DE QUÉ LADO IBA A PONERSE. El aire en la zona de retención del palacio estaba cargado de desesperación y angustia. Rania notó como Mahir la metió en un cuarto, que apenas tenía una cama individual, pero que parecía un desierto. Y antes de que él se fuera, ella se giró con el eco de sus propios sollozos que llenaban el espacio mientras luchaba por comprender la traición que se tejía a su alrededor. —Mahir, por favor, tienes que creerme. Alguien quiere destruirnos, a mí y a mi hijo. No puedo ser responsable de esto, ¿no lo entiendes? Mahir se mantuvo serio. —Van a traerle lo necesario, nadie vendrá o pasará estos pasillos y estarán resguardados con seguridad. —¡Mahir! —Había una especie de rejas—. ¿No lo entiendes? Mi bebé está en peligro… —Lo siento, señora Rania, pero las pruebas son contundentes. El frasco fue hallado en su habitación. El rey actúa según las evidencias. Rania se despegó de las rejas, y negó limpiando sus lágrimas. —Pues dile a tu rey, que va a pesarle esta si
A EJECUTAR SU PROPIO PLAN. —Me hubiese gustado tener una cámara grabadora, ese rostro de tonta, va a quedar en mi mente para siempre… —Adilá alzó la ceja, y miró el triunfo de Yassira. —Me alegra verte feliz, suegrita, pero mi pregunta es, ¿el rey realmente se fijará en usted cuando Rania desaparezca de nuestras vidas? O ¿encontrará a una cuarta esposa? Yassira se giró de golpe hacia ella, y afiló su voz. —Él sabe que no hay forma. Me coronará como su reina… Samir sucederá el trono… ¿Por qué no estás feliz? Adilá soltó un suspiro. —Porque sé que el rey Hakim es muy joven para sucederlo, por lo que veo, no tiene intención de hacerse a un lado. —Lo hará en algún momento, pero antes, seré la reina por un tiempo… —Yassira se giró hacia el espejo y sonrió—. Él entenderá que no hay otra que lo represente mejor… Y Adilá volvió su mirada a los pasillos. —¿Sabes dónde a donde fue Samir? —Yassira volvió a preguntar y Adilá negó. —No… tiene unos meses en el mismo asunto, y estoy al bord
TE SACARÉ DE AQUÍ. —Señor… aquí está la criada… Hakim se giró en el momento observando como aquella mujer que solo había visto un par de veces, entraba con miedo. —Déjanos solos, Mahir… por favor sigue en lo tuyo. Mahir asintió y cerró la puerta, dejando una orden para que nadie interrumpiera. —Acércate… —Laya caminó de forma lenta y se detuvo cuando el rey levantó la palma—. ¿Desde hace cuánto conoces a Rania? Porque no eras precisamente su criada antes… Laya abrió la boca, pero no sabía exactamente qué decir. —La conozco desde… antes yo era la criada de mi difunta señora Zahida… —Hakim frunció el ceño. —¿La esposa de mi hijo? —Laya asintió muchas veces. —Sí, señor… una vez estaba recorriendo los pasillos desconsolada por la muerte de mi señora, cuando me topé con su esposa… la señora Rania. Hakim parecía dudar, el que se topara en un pasillo, no era costumbre de Rania. —Las investigaciones dicen que nunca fuiste a la cocina… —ella negó. —Lo dije, mi señora Rania dice la v
MI REINA. Rania se recostó en la fría pared de la celda, contemplando los últimos momentos en su mente y ella supo que debía aprovechar la próxima vez que Samir viniera, eso sin antes alertar a Hakim sobre esta situación. Ella se despertó por la mañana, no viendo a ningún guardia cerca, y toqueteó la reja con uno de sus anillos. —¡Guardias… guardias…! —Ella pegó la cabeza a las rejas y vio la bandeja con su comida matutina, pero lo que menos quería, era comer. —Rania… —levantó la cabeza de golpe, y realmente le sorprendió su visita. —Señora Zulema… La mujer respiró un poco mirando hacia los alrededores. —Omar está con tu criada… —Rania abrió los ojos en la impresión, y sin poder ocultarlo, las lágrimas cayeron por sus mejillas. Sin embargo, las limpió de inmediato. —¿Está mejor? ¿Se ha recuperado? Zulema asintió. —Está en mi habitación, tu criada, Laya, no se le despega en ningún momento. A Rania la invadió un sollozo, y apretó su rostro como si en medio de la asfixia hubie
ATAQUE. —Debo irme… —Samir… —Rania se atrevió a tomar sus manos—. Quiero saberlo… quiero estar preparada… —Samir bajó la mirada a sus manos tomadas. —Solo debes saber que va a ser un caos el palacio. Tú no debes temer, tengo todo bajo control. —¿Mi hijo? —No pasará nada… confía en mí… —Samir estaba por salir, cuando Rania volvió a retenerlo. —Quien ha hecho daño a mi bebé, es tu madre… ¿Cómo puedo confiar? Samir frunció el ceño, y tomó las mejillas de Rania. Y lo juraba, quería esquivar su toque. —Mi madre mataría a cualquiera que se acerque a papá… sé que puede ser capaz, pero no es mi aliada ahora, porque ella nunca permitiría que su hombre favorito, sea derrocado en su presencia. Tendré que hacer algo con ella. Rania se quedó sin aliento solo escuchando a este tramposo, y no le quedó de otra que asentir. Samir volvió a besar sus manos, se puso la capucha y desapareció por los pasillos, mientras su pecho agitado, se volvía un hueco sin fondo. Sus manos le temblaban desmesu
SOY EL ENCARGADO AHORA. Mahir se desplazó rápidamente a la zona de las celdas, y ordenó a sus hombres, liberar a Rania. —¡Abran…! —Rania se levantó rápidamente, sabiendo que algo estaba pasando en el palacio, y se quitó de las rejas cuando los guardias abrieron. —¿Qué está pasando, Mahir? Mahir la miró detenidamente. —El rey ha ordenado que la libere, y me pidió que la lleve a un lugar seguro, es mejor que se quede conmigo, y vayamos a la habitación de su suegra en este momento. La celda se abrió completamente y Rania salió de aquel cuarto, en el que pareció haber estado una eternidad. —¿Por qué mandó a sacarme? —ella preguntó, aunque notaba a Mahir un poco tenso. —La señora Yassira está detenida, hay pruebas suficientes para que ella sea condenada e inculpada por el estado del príncipe Omar. Rania sintió que la ira se apoderaba de sus venas, y estuvo a punto de caminar rápido cuando Mahir la frenó de golpe. —El rey ha ordenado ponerla en un lugar seguro, por favor… Ella int
NO ES UNA CASUALIDAD. La noticia de la desaparición del rey se esparció como un incendio forestal en el palacio. Un manto de preocupación cubría a todos los presentes en el salón, y la tensión se palpaba en el aire. Rania luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse, mientras Zulema mantenía una expresión de angustia y desesperación. Samir, a pesar de la gravedad de la situación, parecía más concentrado en consolidar su posición de poder y Rania sabía por qué. Mahir ya se había ido, algunos guardias importantes tomaron el palacio y Samir hablaba por teléfono cada nada. —Asegúrate de que todas las fuerzas estén movilizadas. No dejaremos piedra sin remover hasta encontrar a mi padre —Las palabras de Samir resonaron en el salón, pero la mirada de Rania se mantenía perdida, sumida en la preocupación y el temor. —Rania… —él la llamó, y Adilá levantó la cabeza confundida—. Acompáñame a la oficina de mi padre… Rania pasó un trago, y luego le envió una mirada a Zulema,
ERA EL MOMENTO DE DEMOSTRARLO. Rania abrió la boca al ver a Zulema frente a ella y negó. —Señora Zulema, no sabía que estaba aquí… —se limpió la cara rápidamente. —No te preocupes… solo estoy impresionada porque estabas derrumbada en el suelo. —Debe quedarse aquí con Omar… pero… —Ella dio un paso—. Samir no es de fiar, por favor confié en mí… Yo tengo que estar de su lado ahora, al menos hasta que aparezca Hakim, debo protegerlos, a usted, a Omar… si no hago lo que dice… —Si Hakim está en peligro, necesitará que estés a su lado cuando lo encontremos —Zulema lo dijo claro, pero la incertidumbre pesaba como una losa en el corazón de Rania. —Lo sé… él estará bien, ¿no es así? Zulema apretó la mandíbula, ella estaba tan desecha como nadie, pero tampoco podía derrumbarse. —Samir siempre ha ambicionado el trono, y este incidente le ha dado la oportunidad que buscaba. Pero temo que sus planes pueden ir más allá. No confío en él, y eso de que buscará a mi hijo, no es lo suyo… Rania a