Linda se sentó en la silla al lado de la cama de su padre tomando su mano, no dejaba de mirarlo.
Miriam se acercó a Rosalía y le reclamó en voz baja. “¿Por qué estás aquí?”.
Rosalía sonrió burlonamente. “¿Por qué no? Te recuerdo que es mi padre”. Le recriminó al instante.
Miriam hizo una mueca girando a ver a su hija que seguía ocupada. “Dejó de ser desde que tu padre desde que te echo de nuestra casa, no tienes nada que hacer aquí”.
Rosalía no podía creer lo hipócrita que era la mujer y levantó la mirada advirtiéndole a la mujer mayor. “Sería mejor que guardaras silencio, podrías arrepentirte de hablarme así”.
Miriam resopló. “Nunca me arrepentiré, eres una basura que Mauricio desecho hace mucho tiempo”.
Rosalía la miró despectivamente. “No me hagas enojar o pediré que te saquen a ti y a tu hija de mi casa”.
Miriam se burló. “Ya no es tu casa”.
Rosalía sonrió. “¿Estás segura? La mansión es herencia de mis abuelos, por lo tanto, es de mi madre y al morir mis padres automáticamente pasa a mis manos”.
Miriam nerviosa negó . “Eso no puede ser, Mauricio era el único dueño”.
Rosalía la corrigió. “Te equivocas, la mansión está a nombre de mis abuelos, papá nunca pudo hacer el cambio de propietario porque hay diferentes cláusulas en las que solo los hijos legítimos de la familia Rinaldi tienen derecho”.
Miriam estaba asombrada, su esposo nunca le dijo sobre eso, todos estos años vivían tan bien, tenían varias propiedades, la mansión y una casa en la playa, creía que todo sería de ella al morir Mauricio.
Rosalía la miró con indiferencia. “Será mejor que cierres bien esa boca y dejes de estar molestándome o de lo contrario te echaré a ti y a tu hija de la mansión mañana mismo”.
Miriam negó asustada y se adelantó para pararse junto a su hija.
Rosalía las observaba a ambas, cuando ellas llegaron a su vida fue cuando empezó su sufrimiento…
………………………….
Recuerdo de Rosalía…
En la mansión, una bella mujer y una chica de unos 12 años jugaban con una pelota en el gran jardín, un hombre las veía correr por todo el lugar serio y en silencio, no podías imaginarte lo que él estaba pensando.
Eran los padres de Rosalía junto a ella disfrutando de la tarde.
La mujer resopló sentándose al lado del hombre. “Necesito agua”.
El señor Mauricio le entregó un vaso de limonada sonriéndole.
Rosalía era muy linda de pequeña, ella se acercó abrazando a su madre. “Mamá vamos, no hemos terminado de jugar”. Ella hizo un puchero.
María Otto era una mujer muy elegante y bella, era amable y de buen corazón. Tenía ojos azules y tez clara, su cabello era negro y largo.
Mauricio miró a su hija reprochando. “Deja descansar a tu madre, jugare contigo”.
Rosalía cruzó sus brazos. “No. Tú haces trampa”.
El señor miró a su hija entrecerrando los ojos. “No lo hago, eres muy pequeña para alcanzarme”. El corrió tomando la pelota.
Rosalía se apresuró a ir detrás de él mientras su madre la observaba jugar con su esposo, era muy feliz. La vida y la familia que ella siempre deseó estaban frente a ella.
Disfrutaba mucho de los momentos que su esposo estaba con ellas, él viajaba mucho y había temporadas en que no regresaba en semanas.
Su madre la señora María se levantó caminando y rozando con sus dedos los hermosos rosales alrededor de la mansión, sonreía alegre, ella los adoraba, los cuidaba personalmente, había de muchos colores, pero en el jardín solo había rosas rojas.
Rosalía también amaba las rosas, su madre empezó a enseñarle cómo cuidarlas y juntas tenían todo alrededor hermoso.
Un año después…
Rosalía terminaba sus tareas esperaba la llegada de sus padres para comer juntos, de repente escucharon gritos abajo en la sala, abrió la puerta con sigilo y caminó hacia las escaleras, quedándose arriba con miedo.
Su papá llegaba hoy de un viaje de varias semanas y su madre había ido a recogerlo al aeropuerto temprano. Ellos tenían una fuerte discusión en la sala.
“¡¿Cómo pudiste?! ¡Confié en ti!”. Su madre le gritaba a su papá, lloraba incontrolable y se estiraba el cabello caminando por la sala.
El señor Mauricio le explicaba tratando de calmarla quería tomar sus manos, pero su esposa se negaba. “Es mentira, no debes creerlo, es solo un chisme”.
“¡Las fotos no son chismes, estuviste todo este tiempo con ella! Por eso todos los viajes”. Ella le mostró varias fotos que Rosalía no podía ver desde donde estaba, su madre las aventó a la cara de su padre.
Mauricio ignoró las fotos y se acercó. “Por favor tranquilízate, hablemos”.
Ella negó y se zafó del agarre de su esposo. “Te di todo… mi amor, mi empresa ¡Todo! y me haces esto”.
Rosalía no comprendía mucho, aunque su padre tenía un carácter fuerte y serio, ellos siempre eran cariñosos entre sí y no peleaban, eran una pareja envidiable ante la gente, ella se alejó del pasillo regresando a su habitación sin cerrar la puerta escuchando como peleaban y rompían cosas, ambos gritaban mucho, ella solo se tapó los oídos con sus manos llorando, su madre salió y bajó por las escaleras ofuscada.
Su padre la siguió tratando de detenerla, ambos salieron de la casa.
Rosalía cerró la puerta de su habitación extrañada por toda la situación. Se quedó pensando por qué discutían.
A la mañana siguiente ella despertó y se preparó para ir a la escuela, bajo al comedor y sus padres no estaban.
Se acercó a la ama de llaves Laura era una mujer mayor que había cuidado de ella y de su madre desde que nacieron. “¿Dónde están mis padres?”.
La mujer miró a Rosalía angustiada. “Tú mamá está descansando en su habitación, tu padre se fue temprano de viaje”.
“Pero… ¿Acaba de llegar ¿Por qué se fue?”. A Rosalía le extrañó que su padre se haya marchado tan rápido.
La mujer solo negó, no sabía que decirle a la chica.
Se escuchó ruido en las escaleras, la ama de llaves y Rosalía salieron de la cocina y observaron a María con una maleta. “Mamá ¿A dónde vas?”. Rosalía estaba intrigada, su madre se iba de viaje y su padre no estaba. Su madre se acercó y acarició su mejilla. “Tengo que salir de viaje, volveré en unos días”. Se alejó de ella caminando a la puerta. Rosalía la detuvo. “Pero ¿A dónde?”. Su madre la abrazo fuerte y se retiró un poco de ella mirándola a los ojos. “Nunca confíes en nadie, no dejes que se aprovechen de ti, nunca ¿Entendiste?”. Rosalía asintió. María le dio un beso en la mejilla y le sonrió, para después salir de la mansión. Rosalía se quedó en silencio pensando en las palabras de su madre, cuando reaccionó su madre ya no estaba. Días después su padre volvió. Rosalía al escuchar el auto se asomó a la ventana, su madre nunca se ausentaba tanto tiempo y estaba muy preocupada, ninguno le contestaba las llamadas. Al bajar y entrar a la sala, encontró a su padre con una mu
Miriam tomó la mano de Mauricio. “No te preocupes se le va a pasar”. Ella trató de calmarlo regalándole una bonita sonrisa mientras por dentro se burlaba de la niña. Mauricio asintió y entró a la casa, Linda estaba escondida cerca de la puerta llorando, sabían que las rosas eran de la madre de Rosalía, le dolía toda la situación, pero no podía hacer nada. Los sirvientes también agacharon la cabeza y siguieron podando el hermoso jardín, el ama de llaves Laura los ayudaba llorando, sabía que esto que estaban destruyendo era un tesoro de Rosalía y su madre”. Días después… Rosalía estaba en su cuarto terminando algunas tareas cuando Laura entró apurada y nerviosa. “Niña”. Rosalía la observó frunciendo el ceño al ver el semblante asustado de la ama de llaves. “¿Qué pasa?”. Rosalía no había querido bajar en todo el día, se escuchaba ruido en el piso de abajo desde temprano imaginaba que Miriam hacía cambios en la casa. La mujer mayor se acercó tomando la mano de Rosalía. “Necesita b
Estaban juntos en su habitación, Guillermo estaba recostado en la cama de Rosalía leyendo un libro mientras ella terminaba de recoger sus cosas cuando la puerta se escuchó, Rosalía pidió que entraran, era Linda, ella acababa de llegar después de estudiar en el extranjero. “Rosalía”. Guillermo levantó la vista para ver a la chica, le resultó muy parecida a Rosalía, era bonita como su hermana, pero esos ojos cafés claros y su sonrisa tímida lo conmovieron al instante. Guillermo la había visto en otras ocasiones, pero hoy era diferente, estaba más alta y más madura ya no era la niña que conocía. Linda al ver al chico se sonrojo, era alto y de tez clara, su sonrisa al instante la emocionó, su estómago revoloteo. Rosalía observó a ambos y frunció el ceño, molesta preguntó a su hermana. “¿Qué quieres?”. “Mamá pregunta si tu amigo se quedará a cenar”. Miriam a pesar de los años fingía tener una buena relación con Rosalía ante el mundo. “Iremos en un momento”. Rosalía le dijo sacándola
Rosalía garantizó que así sería. La mujer revisó su reloj. “Tengo que volver, solo dije que iría a comprar la despensa”. La chica entendió y volvió a abrazarla antes de que se fuera. “Gracias por venir”. Laura se despidió dejándola ahí en medio de los jardines, Rosalía deambulaba mirando como sus compañeros se tomaban fotos con amigos y familiares, ella estaba sola, se encontró con la mirada de Guillermo que le sonrió, estaba con sus padres, ella solo se abrazó a sí misma, Guillermo nunca la había presentado ni como amiga, todo lo que tenían era un secreto de ellos dos, ella se dio la vuelta caminando hasta las aulas. Fue a recoger sus cosas para irse, su mochila estaba en su silla, pero antes de recogerla camino hasta la ventana donde podías ver todo el panorama, un sentimiento de vacío apareció en su corazón mirando como todos festejaban a los alumnos y pensó en su mamá. La puerta se escuchó, Rosalía giró encontrándose con Guillermo de pie en la puerta. “¿Qué haces aquí?”.
Rosalía reprimió todo su dolor y sonrió de forma amistosa levantándose de la mesa. “Me alegro por ustedes”. Las palabras salían amargas de su boca. Rosalía quería salir de ahí rápidamente. “Tengo que irme”. Linda la detuvo tomándola de la mano. “Comamos los tres juntos, tenemos mucho de qué hablar”. Linda siempre quiso llevarse bien con su hermana, pero las cosas siempre se complicaban por culpa de su madre, ahora quería cambiar eso y tratar de llevar una buena relación. Los ojos de Linda eran suplicantes, Rosalía no estaba segura de aceptar, Guillermo no había dicho nada en todo el tiempo que estuvieron ahí, al final aceptó después de tanta insistencia, la comida fue algo incomoda, Linda no se dio cuenta pero Guillermo estaba en silencio todo el tiempo, mientras ella parloteaba de la forma tan romántica en que Guillermo la persiguió y se le declaró, salieron algunas veces y era muy insistente, lleno su casillero de flores y le pidió frente a todos en el restaurante de su madre
Al terminar, él se recostó a su lado agitado, mientras Rosalía recobraba el sentido, suspiro largo esperando a que su corazón se calmara, palpitaba tan desenfrenadamente, Guillermo la atrajo más a él abrazándola por detrás, ambos se quedaron dormidos. Mas tarde Rosalía despertó al sentir el movimiento y ruido, Guillermo dejó el teléfono en la cama, terminaba una llamada y estaba vistiéndose, al verla despierta él sonrió robándole un beso rápido. “Me tengo que ir, recogeré a Linda en la escuela”. Rosalía preguntó. “¿No puedes quedarte?”. Era más como una súplica. Guillermo se giró y le explicó para que entendiera. “Ella es mi novia, debo estar ahí”. Rosalía se quedó muda con lágrimas amenazando con salir, Guillermo tomó su teléfono y le dijo algo más, pero ella solo asintió en silencio obedeciendo, él salió de la habitación dejando el lugar en un silencio abrumador, Rosalía se aferró a sus piernas abrazándose y lloró incontrolablemente. Fin del Recuerdo de Rosalía… ……………………..
Ella no abrió la puerta esperando a que se fuera. Álvaro dijo desde el otro lado tocando de nuevo. “Sé que estás ahí Rosalía, hablemos”. Ella hizo un mohín y fue a la cocina buscando más vino, relleno otra copa mientras escuchaba a Álvaro murmurar desde afuera, ella se recargo en el respaldo del sillón pensando si abrir o no mientras balanceaba su copa mirando el líquido. El hombre no dejaba de tocar y hablar. “No me iré hasta que abras, tenemos que hablar”. Álvaro le advertía. Al no tener respuesta recargo su frente en la puerta y con voz suplicante empezó a hablar más calmado. “Por favor... Rosalía, te juro que mi esposa no se va a enterar, te deseo tanto… estoy dispuesto a hacer lo que quieras… Me divorciaré si me lo pides… por favor abre…” Rosalía negó con la cabeza ya cansada de la palabrería del hombre, tomo su teléfono e hizo una llamada, unos minutos después unos hombres vestidos de negro llegaron frente a él, Álvaro estaba recargado en la puerta, al verlos se levantó. Lo
Rosalía hablaba en voz alta para que todos escucharan, pero se dirigía al señor Arista en particular. “Como sabrá, la empresa... antes Corporación Rinaldi, era propiedad de mis abuelos maternos… de la familia Rinaldi para ser más específica, al morir ellos, mi madre se quedó a cargo de todo, en el testamento se especifica que solo un Rinaldi puede heredar, así que todo es mío”. Lo último lo dijo tajante. El hombre apretó los puños. “Tú le entregaste todo a tu padre cuando eras joven y no podías manejar la empresa”. Rosalía recordó aquel momento, su padre la convenció de que sería lo mejor para todos si él se encargaba de la empresa, le dijo que había problemas que solo podía solucionar dándole el poder, ella confió en su padre y esperaba que esto mejorará su relación, pero estaba equivocada. Rosalía solo imitó lo que su padre hizo al quitarle las acciones a Linda. Se podría decir mejor que ella recuperó sus acciones. Ella sonrió maliciosamente. “Verá señor Arista… Mi padre me hiz