MI REINA. Rania se recostó en la fría pared de la celda, contemplando los últimos momentos en su mente y ella supo que debía aprovechar la próxima vez que Samir viniera, eso sin antes alertar a Hakim sobre esta situación. Ella se despertó por la mañana, no viendo a ningún guardia cerca, y toqueteó la reja con uno de sus anillos. —¡Guardias… guardias…! —Ella pegó la cabeza a las rejas y vio la bandeja con su comida matutina, pero lo que menos quería, era comer. —Rania… —levantó la cabeza de golpe, y realmente le sorprendió su visita. —Señora Zulema… La mujer respiró un poco mirando hacia los alrededores. —Omar está con tu criada… —Rania abrió los ojos en la impresión, y sin poder ocultarlo, las lágrimas cayeron por sus mejillas. Sin embargo, las limpió de inmediato. —¿Está mejor? ¿Se ha recuperado? Zulema asintió. —Está en mi habitación, tu criada, Laya, no se le despega en ningún momento. A Rania la invadió un sollozo, y apretó su rostro como si en medio de la asfixia hubie
ATAQUE. —Debo irme… —Samir… —Rania se atrevió a tomar sus manos—. Quiero saberlo… quiero estar preparada… —Samir bajó la mirada a sus manos tomadas. —Solo debes saber que va a ser un caos el palacio. Tú no debes temer, tengo todo bajo control. —¿Mi hijo? —No pasará nada… confía en mí… —Samir estaba por salir, cuando Rania volvió a retenerlo. —Quien ha hecho daño a mi bebé, es tu madre… ¿Cómo puedo confiar? Samir frunció el ceño, y tomó las mejillas de Rania. Y lo juraba, quería esquivar su toque. —Mi madre mataría a cualquiera que se acerque a papá… sé que puede ser capaz, pero no es mi aliada ahora, porque ella nunca permitiría que su hombre favorito, sea derrocado en su presencia. Tendré que hacer algo con ella. Rania se quedó sin aliento solo escuchando a este tramposo, y no le quedó de otra que asentir. Samir volvió a besar sus manos, se puso la capucha y desapareció por los pasillos, mientras su pecho agitado, se volvía un hueco sin fondo. Sus manos le temblaban desmesu
SOY EL ENCARGADO AHORA. Mahir se desplazó rápidamente a la zona de las celdas, y ordenó a sus hombres, liberar a Rania. —¡Abran…! —Rania se levantó rápidamente, sabiendo que algo estaba pasando en el palacio, y se quitó de las rejas cuando los guardias abrieron. —¿Qué está pasando, Mahir? Mahir la miró detenidamente. —El rey ha ordenado que la libere, y me pidió que la lleve a un lugar seguro, es mejor que se quede conmigo, y vayamos a la habitación de su suegra en este momento. La celda se abrió completamente y Rania salió de aquel cuarto, en el que pareció haber estado una eternidad. —¿Por qué mandó a sacarme? —ella preguntó, aunque notaba a Mahir un poco tenso. —La señora Yassira está detenida, hay pruebas suficientes para que ella sea condenada e inculpada por el estado del príncipe Omar. Rania sintió que la ira se apoderaba de sus venas, y estuvo a punto de caminar rápido cuando Mahir la frenó de golpe. —El rey ha ordenado ponerla en un lugar seguro, por favor… Ella int
NO ES UNA CASUALIDAD. La noticia de la desaparición del rey se esparció como un incendio forestal en el palacio. Un manto de preocupación cubría a todos los presentes en el salón, y la tensión se palpaba en el aire. Rania luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse, mientras Zulema mantenía una expresión de angustia y desesperación. Samir, a pesar de la gravedad de la situación, parecía más concentrado en consolidar su posición de poder y Rania sabía por qué. Mahir ya se había ido, algunos guardias importantes tomaron el palacio y Samir hablaba por teléfono cada nada. —Asegúrate de que todas las fuerzas estén movilizadas. No dejaremos piedra sin remover hasta encontrar a mi padre —Las palabras de Samir resonaron en el salón, pero la mirada de Rania se mantenía perdida, sumida en la preocupación y el temor. —Rania… —él la llamó, y Adilá levantó la cabeza confundida—. Acompáñame a la oficina de mi padre… Rania pasó un trago, y luego le envió una mirada a Zulema,
ERA EL MOMENTO DE DEMOSTRARLO. Rania abrió la boca al ver a Zulema frente a ella y negó. —Señora Zulema, no sabía que estaba aquí… —se limpió la cara rápidamente. —No te preocupes… solo estoy impresionada porque estabas derrumbada en el suelo. —Debe quedarse aquí con Omar… pero… —Ella dio un paso—. Samir no es de fiar, por favor confié en mí… Yo tengo que estar de su lado ahora, al menos hasta que aparezca Hakim, debo protegerlos, a usted, a Omar… si no hago lo que dice… —Si Hakim está en peligro, necesitará que estés a su lado cuando lo encontremos —Zulema lo dijo claro, pero la incertidumbre pesaba como una losa en el corazón de Rania. —Lo sé… él estará bien, ¿no es así? Zulema apretó la mandíbula, ella estaba tan desecha como nadie, pero tampoco podía derrumbarse. —Samir siempre ha ambicionado el trono, y este incidente le ha dado la oportunidad que buscaba. Pero temo que sus planes pueden ir más allá. No confío en él, y eso de que buscará a mi hijo, no es lo suyo… Rania a
AZAHARA. —¿Has tocado su nariz? A veces pienso que no respira… —Tranquila… Lo he comprobado, lo hace lento, pero lo hace… y no es para menos, aún está débil… haré más té y lo pondré en sus heridas. —Iré por leña… —Ten cuidado. Hakim quería abrir los ojos, pero le estaba costando demasiado, incluso cuando comenzó a agitarse, le dolieron mucho las costillas. Él podía escuchar las voces. Ambas femeninas, había un olor característico a madera muy cerca de él y a plantas hervidas. Se volvió a dormir, no sabía cuánto tiempo estaba en la intemperie, pero cuando sus ojos volvieron a abrirse pudo ver la cabaña, con techos altos, y algo de vapor que salía, de no sabía dónde. Intentó levantarse, su cuerpo lo instó a toser, y la mujer que estaba en la cocina de aquella cabaña húmeda, fue rápidamente a su sitio colocándole un pañuelo en la boca. —Despacio, majestad… —susurró y Hakim apretó sus dientes cuando todo el cuerpo fue un tintineo de dolor. Tomó bocanadas de aire, e intento control
UN LUGAR SEGURO POR AHORA. Hakim luchaba contra la oscuridad que lo envolvía, su mente se debatía entre la realidad y la confusión de su situación. “¡Hakim… por favor… no me dejes…!” … El grito de Rania lo agitó en demasía, y su cuerpo se movió todo el tiempo. —Rania… —su voz susurró mientras Azahara secó su frente, y retiraba un vendaje de su pecho. La debilidad y el dolor se apoderaban de su cuerpo, y conforme se sumía en un sueño profundo, fragmentos de recuerdos comenzaron a surgir en su mente. Se vio a sí mismo, quince años atrás. Azahara estaba a su lado, radiante y llena de vida. La imagen cambió bruscamente, y Hakim se vio a sí mismo enfrentando la pérdida de Azahara, y de su hijo. La noticia de la muerte de Azahara resonó en los pasillos del palacio, y luego le informaron que ella ya había sido trasladada para preparar el cuerpo. En Omán hacían un ritual, nunca más veían el cuerpo después de haber fallecido, sino que este era envuelto en vendas y aceites esenciales y lo
PLAN. Hakim procesó las palabras de Mahir mientras su mente se sumergía en un torbellino de emociones. La idea de unirse a los rebeldes era arriesgada, pero entendía que era la única opción para enfrentar la amenaza de Samir y recuperar el control del palacio. Sin embargo, la mención de Rania en ese contexto lo dejó perplejo. —¿Rania? —preguntó Hakim, frunciendo el ceño—. ¿Cómo puede ayudarnos en esto? Mahir miró al rey, no quería decirlo abiertamente, pero solo faltaba tres dedos de frente para saberlo. —Todos saben que desde que eligió a la señora Rania como su esposa, su hijo Samir… Hakim apretó los dientes, y una fuerte ira lo gobernó. Nunca imaginó batallar contra su propio hijo por el poder, y menos por una mujer en medio de ellos. Sin embargo, Mahir tenía razón. El interés de Samir por Rania se había visualizado desde el primer momento, por ello su enfado las veces que la vio hablando con él. —En el último tiempo confirmé que la señora Rania solo podría está de un lado… —