CAPÍTULO LVII

El día lunes a las ocho de la mañana en punto estaban en la sala de guerra de la base esperando la llegada del Comandante Ksongan para su acostumbrada rutina. A las ocho con un minuto se proyectó una pantalla sobre la pared del estrado y el rostro de Enam Ksongan apareció con su habitual mirada sabia. Todos los agentes se pusieron firmes como si estuviera en persona con ellos y tras el protocolar saludo, comenzaron a distribuirse las tareas, a felicitar por los logros obtenidos, a discutir resultados de los casos públicos, etcétera. Finalmente, quedaron los agentes con misiones de alto riesgo y perfil, cada uno recibió, trasmitido al comunicador implantado en su oído, directo y discretamente, las indicaciones pertinentes y fueron retirándose de la sala.

Al final de la jornada solo quedaban Aston y Fira. Dieron un paso al frente y se enfrentaron a los ojos serenos de Enam. Les informó de la reunión en

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