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CAP 4 VIDA FELIZ

Linda se sentó en la silla al lado de la cama de su padre tomando su mano, no dejaba de mirarlo.

Miriam se acercó a Rosalía y le reclamó en voz baja. “¿Por qué estás aquí?”.

Rosalía sonrió burlonamente. “¿Por qué no? Te recuerdo que es mi padre”. Le recriminó al instante.

Miriam hizo una mueca girando a ver a su hija que seguía ocupada. “Dejó de ser desde que tu padre desde que te echo de nuestra casa, no tienes nada que hacer aquí”.

Rosalía no podía creer lo hipócrita que era la mujer y levantó la mirada advirtiéndole a la mujer mayor. “Sería mejor que guardaras silencio, podrías arrepentirte de hablarme así”.

Miriam resopló. “Nunca me arrepentiré, eres una basura que Mauricio desecho hace mucho tiempo”.

Rosalía la miró despectivamente. “No me hagas enojar o pediré que te saquen a ti y a tu hija de mi casa”.

Miriam se burló. “Ya no es tu casa”.

Rosalía sonrió. “¿Estás segura? La mansión es herencia de mis abuelos, por lo tanto, es de mi madre y al morir mis padres automáticamente pasa a mis manos”.

Miriam nerviosa negó . “Eso no puede ser, Mauricio era el único dueño”.

Rosalía la corrigió. “Te equivocas, la mansión está a nombre de mis abuelos, papá nunca pudo hacer el cambio de propietario porque hay diferentes cláusulas en las que solo los hijos legítimos de la familia Rinaldi tienen derecho”.

Miriam estaba asombrada, su esposo nunca le dijo sobre eso, todos estos años vivían tan bien, tenían varias propiedades, la mansión y una casa en la playa, creía que todo sería de ella al morir Mauricio.

Rosalía la miró con indiferencia. “Será mejor que cierres bien esa boca y dejes de estar molestándome o de lo contrario te echaré a ti y a tu hija de la mansión mañana mismo”.

Miriam negó asustada y se adelantó para pararse junto a su hija.

Rosalía las observaba a ambas, cuando ellas llegaron a su vida fue cuando empezó su sufrimiento…

………………………….

Recuerdo de Rosalía…

En la mansión, una bella mujer y una chica de unos 12 años jugaban con una pelota en el gran jardín, un hombre las veía correr por todo el lugar serio y en silencio, no podías imaginarte lo que él estaba pensando. 

Eran los padres de Rosalía junto a ella disfrutando de la tarde. 

La mujer resopló sentándose al lado del hombre. “Necesito agua”. 

El señor Mauricio le entregó un vaso de limonada sonriéndole. 

Rosalía era muy linda de pequeña, ella se acercó abrazando a su madre. “Mamá vamos, no hemos terminado de jugar”. Ella hizo un puchero. 

María Otto era una mujer muy elegante y bella, era amable y de buen corazón. Tenía ojos azules y tez clara, su cabello era negro y largo. 

Mauricio miró a su hija reprochando. “Deja descansar a tu madre, jugare contigo”. 

Rosalía cruzó sus brazos. “No. Tú haces trampa”. 

El señor miró a su hija entrecerrando los ojos. “No lo hago, eres muy pequeña para alcanzarme”. El corrió tomando la pelota. 

Rosalía se apresuró a ir detrás de él mientras su madre la observaba jugar con su esposo, era muy feliz. La vida y la familia que ella siempre deseó estaban frente a ella.

 Disfrutaba mucho de los momentos que su esposo estaba con ellas, él viajaba mucho y había temporadas en que no regresaba en semanas. 

Su madre la señora María se levantó caminando y rozando con sus dedos los hermosos rosales alrededor de la mansión, sonreía alegre, ella los adoraba, los cuidaba personalmente, había de muchos colores, pero en el jardín solo había rosas rojas.

Rosalía también amaba las rosas, su madre empezó a enseñarle cómo cuidarlas y juntas tenían todo alrededor hermoso.

Un año después…

Rosalía terminaba sus tareas esperaba la llegada de sus padres para comer juntos, de repente escucharon gritos abajo en la sala, abrió la puerta con sigilo y caminó hacia las escaleras, quedándose arriba con miedo. 

Su papá llegaba hoy de un viaje de varias semanas y su madre había ido a recogerlo al aeropuerto temprano. Ellos tenían una fuerte discusión en la sala. 

“¡¿Cómo pudiste?! ¡Confié en ti!”. Su madre le gritaba a su papá, lloraba incontrolable y se estiraba el cabello caminando por la sala. 

El señor Mauricio le explicaba tratando de calmarla quería tomar sus manos, pero su esposa se negaba. “Es mentira, no debes creerlo, es solo un chisme”. 

“¡Las fotos no son chismes, estuviste todo este tiempo con ella! Por eso todos los viajes”. Ella le mostró varias fotos que Rosalía no podía ver desde donde estaba, su madre las aventó a la cara de su padre. 

Mauricio ignoró las fotos y se acercó. “Por favor tranquilízate, hablemos”. 

Ella negó y se zafó del agarre de su esposo. “Te di todo… mi amor, mi empresa ¡Todo! y me haces esto”. 

Rosalía no comprendía mucho, aunque su padre tenía un carácter fuerte y serio, ellos siempre eran cariñosos entre sí y no peleaban, eran una pareja envidiable ante la gente, ella se alejó del pasillo regresando a su habitación sin cerrar la puerta escuchando como peleaban y rompían cosas, ambos gritaban mucho, ella solo se tapó los oídos con sus manos llorando, su madre salió y bajó por las escaleras ofuscada. 

Su padre la siguió tratando de detenerla, ambos salieron de la casa. 

Rosalía cerró la puerta de su habitación extrañada por toda la situación. Se quedó pensando por qué discutían. 

A la mañana siguiente ella despertó y se preparó para ir a la escuela, bajo al comedor y sus padres no estaban. 

Se acercó a la ama de llaves Laura era una mujer mayor que había cuidado de ella y de su madre desde que nacieron. “¿Dónde están mis padres?”. 

La mujer miró a Rosalía angustiada. “Tú mamá está descansando en su habitación, tu padre se fue temprano de viaje”. 

“Pero… ¿Acaba de llegar ¿Por qué se fue?”. A Rosalía le extrañó que su padre se haya marchado tan rápido. 

La mujer solo negó, no sabía que decirle a la chica.

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