CAPÍTULO 3

 AYÚDAME A ESCAPAR.

Zahida notó el enorme silencio que se ejecutó en la terraza.

¿Qué iba a hacer si la dejaba libre? Ni siquiera lo sabía, pero ella sería la vergüenza de su familia de por vida, y aunque tenía muchas lágrimas retenidas en sus ojos, ella puso todo de ella por no desmoronarse frente a su esposo.

Samir por fin resopló fríamente y mirándola con ojos serios, negó.

—No pienses en cosas buenas… Porque eso nunca sucederá… ¿O cómo ves los divorcios en nuestra nación? Eso no existe para nosotros, Zahida.

—Pero prefiero ser una deshonra en la vida del que me conozca, que seguir en este infierno…

Samir quitó la mirada de su cara y bajó a sus brazos.

—Se le dio a tu familia una dote jugosa, y tú nunca has pedido nada para ti… ¿Por qué quieres irte ahora? Además… Si te vas, ¿quién será la bolsa de sangre de Adilá?

Zahida tuvo que poner todo de ella para no levantarse y tirar el mantel y la comida en su ropa, pero apretó los puños y tembló de ira.

—Puedes encontrar a alguien más…

—Sabes perfectamente que tu tipo de sangre es muy raro, al igual que Adilá… por eso te elegí. Y… ¿Por qué debería usar la sangre de otra persona si ya está una disponible?

—¿Una? —Zahida dijo como un susurro—. Eres inhumano, Samir…

—Solo no te amo, Zahida, es muy sencillo de entender… ¿Qué pensaste? ¿Qué te casarías conmigo y me enamoraría de ti…? —Samir incluso rio—. Eso no pasaría… deberías dejar de soñar… —Dijo con prepotencia—. De hecho, si quiero llegar a ser rey, no puedo tener más de dos esposas antes de que llegue a ser el Emir de Omán…

—Que Alá cuide a Omán de ti… sería una desgracia…

Y sí, lo que menos pensó Zahida, es que este hombre pasara a la siguiente fase, cuando la abofeteó con fuerza, y todo de la mesa se cayó al suelo en el momento en que él se puso de pie.

—Te maldigo…

Zahida se giró con su cuerpo titilando y se levantó como si lo enfrentara.

—Yo te maldigo miles de veces… nunca serás feliz… nunca podrás… —Samir acortó la distancia y tomó su cuello con fuerza, y la estrelló contra la pared con furia.

Ella trató de luchar con él, pero en sus ojos evidenció que estaba sacado de su naturaleza, ante el enfrentamiento que ella había tenido.

Muchas cosas se cayeron al suelo haciendo un estruendo, y mientras ella luchaba por apartarse las manos, pudo notar que su puerta se abrió, y Adilá apareció abriendo los ojos ante la impresión.

—¡Samir! —Zahida la vio correr hacia su esposo, y tomar sus brazos como si lo halara—. Detente… no la dañes… detente…

Samir parecía estar ciego, y Adilá tuvo que gritar.

—Si ella muere, yo no tendré la posibilidad de recuperarme… por favor, piénsalo… no hagas un escándalo del que tu padre se pueda enterar, Samir… se enojará y te privará de tus derechos de herencia, y lo pagaremos muy caro…

Automáticamente, Samir soltó a Zahida dejándola caer al suelo mientras ella tosió, y Adilá fue enseguida a cerrar la puerta de la habitación mientras su respiración era agitada.

—Por Alá, Samir…

El príncipe se giró y abrazó rápidamente a Adilá, para luego besarla.

—Como se esperaba de la mujer que amo, es muy sensata…

Adilá tomó sus manos y las besó, y luego asintió tomando su rostro.

—Ella debe estar bien para dentro de cuatro días… es nuestra esperanza, Samir… —él afirmó besando sus mejillas con delicadeza, mientras las lágrimas de Zahida, por fin, se escurrieron en su rostro.

—Lo sé, perdona, pero ella me hace sacar lo peor de mí.

Adilá miró a Zahida en el suelo, y llamó a la criada en un grito.

Laya entró rápidamente y abrió los ojos, observando a Zahida tan frágil y derrotada. Ella no se atrevió a mirar a sus amos, pero fue a ayudar a Zahida que se negó.

—No, Laya… déjame… déjame…

—Señora, por favor…

—Mañana es el evento de mi padre, y si no fuese obligatorio, evidentemente no asistirías. Sin embargo, debes hacerlo a mi lado, dile a tu criada que te prepare para la noche… —Y despegándose de Adilá, la apuntó—. Y te lo advierto, Zahida… un error, solo uno, y tu propia familia, junto a ese padre moribundo que tienes, pagará las consecuencias…  Nadie se enterará de las transfusiones de sangre, y es mejor que comas por tu propio beneficio, si no quieres quedarte en ese sofá mientras te mueres, y además en el extranjero…

Samir tomó la mano de Adilá y cerró la puerta con fuerza, mientras Zahida lloraba amargamente, entre tanto Laya la abrazaba en el suelo.

—Tranquila señora… por favor, cálmese…

—¿Qué hice, Laya? ¿Qué fue lo que hice para merecer esto? ¡Dime por favor!

A Laya se le escurrieron las lágrimas también, y solo se quedó allí tirada, sobando la cabeza de su ama.

—Alá sabrá, mi señora…

—No, Laya… no… pido Alá que me ayude, porque no quiero seguir con esto… no quiero…

—Él lo hará mi señora, de eso estoy segura… lo hará.

Los minutos pasaron con lentitud esa noche, y Zahida no supo cuánto tiempo se quedaron allí juntas, hasta que sintió su rostro pegajoso con lágrimas secas.

Ella se despegó un poco, y miró a Laya.

—¿Qué evento habrá mañana por la noche? ¿Qué tan importante es Laya?

—El rey elegirá una tercera esposa, mi señora…

Zahida frunció el ceño y negó.

—Pero si solo está la madre de Samir…

—Recuerde que su segunda esposa murió cuando el príncipe tenía cinco años junto con su bebé… y el rey se había negado a elegir a otra, ahora ha anunciado que elegirá a su tercera esposa, aunque hay una gran tensión en el palacio. La reina Yassira no ha estado de buen humor, y los rumores se extienden hasta la cocina. Hay mucho trabajo para mañana en el palacio, porque muchos poderosos se reunirán en este palacio, y la seguridad debe ser minuciosa… 

Zahida se quedó mirando al vacío por un momento, pero su mente solo procesó que este era el momento perfecto para escapar.

Entonces rodó sus ojos hacia Laya, y tomó sus manos de forma inmediata.

—Laya, mañana es el momento…

—¿El momento? —Zahida asintió.

—Sí… y tú me ayudarás… Ayúdame a escapar…

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