Edgar
Soy y siempre seré lo que soy ahora, no seré compasivo con nadie, aunque mi corazón me pida que sea cuidadoso con esa mujer que ahora está encerrada entre la oscuridad y el frío, no quiero equivocarme, jamás me tropecé y no puedo hacerlo ahora porque sus ojos despertaron en mí un deseo que no creí tener por una chica como ella.
—Joven, Edgar, sé que no debería pedirle este favor, pero...— se detiene mientras me servía la cena.
—Adelante, Ana, pide lo que quieras. Llevas tiempo a mi lado y prácticamente te considero como una madre, ¿no crees?
¡¿Una madre!? Curioso.
— Es por la joven que tienes en la habitación subterránea.
—No continúes— añadí de manera tajante.
—Lleva días sin comer y ahora en esas condiciones...
—Se lo buscó ella misma. No hay más que añadir.
—Si, joven.
Alcé mi cabeza hacia arriba y cerré los ojos para pensar que era lo que tenía que hacer con ella, Richard estaba muerto, pero ella vio cosas que no tenía que ver y si la libero ¿qué podría pasar?
Sonreí solo—. Nada, no pasará absolutamente nada porque soy el que dirige los operativos antiterroristas.
¡Boom! ¿Quién lo diría?, ¿no? Estudiar para ser más que un jefe de operativos antiterroristas es algo que nadie espera de un mafioso, pero la inteligencia es la llave del éxito.
—Mañana se arma el operativo para capturar al lagarto, retira mis hombres de ahí sin levantar sospechas— Zeus y yo coordinamos el plan y bueno al fin y al cabo el lagarto es un camello más, y eso no afecta en lo mío.
—Entendido, pero sabes que cuando llegan estos tipos de redadas policiales me pongo nervioso, no quiero que nadie... — lo interrumpo.
—¿Acaso no sabes quién soy? ¿Olvidaste de dónde vengo y cuáles son mis intenciones? No hay nada de qué preocuparse, a diferencia de ser el encargado de las operaciones secretas para detener a los malos me da la ventaja de apartar toda sospecha del famoso rey.
Zeus sonríe porque así es como me llaman los buenos, "el rey de los malos" pero ¿saben quién es? ¿Cómo se llama? ¿Cómo es? La respuesta es; no. Nadie conoce de quién se trata el gran hombre que todos buscan, y ¿por qué? Simplemente que cada uno tiene a alguien o algo que perder y les beneficia mantener la boca cerrada que abrirla.
Un largo suspiro sale de mí mientras mi cuerpo descansa sobre la cama, mis ojos miran al techo y me pierdo en la imagen de Zoe, me olvido de quien soy y me convierto en otro al recordar cada palabra que decía, en cómo me gritaba que no me tenía miedo y sé que eso no era verdad, ella teme todo lo que ve de mí y se nota a simple vista.
—Maldita sea— susurré y me doy la vuelta para cerrar los ojos, pero se me es imposible.
¿Qué tenía que hacer? Era inasequible doblarme ante nadie, no soy capaz de hacerlo y mucho menos lo haré con esta chiquilla.
—Sal de mi cabeza— grito desesperado por dejar de pensar en ella.
Hay personas que llegan a nosotros de una manera tan peculiar que no nos damos cuenta de que llevan un significado y un porqué hasta que enloquecemos de alguna manera u otra, y ahora mismo que estoy solo quiero que amanezca para bajar y ver que está bien y que mi castigo no la lastimó—. Vamos, Edgar tú no eres así— me repito.
Claro que no soy así, me enseñé a mí mismo que nadie debe darme pena por muy qué rueguen por su vida.
No me hizo nada, no lo hizo. Entonces ¿por qué no la dejo marchar? Una pregunta que sabía que no tenía respuesta en este momento.
—Zeus, saldremos en diez minutos— digo y me termino de vestir para salir poniendo rumbo a liberar a la chica.
—¡Espero que hayas dormido bien!
Dije nada más verla y ella se alzó del suelo para mirarme fijamente.
—No busques problemas conmigo, créeme que no soy bueno para aguantar tonterías de niñas.
Sigue mirándome de igual manera.
—Sigo sin tenerte miedo, señor.
—No lo hagas, pero obedece y todo irá bien.
—¿Me liberarás si obedezco?
Me quedé pensando en su pregunta, la misma que me hice ayer y no encontré respuesta alguna.
—No.
—¿Por qué?
—No quiero, no me da la gana y puedo retenerte sin problema.
Sabía que mi frialdad era lo que más temía por fuerte que se ha construido estos últimos días que llevaba en mi casa.
—Hay ropa en tu habitación, lávate, y come.
No dice nada.
Me acerco a ella y a muy pocos centímetros de sus labios digo— sé buena y no habrá más castigos.
Uno de mis hombres la saca del agujero en el que se encontraba y se marchan dejándome solo en aquel intenso espacio.
Negué con la cabeza al pensar que esos labios suyos que me llaman a distancia mientras los míos piden de ellos.
Definitivamente, no soy el mismo de siempre.
Cerré ese lugar y puse rumbo a mi trabajo, así es, la que uso de tapadera.
—Inspector, encontramos también cuentas en el extranjero con grandes sumas de dinero, al parecer usaba las cuentas a nombre de sus hijas.
—Vale, gracias le echaré un vistazo.
Me entregó los documentos y mira por dónde que el maldito camello oculta cifras altas de dinero, ¿tanto dinero por ser lo que es?
Sacudí la cabeza y pensé que no solo estafó a la ley sino a mí y a mis otros socios.
No había nadie que pueda jugármela sin que yo sepa cómo empieza y termina el juego.
ZoeHe de decir que solo me tiene encerrada físicamente estaría mintiendo porque ocupa mi mente también y este no sale de ella.Ser culpable de algo que no hice es como firmar una sentencia de muerte sin tenerla merecida, pero también quiero pensar que, pase lo que pase es porque así tenía que suceder.—Me alegra verla de vuelta, señorita— la mujer del servicio me subió el desayuno y su sonrisa es tan bella yme trasmite tantaconfianzaque me siento bien por unos pocos segundos.— Gracias, señora.—¡Oh, no! Solo llámame, Ana.—Ana... vale. ¡Gracias, Ana!Su mirada va dirigida a mi cabello húmedo y me pidepermiso para desenredar mi melena.Al principio me extrañé, pero luego asentí y ella parec&iac
EdgarSiempre fue tarde para hacer las cosas bien, tarde o temprano llegamos a ser una versión que acabará por destruirnos a nosotros mismos, pero que no queda de otra que seguir el mismo camino para no soltar nada de lo que se construyó durante años, aunque eso quiera decir sufrir de alguna manera.—Inspector, a la espera de su orden— dice uno de los policías.—¡Adelante!Dirigir una operación contra alguien que trabajó para mí es algo que nadie sabe excepto yo para seguir reinando el gran imperio que tengo en mis manos.Los disparos empiezan a sonar dentro del escondite del lagarto y poco a poco el operativo se lleva a cabo con éxito.—¡Buen trabajo, chicos! — felicité a mi equipo y después me deshice del chaleco antibalas y me despedí.
ZoeHabía una pequeña posibilidad ahora que estaba caminando hacia la cocina con aquella mujer. Tenía que escapar.—Oiga, señora, ayúdeme a huir, ese hombre me tiene secuestrada. — Le pedí a la mujer, pero ella solo sujetó mi mano y me sonrió.—No intentes hacer algo que no terminará bien, conozco a Edgar y no hay nadie que no le tema, incluso mi marido es incapaz de hacer nada sin su autorización.—Pero es un delito lo que está haciendo conmigo— mi voz salió en un hilo.—Si aún no se ha deshecho de ti es porque algo cambió en ese rudo hombre.—No entiendo, ¿qué quiere decir?—Realmente nada, solo que te dejes llevar y él mismo te soltará. No fuerces tu libertad.Cerré
Edgar¿Desde cuándo soy tan considerado? ¿Cuándo dejé de ser quien soy para ser otra versión de mí sin darme cuenta?, no, esto no es normal. Pasaron muchas mujeres en mi vida y ninguna provocó lo que esta niña me causaba.—Suficiente— detengo sus manos las cuales habían arrasado con todo mi escritorio—. No es algo que no te esperabas, era él o su hija, y gracias a ti decidí que fuera a él.—No, ¿por qué eres tan inhumano?, ¿por qué siento que eres la persona más mala que existe y a la vez algo extraño me causas?Observé cómo se expresaba sobre mí y esas lágrimas que caían sobre su rostro porque la había lastimado.—Eres un asesino que no tiene corazón, eres alguien que m
ZoeExtrañé gritar, anhele el calor de las mantas al sentirme arropada, el frío y húmedo lugar cubrían mi anatomía, me sentía perdida y muy asustada, temía que este fuera el último día de mi vida, después que ordenarami castigo, los días fueron pasando y sin perder la noción del tiempotranscurrierondos difíciles días en los que no vi la luz. ¿Tan mal le sentó que le dijera que amaba a mi novio?Quise entender que tal vez me mortificaba por el hecho de que la policía llegó a casa por mi culpa, pero no. Todo lo contrario. Se calmó de una manera tan mágica que yo misma estaba a punto de caer en ella, pero recordé que no podía ser nada de él y mucho menos por la manera que llegó a mi vida.Sin embargo, quiero verlo, extraño sentirl
Edgar¿Tarde? ¿Qué era tarde para el ser humano?¿Era cuando el tiempo se acababa para rectificar y querer volver a empezar?,¿o era cuando ya no hay más oportunidades para ser otra persona?Creo y no solo eso, sino que incluso mi interior me grita que Zoe eslaquellenarámi soledad, ella y yo somos de alguna manera parecidos en algo y sin pensarlo solo la quiero para mí, solo la deseo en mi cama, en mis noches y sin hablarenmis días. Y me pregunto ¿me he enamorado? No, claro que no. Amar es igual a ser borracho sin poder mantener el equilibrio. No puedo ni quiero sentirme así con nadie, y a todo eso la única explicación que encuentro es que me encapriché como ella dijo, a tal punto que quiero vivi
ZoeMe sentí enferma por lo que mi corazón me decía, me hablaba y me pedía que dejara que ese hombre encendiera en mi estómago ese cosquilleo que Luis no hacía, ¿ciertamente amaba a Luis? ¿O ese es el consuelo que uso para hacer que lo nuestro funcionara en su momento? Pienso y pienso y llego a la conclusión ¿él estará preocupado por mi repentina desaparición? ¿Me estará buscando? Quisiera creer que sí, claro que quiero pensar así.—¿No dormirás? — esa pregunta llega a mis oídos mientras tomaba aún el aire.—Iré en un rato, me siento bien aquí afuera— le dije a Edgar y él tomó asiento a mi lado&m
EdgarApenas había dormido en todo lo que quedó de noche, tenerla tan cerca y lejos a la vez es lo que me torturó y me tenía alterado todo el tiempo que ya lo siento un problema. ¿Qué tan importante se volvió para mí que me tiene confuso? ¿Desde cuándo una mujer huye de mis brazos?—Zeus, prepara todo para alejarme unos días de esta casa.Necesitaba irme por unos días para sacármela de la cabeza y aprovechar para terminar unos asuntos que tenía pendientesen Italia.—¿Y qué hacemos con la chica?—Que Ana se quede con ella el