SERÉ UNA BUENA ESPOSA. La mirada intensa del Emir se posó sobre Zahida, y un silencio incómodo llenó la habitación. La tensión en el aire era palpable, y Zahida podía sentir la presión de todas las miradas dirigidas hacia ella, entonces se mordió el labio inferior, sintiendo la necesidad de explicarse. —Lo siento… no era mi intención gritar… —comenzó Zahida, pero fue interrumpida por la mirada dura de Yassira. —¿Qué estás haciendo, Rania? ¿Cómo te atreves a expulsar a tus propios invitados? —preguntó Yassira, con una mezcla de arrogancia y desprecio. Zahida negó muchas veces, pero el Emir levantó la mano en un gesto para detener cualquier explicación adicional. Su expresión no revelaba ninguna emoción, pero sus ojos oscuros escudriñaban a Zahida con intensidad. —Si Rania quiere que se vayan, deben hacerlo, ella acaba de dar a luz y esta visita solo es un protocolo sin sentido. Zahida inhaló profundamente, sintiendo que, por primera vez en su vida, alguien colocaba su necesidad p
LAYA, SOY YO. Zahida estaba al borde del colapso cuando el Emir quiso besarla, y aunque toda la química de su cuerpo se disparó, ellos fueron interrumpidos por el llanto del bebé que los hizo despegar de inmediato. —Lo siento… —Hakim asintió, observando cada paso de ella, y notando como corría a atender a Omar con una delicadeza extrema. Notó la sonrisa en su boca, y como acarició a su hijo, para mecerlo en sus brazos. —Ya está… estoy aquí… —Hakim frunció su ceño levemente y se acercó a ella con sutileza. —Hoy ya estarás cansada, pero te daré unos días para recuperarte… quiero hacer una cena en tu honor… —Zahida lo miró mientras su corazón palpitaba con fuerza y asintió. —Gracias… El Emir miró a su hijo para acariciarlo, y luego tomó su boca en sus dedos. Se acercó lentamente para depositar un beso seco, y Zahida aspiró todo su aliento. —Descansa… lo necesitas… —ella parpadeó lentamente, viendo cómo él salía de su habitación, y se preguntó por qué no compartían una, juntos. —E
UNA CENA TENSA. —Fue hace un año exactamente… El príncipe solo dijo cosas terribles de usted, que tenía pensamientos suicidas desde hace mucho, y Adilá siempre apoyó su testimonio… Zahida sintió cómo se le amargaba la boca, y negó. —¿Hubo un sepelio? —Laya asintió. —Su padre asistió… —Y en ese momento Zahida se levantó. —Mi padre… —Pero Laya se apresuró a decir. —Siento darle esta noticia, pero él falleció unos meses después… A Zahida se le escurrieron las lágrimas al instante y si no fuera porque su bebé se incomodó de nuevo, ella no dejó de estar en shock. —El príncipe Omar… —Laya dijo en un susurro y Zahida se secó las lágrimas, viendo cómo Laya iba a acunarlo—. Es igual al rey… hermoso… Zahida pasó un trago duro. —Entonces… Esta mujer, Rania… ¿Se embarazó rápidamente? —Fue una sorpresa para todos… La señora Yassira está más irritable que nunca, y se corría el rumor, de que el rey iba a hacerla reina… bueno, a Rania… Zahida abrió los ojos, y miró la puerta. —La madre de
LA HABITACIÓN DEL REY. A pesar de que el Emir literalmente los había corrido, todos se sentaron en silencio en la mesa, mientras la cena era servida, entre tanto Zahida observó a Laya con su bebé, y le sonrió para levantar el rostro hacia el Emir. —Quiero hacerte una petición… —Susurró de forma baja a Hakim, pero en el momento otra persona, ingresó al comedor. Era esa mujer, la primera persona que vio cuando vino a este cuerpo, y que tenía su mano tomada cuando ella había tenido al bebé. Sus ojos se achicaron, y Laya se pegó a ella para decir. —La madre de Rania… Hadara. Y Zahida lo entendió todo. —Lamento la demora… —la mujer dijo sentándose muy cerca de Yassira, y Zahida sonrió hacia ella de manera forzosa, y luego, sintió cómo su mano era entrelazada por el Emir. Cosa que la tomó desprevenida en su totalidad. Sus ojos bajaron a esa mano grande que cubría toda la de ella, y a esa sensación que sacudía su cuerpo entero volvía a hacer que su mente quedara en blanco. —¿Decías?
LA PRIMERA VEZ. La habitación del rey se sumió en un silencio cargado de expectación mientras Zahida desabotonaba su vestido con un temblor que nunca había sentido. Desde su punto, Hakim observaba cada movimiento con una intensidad que la hacía sentir vulnerable. Aunque ella había vivido en el cuerpo de Rania durante esta semana, la realidad de estar sola con el rey, la asaltó de repente. —Eres tan hermosa, Rania —murmuró Hakim con voz gruesa, una voz que le erizó la piel, mientras él avanzaba hacia ella acortando su distancia, con un brillo lascivo en los ojos. Zahida tragó saliva, sintiendo la presión en su pecho. Aunque su apariencia física era la de Rania, su esencia seguía siendo la misma. No sabía cómo manejar la situación, y la angustia se apoderó de ella. —Majestad, yo… —intentó articular sus pensamientos, pero Hakim la interrumpió. —¿Majestad? Zahida parpadeó rápidamente. Su boca literalmente temblaba. —Lo siento, señor… —Rania… ¿Qué es esto? Zahida sintió mucho temo
YO YA SOY ESA MUJER. La penumbra de la habitación real se desvanecía lentamente con los primeros rayos de luz del amanecer. Zahida, recostada en la cama, se estiró un poco, y luego se sentó de golpe al ver que ya había amanecido. Pensó en su bebé, o en por qué Laya no la había llamado, pero en su agitación observó a su lado, para darse cuenta de que el rey no estaba en la cama. Ella miró alrededor y puso los pies descalzos en la alfombra hasta encontrar un teléfono inalámbrico para comunicarse rápidamente con alguien que trajera a su bebé y a Laya. Caminó hacia la ventana después de colgar la llamada y visualizó un paisaje del reino que se extendía ante ella. Recordó cómo muchas veces divisó esa misma costa cuando en su oscura habitación lloraba por las noches pensando en su mala suerte y en un hombre que nunca la miró con amor. Sus ojos se cerraron mientras los rayos del sol acariciaban su piel, y recordó cada caricia, y aquellas manos que la tocaron con sutileza, pero con mucha
SÉ UN PRÍNCIPE DE VERDAD. Zahida se sumió en sus pensamientos mientras Laya preparaba un conjunto apropiado para el desayuno con Hakim. La conversación con Laya había dejado una marca profunda en su conciencia. Ahora, más que nunca, comprendía la importancia de asumir su identidad y dejar atrás la sombra de Zahida. Con determinación, se vistió con la ropa elegida por Laya, despidiéndose de la apariencia que había mantenido hasta ahora. El espejo le devolvió la imagen de una mujer fuerte y decidida, lista para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino. —Estoy a la expectativa, me sonrojaré cuando lo veas después de lo que pasó… Laya sonrió. —Demuéstrele seguridad… y no finja, sea usted misma, olvídese de que alguna vez fue una mártir mi señora… Ella asintió decidida. —No te lo dije… pero Hakim me dijo ayer que… esta nueva faceta le gustaba más. Laya se emocionó. —Espero que traslade sus cosas nuevamente aquí pronto. Ella afirmó con emoción, y se miró de nuev
TODO EN UN MISMO DÍA. Rania sabía que había venido a ganarse la confianza del rey, y no sabía si había dañado todo. —Siento haber dado la idea… tal vez no era de mi incumbencia. Hakim la observó con seriedad. —Pensé que ibas a actuar de forma diferente, como ser altanera, o decir cualquier cosa fuera de lugar. Rania abrió los ojos y asintió. —Entiendo que tengan los peores conceptos de mí… quizá no he sido buena en el pasado. Hakim soltó el aire. —Tengo que ser muy sincero contigo, Rania… nunca tuvimos una noche como la de ayer, y decir que me impresionaste se queda corto. Pero quiero saber que te traes entre manos… —los ojos de Rania se abrieron y negó. —¿Sobre qué? Y Hakim pareció perder la paciencia. —Bien, vamos a hablar muy claro. Tenemos problemas, creo que estás intentando arreglarlo, y me place que lo hagas, pero no tienes que actuar como si no te conociera. Eres calculadora, Rania, bastante persuasiva y un poco manipuladora. Te he visto en acción, nunca eres respetu