APARENTE CALMA.

—Se encuentra en frío, condesa, y puede pescar un resfriado, recuerde que no ha estado muy bien de salud —giré para encontrarme con el rostro de Istvan.

—¡Nunca más se atreva a ponerme una mano encima!

—Disculpe, no era mi intención molestarla, pero llevo rato buscándola y parecía que se había perdido.

—No lo escuché —respondí seca.

—Eso lo dejó meridianamente claro, por eso me atreví a hacer lo que hice. —No dije nada ante su explicación—. Mariana fue a buscarla a su camarote, pero ya no estaba.

—Quería salir, como verá, tantos días inconscientes, ya me estaban volviendo una muerta viviente y quería estar a solas con mis pensamientos, conocer el barco… Algo que el láudano no me había permitido hacer —Istvan sonrió.

—¡Vaya! ¿De verdad le caigo tan mal?

—Debo reconocer que usted, Barón Pierre, no es de mi agrado —le expresé con toda la sinceridad posible—.

—No obstante, condesa, seguiré intentando obtener su confianza y también quiero felicitarla por la forma
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