CAPÍTULO 41

Amelia.

Solo salí del ascensor, porque Máximo se levantó de golpe y corrió hacia mí.

—¡Mamá! —me agaché de inmediato sintiendo que la vida me volvía al alma y no pude evitar que las lágrimas se me salieran solas.

Abracé el cuerpo de Maxi con apremio, me dejé caer en el suelo, mientras lo acunaba.

—Dios… mi niño… estás… estás aquí…

—Nuestro amigo espía, me ha rescatado… estoy bien mamá… —y lo despegué de golpe para mirarlo a los ojos.

—¿Te rescató? —Máximo se quedó callado y miró a Ares como si le diera permiso de hablar, y este asintió lento, con un rostro serio.

—Si mamá… entró a ese edificio, y me sacó… tenía un pasamontañas… un traje negro y los hombres a su alrededor lo cubrían… también dormí en su cama, y me hizo el desayuno. Pero… no podemos contarle a papá sobre esto, él está muy enojad contigo…

Pasé un trago duro y tomé la cabeza de máximo para ocultarla en mi pecho, y miré a Ares.

No podía hablar con él de nada frente a Máximo, pero besé a mi niño todas las veces.

—Sentí que
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