ES EL BEBÉ. Después de la cena, Rania decidió retirarse a sus aposentos, pero antes de llegar, fue interceptada por Hadara, aunque ella literalmente estaba corriendo. —Rania… —la mujer parecía un poco agitada, y ella cerró los ojos cuando se detuvo—. Parece que estás huyendo de tu propia madre. Rania se giró de forma lenta. —He estado un poco ocupada… madre… Hadara frunció el ceño y achicó los ojos. —¿Estás bien? —tomó su brazo—. Vamos a un lugar más privado. Rania se dejó meter a un saloncillo antes de entrar a los pasillos que iban a dirigirla a sus aposentos, y pensó que podía hacer para que la madre de Rania no la descubriera. —Eres más valiente de lo que pensaba. Expulsar a Adilá no es algo que cualquiera se atrevería a hacer, ella siempre se ha creído superior. —Eso lo sé… —dijo, y rezó porque Hakim no se enojará por dicho acto—. Madre, realmente estoy cansada… —Parece que pasaron años desde que no hablamos, no aceptas mis visitas, y… estás muy extraña. Casi te pierdo e
UN CAOS. Rania se puso recta, tenía el cuerpo adolorido, pero alzó su mentón mientras Hakim se detuvo, y el montón de gente también lo hizo. Un silencio tenso se apoderó del momento, y cuando él preguntó: —¿Qué sucedió? —llegaron unas enfermeras, y el mismo médico de anoche apareció de la nada. Así que las palabras de Rania murieron enseguida. —Permítame, mi señora… —Laya salió de la habitación arrinconándose, y el médico siguió—. Van a cumplir el tratamiento. Hakim tenía una mezcla de preocupación y furia en sus ojos. —¿Pregunté qué pasó? —Señor, permítame darle un informe… el bebé tiene una infección, algo muy fuerte, ingirió… algo que no debe pasar en un bebé de casi un mes, puede ser mortal para él. La garganta de Rania se comprimió y sus ojos se nublaron. —¿Qué? ¿Cómo pudo suceder? Solo toma fórmula… —El médico negó preocupado. —Es lo mismo que pienso. Puede haber algo en el agua, el mal manejo… —Hakim se giró hacia Rania. —Dijiste que confiabas en tu criada… —Estoy s
AHORA SERÁ MÁS DIFÍCIL. —Señor, me mandó llamar… —Hakim alzó el rostro, no había dejado de estar al lado de su hijo, mientras un hombre de seguridad se metió despacio a la habitación. —Pasemos a la sala, no quiero despertar a Omar… Algunas enfermeras entraron, básicamente ellas y el personal médico se estaban haciendo cargo del bebé, y él llevó a su guardia de confiabilidad a un extremo del salón. —Necesito que te pongas en una tarea importante. —Si señor, escucho. —Investiga a las criadas, mayormente a Laya, la persona que ha estado con Rania desde que el bebé nació. Quiero que lleves personal de confianza a la cocina, que investigues quién entra y sale, y quién se inmiscuyó en el tiempo de la alimentación de mi hijo… Mahir asintió. —En conclusión, todas las personas en este palacio, a excepción de mi madre, serán investigadas por tu personal. —Sí, señor, lo he entendido —Y antes de que Mahir se retirara, él le tomó el brazo. —Nadie puede entrar a esta habitación, coloca ho
TE TOMARÉ AQUÍ, Y AHORA. Rania no reparó en Adilá, se fue rápidamente caminando con los ojos nublados y con las ganas inmensas de ver a su hijo. Y, a pesar de que el guardia le dijo que no podía acercarse a la habitación, ella fue de todas formas. —¿Pueden darme información de mi hijo? —el médico la miró, estaba afuera en el salón y negó. —Lo siento mi señora, la orden es que nadie puede entrar ni puedo dar información. —¿Nadie puede entrar? —el médico negó, y eso de cierta forma alivió a Rania—. ¿Alguien lo alimenta, lo cuida? —Por supuesto, las veinticuatro horas… —Rania sintió un nudo en la garganta. —¿Ha llorado mucho? —Sus ojos se nublaron y el médico soltó el aire. —No se preocupe, está bien cuidado… Ella se limpió las lágrimas asintiendo, y luego se encontró con Mahir en los pasillos y se acercó a él. —Mahir… ¿Sabes de Laya? —él arrugó el ceño. —Está en un cuarto de servicio, y debe permanecer allí hasta que todo se resuelva… Rania apretó la boca y asintió. —¿Dónde e
SIEMPRE SERÉ ESTA RANIA. Hakim apretó a Rania contra él mientras su lengua se metía profundamente en su boca, y ella cedía muy sumisa en sus labios. Un torbellino de emociones y deseos reprimidos que finalmente se liberaban, dio paso a los estragos, y la tensión en el aire se disolvía con cada caricia. Hakim se sofocaba, y se perdía cada vez en su piel porque ella era exquisita, y había una suavidad tan extrema y una entrega de parte de Rania, que volvía a hacerlo pensar en su inexperiencia esta vez. Entonces se despegaron por un momento para recuperar el aire. —Hakim… —susurró ella, tratando de contener la creciente excitación que él despertaba en su interior. El rey la miró con ojos ardientes y sin previo aviso succionó su boca con fuerza haciendo debilitar completamente a Rania. —Tienes un poder sobre mí, Rania, que no puedo ignorar. Tu sumisión me despierta un deseo primitivo… —Rania sintió como las manos bajaron a sus piernas, y subió el vestido con descaro. —Realmente quis
ESA HABITACIÓN. —¿Qué más viste? —la criada negó muy nerviosa. —Solo eso señora… nadie entra a esa habitación que está resguardada por guardias. Las enfermeras y el médico son los únicos que entran durante el día. Incluso la señora Rania estuvo todo el día afuera, y por más que estuvo allí de pie, no le permitieron ver a su hijo. Luego Mahir le dijo que debía volver a la habitación… —¿Volvió a la habitación de Hakim? —Yassira pareció prenderse y la criada asintió—. ¿Dónde tiene la cabeza este hombre? —Ella se fue y ya muy de noche, el Emir entró a la habitación… Yassira apretó su mandíbula y se levantó de su puesto. —¿Y esta mañana? —Los vi salir… ambos iban de la mano, y el Emir la llevaba hacia la habitación del príncipe Omar… ambos entraron en ella. Yassira soltó el aliento y negó. —Vete… y busca a Adilá… dile que me urge verla. Que estaré al medio día en el salón. La criada le hizo una reverencia, y Yassira tomó su propio cuello con rabia. No entendía mucho, ni menos a
UN FRASCO QUE HIZO MAL A MI HIJO. Rania caminó rápidamente entre los pasillos. Desde su muerte, ella nunca más había cruzado el ala del príncipe Samir, y volver a estos muros le traía recuerdos que ella no quería volver a tener en su cabeza. Pero esto era urgente. Se trataba de su nueva vida, de su hijo, de Hakim… No se mostró ante la gente, más bien trató de pasar desapercibida, y se entremezcló por los salones, sabiendo que esta era la hora del té, y aprovechó para adentrarse en la habitación de Samir y Adilá. La habitación estaba vacía y a ella casi se le sale el corazón cuando giró el pomo y cerró con mucho cuidado. Pegó el rostro en la puerta, y tomó una aspiración larga. Se giró en el momento viendo a todas partes. La habitación estaba iluminada y el olor de Samir golpeó sus fosas nasales. Sabía que era su colonia porque en un pasado la adoró, pero Rania no perdió el tiempo y comenzó a revisar las gavetas, el closet de Adilá, incluso en los enseres del baño, sin embargo, p
SUYA. El salón principal se llenó de murmullos y susurros mientras los sirvientes, criados y familiares se congregaban, esperando el desenlace de la situación. Rania, con la mirada fija en el suelo, se sentía vulnerable ante la incertidumbre que se cernía sobre ella. Aunque confiaba en la verdad de sus palabras, la sombra de la duda se extendía como una nube oscura. Hakim se dirigió al centro del salón, enfrentando a los presentes con una expresión grave. La tensión en el aire era palpable, y todos aguardaban la resolución de la crisis que se había desatado en el palacio. —Todos ustedes son testigos de las acusaciones que se han hecho —declaró Hakim, su mirada recorriendo a cada persona en la sala—. Mi hijo está enfermo, y cualquier amenaza a su bienestar no será tolerada. Ordené que se lleve a cabo una búsqueda exhaustiva en todo el palacio en busca de ese supuesto frasco. Si se encuentra, se tomarán las medidas adecuadas. Ustedes serán vigilados, y nadie podrá salir del palacio mi