CAPÍTULO 24
UN FRASCO QUE HIZO MAL A MI HIJO.

Rania caminó rápidamente entre los pasillos. Desde su muerte, ella nunca más había cruzado el ala del príncipe Samir, y volver a estos muros le traía recuerdos que ella no quería volver a tener en su cabeza.

Pero esto era urgente.

Se trataba de su nueva vida, de su hijo, de Hakim…

No se mostró ante la gente, más bien trató de pasar desapercibida, y se entremezcló por los salones, sabiendo que esta era la hora del té, y aprovechó para adentrarse en la habitación de Samir y Adilá.

La habitación estaba vacía y a ella casi se le sale el corazón cuando giró el pomo y cerró con mucho cuidado. Pegó el rostro en la puerta, y tomó una aspiración larga.

Se giró en el momento viendo a todas partes.

La habitación estaba iluminada y el olor de Samir golpeó sus fosas nasales. Sabía que era su colonia porque en un pasado la adoró, pero Rania no perdió el tiempo y comenzó a revisar las gavetas, el closet de Adilá, incluso en los enseres del baño, sin embargo, p
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