se te ocurre hacer alguna tontería no vas a acabar bien.
Me entrega mi móvil y marqué rápidamente mientras él se marchó a su despacho, sonó el tono de llamada y después de días y días encerrada la voz de Claudia me reconfortó.
—Amiga—dijo nada más contestar—. Zoe, gracias a Dios, me tenías muy preocupada.
—Lo siento. — Fue lo único que dije por el momento, ya que mi garganta se asfixió del llanto que quería salir de mí—. Estos días fueron una locura, de hecho, tengo que pedirte un favor...—no termino de hablar cuando soltó una noticia que me dejó completamente perdida.
—Asesinaron a mi padre, Zoe, mi padre está muerto y estoy con el corazón roto. Te necesito, amiga.
Mis ojos se llenaron de lágrimas porque conocía al asesino del señor Richard, el mismo que me tiene secuestrada.
—No es cierto ¿no?
—Apareció su cuerpo hace unos días, y... estoy perdida, Zoe.
No tenía pensado contarle nada, ya que las amenazas de Edgar eran claras, pero al enterarme de que Richard ha muerto, no puede contenerme—. Escúchame bien, Claudia. Me tienen secuestrada y no sé qué será de mí, por favor avisa a la policía— miro a mis espaldas para asegurar que no estaba detrás de mí—. No te puedo contar ahora, solo haz lo que te digo, buscaré la ubicación de donde estoy y te la mando, por favor sé rápido no sé cuánto tiempo podré soportarlo.
No dejé que dijera nada más porque colgué para no perder el tiempo y aprovechar para ver donde me encontraba, le pasé la dirección y después apagué el celular para ir en busca de este hombre.
—¡¡Lo mataste!!—grité abriendo la puerta de su despacho y este me miró fijamente frunciendo el ceño—. Mataste a Richard.
Empecé a tirar todo lo que había encima de su escritorio y él no hizo nada solo me dejó que me desahogara del todo, y en el fondo necesitaba sacar todo lo que llevo dentro hasta que sentí que sus manos detenían las mías.
—¡Suficiente! —alzó su temerosa voz y el tiempo se detuvo mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas sin cesar.
Edgar¿Desde cuándo soy tan considerado? ¿Cuándo dejé de ser quien soy para ser otra versión de mí sin darme cuenta?, no, esto no es normal. Pasaron muchas mujeres en mi vida y ninguna provocó lo que esta niña me causaba.—Suficiente— detengo sus manos las cuales habían arrasado con todo mi escritorio—. No es algo que no te esperabas, era él o su hija, y gracias a ti decidí que fuera a él.—No, ¿por qué eres tan inhumano?, ¿por qué siento que eres la persona más mala que existe y a la vez algo extraño me causas?Observé cómo se expresaba sobre mí y esas lágrimas que caían sobre su rostro porque la había lastimado.—Eres un asesino que no tiene corazón, eres alguien que m
ZoeExtrañé gritar, anhele el calor de las mantas al sentirme arropada, el frío y húmedo lugar cubrían mi anatomía, me sentía perdida y muy asustada, temía que este fuera el último día de mi vida, después que ordenarami castigo, los días fueron pasando y sin perder la noción del tiempotranscurrierondos difíciles días en los que no vi la luz. ¿Tan mal le sentó que le dijera que amaba a mi novio?Quise entender que tal vez me mortificaba por el hecho de que la policía llegó a casa por mi culpa, pero no. Todo lo contrario. Se calmó de una manera tan mágica que yo misma estaba a punto de caer en ella, pero recordé que no podía ser nada de él y mucho menos por la manera que llegó a mi vida.Sin embargo, quiero verlo, extraño sentirl
Edgar¿Tarde? ¿Qué era tarde para el ser humano?¿Era cuando el tiempo se acababa para rectificar y querer volver a empezar?,¿o era cuando ya no hay más oportunidades para ser otra persona?Creo y no solo eso, sino que incluso mi interior me grita que Zoe eslaquellenarámi soledad, ella y yo somos de alguna manera parecidos en algo y sin pensarlo solo la quiero para mí, solo la deseo en mi cama, en mis noches y sin hablarenmis días. Y me pregunto ¿me he enamorado? No, claro que no. Amar es igual a ser borracho sin poder mantener el equilibrio. No puedo ni quiero sentirme así con nadie, y a todo eso la única explicación que encuentro es que me encapriché como ella dijo, a tal punto que quiero vivi
ZoeMe sentí enferma por lo que mi corazón me decía, me hablaba y me pedía que dejara que ese hombre encendiera en mi estómago ese cosquilleo que Luis no hacía, ¿ciertamente amaba a Luis? ¿O ese es el consuelo que uso para hacer que lo nuestro funcionara en su momento? Pienso y pienso y llego a la conclusión ¿él estará preocupado por mi repentina desaparición? ¿Me estará buscando? Quisiera creer que sí, claro que quiero pensar así.—¿No dormirás? — esa pregunta llega a mis oídos mientras tomaba aún el aire.—Iré en un rato, me siento bien aquí afuera— le dije a Edgar y él tomó asiento a mi lado&m
EdgarApenas había dormido en todo lo que quedó de noche, tenerla tan cerca y lejos a la vez es lo que me torturó y me tenía alterado todo el tiempo que ya lo siento un problema. ¿Qué tan importante se volvió para mí que me tiene confuso? ¿Desde cuándo una mujer huye de mis brazos?—Zeus, prepara todo para alejarme unos días de esta casa.Necesitaba irme por unos días para sacármela de la cabeza y aprovechar para terminar unos asuntos que tenía pendientesen Italia.—¿Y qué hacemos con la chica?—Que Ana se quede con ella el
ZoeMe la paso buscando una simple razón para dejarme llevar por Edgar, el día que lo conocí temblé por miedo, por su mirada que estaba llena de terror sin perder su belleza, pero ayer cuando me besaba todo cambió y dio un giro en mi interior y quería más y más. Quería llegar con él a lo prohibido, pero la imagen de Luis y como me trató este peligroso hombre me hicieron parar causando en él un enfado evidente.—¡Buenos días! — saludé a Ana al bajar y entrar a la cocina. Mis ojos miraban a los lados, a mis espaldas con la esperanza de ver a Edgar, pero no estaba.—¡Buenos días!, ¿quieres desayunar?Asentí — ¿Edgar está en casa?—No, salió de viaje.Alcé las cejas y me sent&iacut
EdgarAun así, Zoesigue sin entenderque no se me escapa absolutamente nada, que cada uno de mis empleados los tengo controlados. No soy de fiarme a la ligera de los demás y para ver su lealtad primero deben demostrarlo.—¿Qué vamos a hacer? Solo da la orden y este tipo desaparece del mapa.Zeus me ve nervioso.—¿Qué cambiaría?Negué con la cabeza.—Sé que ella no lo ama, lo sé, joder—grité—. Regresamos a casa.De que me había servido alejarme estos días si han sido los más difíciles que he pasado sabiendo que la tenía lejos.—Busca información sobre ese hombre— le pedí a Zeus montando en el avión ymientras piensoque debo hacer con Zoe.<
ZoeAunque a ratos me siento en lo más profundo de las miserias, él mismo causante de esta es capaz de hacerme sentir en la gloria.Me había entregado a él, me hizo suya de una manera tan arrebatadora que ahora que lo tengo tan cerca, siento que no hay nada más delirante que tenerlo de este modo.—¿Qué cambió ahora que me entregué a ti?Este alzó su rostro mientras el mío descansaba sobre su pecho.—¿Qué debe cambiar?Lo sentí serio.—¿No cambiará nada?—No, Zoe. Y no te creas que esto me ha hecho olvidar lo que hiciste.—Era necesario, Edgar— lo busqué con la mirada.—No lo era.—No puedes poner un punto final entre dos