Nueva historia... déjame tus comentarios para seguir mejorando... Soy Ara Yi Escritora... ¡Buena lectura!
Estaban juntos en su habitación, Guillermo estaba recostado en la cama de Rosalía leyendo un libro mientras ella terminaba de recoger sus cosas cuando la puerta se escuchó, Rosalía pidió que entraran, era Linda, ella acababa de llegar después de estudiar en el extranjero. “Rosalía”. Guillermo levantó la vista para ver a la chica, le resultó muy parecida a Rosalía, era bonita como su hermana, pero esos ojos cafés claros y su sonrisa tímida lo conmovieron al instante. Guillermo la había visto en otras ocasiones, pero hoy era diferente, estaba más alta y más madura ya no era la niña que conocía. Linda al ver al chico se sonrojo, era alto y de tez clara, su sonrisa al instante la emocionó, su estómago revoloteo. Rosalía observó a ambos y frunció el ceño, molesta preguntó a su hermana. “¿Qué quieres?”. “Mamá pregunta si tu amigo se quedará a cenar”. Miriam a pesar de los años fingía tener una buena relación con Rosalía ante el mundo. “Iremos en un momento”. Rosalía le dijo sacándola
Rosalía garantizó que así sería. La mujer revisó su reloj. “Tengo que volver, solo dije que iría a comprar la despensa”. La chica entendió y volvió a abrazarla antes de que se fuera. “Gracias por venir”. Laura se despidió dejándola ahí en medio de los jardines, Rosalía deambulaba mirando como sus compañeros se tomaban fotos con amigos y familiares, ella estaba sola, se encontró con la mirada de Guillermo que le sonrió, estaba con sus padres, ella solo se abrazó a sí misma, Guillermo nunca la había presentado ni como amiga, todo lo que tenían era un secreto de ellos dos, ella se dio la vuelta caminando hasta las aulas. Fue a recoger sus cosas para irse, su mochila estaba en su silla, pero antes de recogerla camino hasta la ventana donde podías ver todo el panorama, un sentimiento de vacío apareció en su corazón mirando como todos festejaban a los alumnos y pensó en su mamá. La puerta se escuchó, Rosalía giró encontrándose con Guillermo de pie en la puerta. “¿Qué haces aquí?”.
Rosalía reprimió todo su dolor y sonrió de forma amistosa levantándose de la mesa. “Me alegro por ustedes”. Las palabras salían amargas de su boca. Rosalía quería salir de ahí rápidamente. “Tengo que irme”. Linda la detuvo tomándola de la mano. “Comamos los tres juntos, tenemos mucho de qué hablar”. Linda siempre quiso llevarse bien con su hermana, pero las cosas siempre se complicaban por culpa de su madre, ahora quería cambiar eso y tratar de llevar una buena relación. Los ojos de Linda eran suplicantes, Rosalía no estaba segura de aceptar, Guillermo no había dicho nada en todo el tiempo que estuvieron ahí, al final aceptó después de tanta insistencia, la comida fue algo incomoda, Linda no se dio cuenta pero Guillermo estaba en silencio todo el tiempo, mientras ella parloteaba de la forma tan romántica en que Guillermo la persiguió y se le declaró, salieron algunas veces y era muy insistente, lleno su casillero de flores y le pidió frente a todos en el restaurante de su madre
Al terminar, él se recostó a su lado agitado, mientras Rosalía recobraba el sentido, suspiro largo esperando a que su corazón se calmara, palpitaba tan desenfrenadamente, Guillermo la atrajo más a él abrazándola por detrás, ambos se quedaron dormidos. Mas tarde Rosalía despertó al sentir el movimiento y ruido, Guillermo dejó el teléfono en la cama, terminaba una llamada y estaba vistiéndose, al verla despierta él sonrió robándole un beso rápido. “Me tengo que ir, recogeré a Linda en la escuela”. Rosalía preguntó. “¿No puedes quedarte?”. Era más como una súplica. Guillermo se giró y le explicó para que entendiera. “Ella es mi novia, debo estar ahí”. Rosalía se quedó muda con lágrimas amenazando con salir, Guillermo tomó su teléfono y le dijo algo más, pero ella solo asintió en silencio obedeciendo, él salió de la habitación dejando el lugar en un silencio abrumador, Rosalía se aferró a sus piernas abrazándose y lloró incontrolablemente. Fin del Recuerdo de Rosalía… ……………………..
Ella no abrió la puerta esperando a que se fuera. Álvaro dijo desde el otro lado tocando de nuevo. “Sé que estás ahí Rosalía, hablemos”. Ella hizo un mohín y fue a la cocina buscando más vino, relleno otra copa mientras escuchaba a Álvaro murmurar desde afuera, ella se recargo en el respaldo del sillón pensando si abrir o no mientras balanceaba su copa mirando el líquido. El hombre no dejaba de tocar y hablar. “No me iré hasta que abras, tenemos que hablar”. Álvaro le advertía. Al no tener respuesta recargo su frente en la puerta y con voz suplicante empezó a hablar más calmado. “Por favor... Rosalía, te juro que mi esposa no se va a enterar, te deseo tanto… estoy dispuesto a hacer lo que quieras… Me divorciaré si me lo pides… por favor abre…” Rosalía negó con la cabeza ya cansada de la palabrería del hombre, tomo su teléfono e hizo una llamada, unos minutos después unos hombres vestidos de negro llegaron frente a él, Álvaro estaba recargado en la puerta, al verlos se levantó. Lo
Rosalía hablaba en voz alta para que todos escucharan, pero se dirigía al señor Arista en particular. “Como sabrá, la empresa... antes Corporación Rinaldi, era propiedad de mis abuelos maternos… de la familia Rinaldi para ser más específica, al morir ellos, mi madre se quedó a cargo de todo, en el testamento se especifica que solo un Rinaldi puede heredar, así que todo es mío”. Lo último lo dijo tajante. El hombre apretó los puños. “Tú le entregaste todo a tu padre cuando eras joven y no podías manejar la empresa”. Rosalía recordó aquel momento, su padre la convenció de que sería lo mejor para todos si él se encargaba de la empresa, le dijo que había problemas que solo podía solucionar dándole el poder, ella confió en su padre y esperaba que esto mejorará su relación, pero estaba equivocada. Rosalía solo imitó lo que su padre hizo al quitarle las acciones a Linda. Se podría decir mejor que ella recuperó sus acciones. Ella sonrió maliciosamente. “Verá señor Arista… Mi padre me hiz
TEXUS llegó a revolucionar miles de cosas, desde el trato de sus empleados, hasta la alta gama y variedad de sus productos. Ahora la corporación Otto y TEXUS se fusionarían para ser una sola. Rosalía cerró su carpeta inclinándose en la mesa. “Si alguien cree que esto no va a funcionar y tiene miedo de perder su dinero o no desea seguir con nosotros, puedo comprar sus acciones a un buen precio, piénsenlo, los estaré esperando”. Ella miró a Pablo y Melina, dándoles la orden de salir, los accionistas se quedaron hablando entre ellos, ahora discutían por toda la nueva situación y que sería lo que más les convenía, algunos accionistas nuevos o muy jóvenes que estaban tomando el lugar de sus padres estaban de acuerdo en seguir, otros que eran los accionistas viejos y machistas que no aceptaban a una mujer como jefa ya estaban planeando vender las acciones y retirarse. Rosalía se levantó de su lugar dándoles una última mirada a todos, los conocía, había estado estudiando a la gente en
Rosalía volvió a sus sentidos alejándose de Pablo, estaba a punto de caminar lejos, cuando él volvió a tomarla de la mano deteniéndola. “Rosalía…” Era una súplica, no quería verla aquí, no quería que otro hombre la tocara”. Ella lo miró detenidamente. “Suéltame Pablo”. “Te quiero tener”. El volvió a susurrarle cerca de sus labios mientras sostenía sus muñecas. Rosalía se burló. “¿Quieres tenerme? ¿Solo quieres sexo? Ve con tu bella esposa, esa que juega a la casita y te espera feliz, ve y métesela cuantas veces quieras a mi déjame en paz”. Ella se zafo alejándose, Pablo desesperado se recargo en la pared cubriéndose la cara, se giró golpeando la pared violentamente. Melina buscaba a su jefa entre la gente, de repente la vio caminar hasta ella y suspiró tranquila. Rosalía llegó tomando ambas bebidas rápidamente, necesitaba algo con que enfriarse. Melina notó la molestia de su jefa. “¿Qué pasó? ¿Le hizo algo el hombre con el que estaba?”. Rosalía negó. “Solo era el estúpido