LA HABITACIÓN DEL REY. A pesar de que el Emir literalmente los había corrido, todos se sentaron en silencio en la mesa, mientras la cena era servida, entre tanto Zahida observó a Laya con su bebé, y le sonrió para levantar el rostro hacia el Emir. —Quiero hacerte una petición… —Susurró de forma baja a Hakim, pero en el momento otra persona, ingresó al comedor. Era esa mujer, la primera persona que vio cuando vino a este cuerpo, y que tenía su mano tomada cuando ella había tenido al bebé. Sus ojos se achicaron, y Laya se pegó a ella para decir. —La madre de Rania… Hadara. Y Zahida lo entendió todo. —Lamento la demora… —la mujer dijo sentándose muy cerca de Yassira, y Zahida sonrió hacia ella de manera forzosa, y luego, sintió cómo su mano era entrelazada por el Emir. Cosa que la tomó desprevenida en su totalidad. Sus ojos bajaron a esa mano grande que cubría toda la de ella, y a esa sensación que sacudía su cuerpo entero volvía a hacer que su mente quedara en blanco. —¿Decías?
LA PRIMERA VEZ. La habitación del rey se sumió en un silencio cargado de expectación mientras Zahida desabotonaba su vestido con un temblor que nunca había sentido. Desde su punto, Hakim observaba cada movimiento con una intensidad que la hacía sentir vulnerable. Aunque ella había vivido en el cuerpo de Rania durante esta semana, la realidad de estar sola con el rey, la asaltó de repente. —Eres tan hermosa, Rania —murmuró Hakim con voz gruesa, una voz que le erizó la piel, mientras él avanzaba hacia ella acortando su distancia, con un brillo lascivo en los ojos. Zahida tragó saliva, sintiendo la presión en su pecho. Aunque su apariencia física era la de Rania, su esencia seguía siendo la misma. No sabía cómo manejar la situación, y la angustia se apoderó de ella. —Majestad, yo… —intentó articular sus pensamientos, pero Hakim la interrumpió. —¿Majestad? Zahida parpadeó rápidamente. Su boca literalmente temblaba. —Lo siento, señor… —Rania… ¿Qué es esto? Zahida sintió mucho temo
YO YA SOY ESA MUJER. La penumbra de la habitación real se desvanecía lentamente con los primeros rayos de luz del amanecer. Zahida, recostada en la cama, se estiró un poco, y luego se sentó de golpe al ver que ya había amanecido. Pensó en su bebé, o en por qué Laya no la había llamado, pero en su agitación observó a su lado, para darse cuenta de que el rey no estaba en la cama. Ella miró alrededor y puso los pies descalzos en la alfombra hasta encontrar un teléfono inalámbrico para comunicarse rápidamente con alguien que trajera a su bebé y a Laya. Caminó hacia la ventana después de colgar la llamada y visualizó un paisaje del reino que se extendía ante ella. Recordó cómo muchas veces divisó esa misma costa cuando en su oscura habitación lloraba por las noches pensando en su mala suerte y en un hombre que nunca la miró con amor. Sus ojos se cerraron mientras los rayos del sol acariciaban su piel, y recordó cada caricia, y aquellas manos que la tocaron con sutileza, pero con mucha
SÉ UN PRÍNCIPE DE VERDAD. Zahida se sumió en sus pensamientos mientras Laya preparaba un conjunto apropiado para el desayuno con Hakim. La conversación con Laya había dejado una marca profunda en su conciencia. Ahora, más que nunca, comprendía la importancia de asumir su identidad y dejar atrás la sombra de Zahida. Con determinación, se vistió con la ropa elegida por Laya, despidiéndose de la apariencia que había mantenido hasta ahora. El espejo le devolvió la imagen de una mujer fuerte y decidida, lista para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino. —Estoy a la expectativa, me sonrojaré cuando lo veas después de lo que pasó… Laya sonrió. —Demuéstrele seguridad… y no finja, sea usted misma, olvídese de que alguna vez fue una mártir mi señora… Ella asintió decidida. —No te lo dije… pero Hakim me dijo ayer que… esta nueva faceta le gustaba más. Laya se emocionó. —Espero que traslade sus cosas nuevamente aquí pronto. Ella afirmó con emoción, y se miró de nuev
TODO EN UN MISMO DÍA. Rania sabía que había venido a ganarse la confianza del rey, y no sabía si había dañado todo. —Siento haber dado la idea… tal vez no era de mi incumbencia. Hakim la observó con seriedad. —Pensé que ibas a actuar de forma diferente, como ser altanera, o decir cualquier cosa fuera de lugar. Rania abrió los ojos y asintió. —Entiendo que tengan los peores conceptos de mí… quizá no he sido buena en el pasado. Hakim soltó el aire. —Tengo que ser muy sincero contigo, Rania… nunca tuvimos una noche como la de ayer, y decir que me impresionaste se queda corto. Pero quiero saber que te traes entre manos… —los ojos de Rania se abrieron y negó. —¿Sobre qué? Y Hakim pareció perder la paciencia. —Bien, vamos a hablar muy claro. Tenemos problemas, creo que estás intentando arreglarlo, y me place que lo hagas, pero no tienes que actuar como si no te conociera. Eres calculadora, Rania, bastante persuasiva y un poco manipuladora. Te he visto en acción, nunca eres respetu
TE VAS. Después de una semana, el palacio estaba tenso, Samir había enviado algunas notificaciones de que estaba resolviendo el problema, y a últimas instancias, Hakim había tenido que ir a apoyar. —Señora… como el rey no está… pregunta el asistente si envía a colocar la mesa principal para todos. Rania estaba cargando a su bebé cuando se lo pasó a Laya. —Claro, ¿los encargados están trabajando? El asistente asintió. —Sí, señora… el guardia de seguridad se fue con su esposo ayer por la mañana, pero no sabemos cuándo retornen. Rania asintió. —Me reuniré en breve con ustedes, y anuncien a todos sobre la cena. El asistente asintió, y se retiró del salón. —Se ve demasiado valiente… —Rania le sonrió a Laya. —No he podido tener la cercanía que quiero con Hakim, pero haré cosas en su ausencia también. Laya asintió maravillada, y Rania salió dejando a su bebé a su cuidado. Ella caminó por los pasillos del palacio, durante esta semana se había acostumbrado a ser más independientes,
ES EL BEBÉ. Después de la cena, Rania decidió retirarse a sus aposentos, pero antes de llegar, fue interceptada por Hadara, aunque ella literalmente estaba corriendo. —Rania… —la mujer parecía un poco agitada, y ella cerró los ojos cuando se detuvo—. Parece que estás huyendo de tu propia madre. Rania se giró de forma lenta. —He estado un poco ocupada… madre… Hadara frunció el ceño y achicó los ojos. —¿Estás bien? —tomó su brazo—. Vamos a un lugar más privado. Rania se dejó meter a un saloncillo antes de entrar a los pasillos que iban a dirigirla a sus aposentos, y pensó que podía hacer para que la madre de Rania no la descubriera. —Eres más valiente de lo que pensaba. Expulsar a Adilá no es algo que cualquiera se atrevería a hacer, ella siempre se ha creído superior. —Eso lo sé… —dijo, y rezó porque Hakim no se enojará por dicho acto—. Madre, realmente estoy cansada… —Parece que pasaron años desde que no hablamos, no aceptas mis visitas, y… estás muy extraña. Casi te pierdo e
UN CAOS. Rania se puso recta, tenía el cuerpo adolorido, pero alzó su mentón mientras Hakim se detuvo, y el montón de gente también lo hizo. Un silencio tenso se apoderó del momento, y cuando él preguntó: —¿Qué sucedió? —llegaron unas enfermeras, y el mismo médico de anoche apareció de la nada. Así que las palabras de Rania murieron enseguida. —Permítame, mi señora… —Laya salió de la habitación arrinconándose, y el médico siguió—. Van a cumplir el tratamiento. Hakim tenía una mezcla de preocupación y furia en sus ojos. —¿Pregunté qué pasó? —Señor, permítame darle un informe… el bebé tiene una infección, algo muy fuerte, ingirió… algo que no debe pasar en un bebé de casi un mes, puede ser mortal para él. La garganta de Rania se comprimió y sus ojos se nublaron. —¿Qué? ¿Cómo pudo suceder? Solo toma fórmula… —El médico negó preocupado. —Es lo mismo que pienso. Puede haber algo en el agua, el mal manejo… —Hakim se giró hacia Rania. —Dijiste que confiabas en tu criada… —Estoy s