2.- Decepción

Se sentó en la orilla de la cama, pasó las manos por su cabello con frustración y asintió.

—¿Desde cuándo? —pregunté con el corazón hecho pedazos y sintiendo un extraño hueco en el pecho que me impedía respirar con normalidad.

—Unos meses después de que entró a trabajar a la empresa, pero te juro que no es algo serio.

—¿¡Llevas más de un año con tu secretaria y no es algo serio!? —grité.

—Estábamos juntos todo el día y una cosa llevó a la otra.

—Esa no es una justificación, si yo estoy toda la tarde con el jardinero, entonces, ¿también puedo tener algo con él?

—No es lo mismo —espetó molesto—. Además, lo mío con Adriana es solo sexo —aclaró.

—¿A qué te refieres con que “es solo sexo” ? —repetí su tono de voz.

—No hay sentimientos involucrados —intentó explicar—. No dudes que yo te amo, Serenity —Se puso de pie y me tomó por los hombros—. Tratemos de hacer que lo nuestro funcione de nuevo, despediré a Adriana y haremos como que nada ha pasado.

Por alguna extraña razón, me reí como una posesa, mientras él me miraba sin entender mi reacción, me parecía tan ridículo lo que acababa de escuchar.

—Que fácil haces que parezca —Tomé aire para tranquilizarme—. Me destrozas el corazón, engañándome por mucho tiempo y cuando te descubro, porque no tuviste los suficientes pantalones para confesarlo, te justificas mintiéndome de nuevo. Me pides que lo olvide y te perdone —expresé —. ¿Crees qué es tan fácil?

—No es fácil, pero tú me amas —aseguró —. Juntos podemos superarlo.

—No, Tomás, no te equivoques, aunque no lo creas, tengo amor propio y no puedo perdonar este engaño.

—Yo te amo, pero las cosas entre nosotros estaban muy distantes y…

—Y en lugar de hablar conmigo, preferiste acostarte con tu secretaria —Lo interrumpí—. No me amas, cuando uno ama, no hace daño y tú me acabas de romper el corazón.

—No te precipites, piensa en nuestros hijos —pidió.

—¿Tú pensaste en ellos mientras te enredabas con tu secretaria? —farfullé—. ¿En algún momento recordaste que estabas echando por la borda más de quince años de matrimonio, mientras le hacías el amor?

—Serenity, por favor.

—Es mejor que te vayas Tomás —señalé la puerta.

—Perdóname, no hagas que esto se convierta en algo más grande de lo que es —dijo con lágrimas en los ojos.

—Tal vez para ti no sea algo grande, pero para mí, es mi vida entera destrozada, por lo que tú llamas algo sin importancia.

—Lo siento, de verdad no medí las consecuencias de lo que estaba haciendo, perdóname, por favor.

—Es mejor que te vayas, en este momento no quiero verte.

—¿Estás segura? —interrogó con seriedad.

—Muy segura.

—Espero no te arrepientas después de esta decisión tan precipitada —Me miró esperando que respondiera y al ver que no lo hice, salió de la habitación.

Escuché la puerta cerrarse, me dejé caer en la cama y abracé mi almohada llorando desconsolada. Mi mundo se derrumbó en cuestión de horas y me costaba entenderlo, aunque en el fondo presentía que algo estaba sucediendo, fue duro descubrirlo.

Por la mañana desperté sin ánimos de nada, pero mis hijos no tenían la culpa y ellos tenían que seguir con su rutina normal e ir a la escuela. Me levanté de la cama con mucho esfuerzo, entré al baño y me miré al espejo, tenía los ojos hinchados y la nariz completamente enrojecida, observé con detenimiento mis imperfecciones y me permití admirar mi cuerpo desnudo, nunca he sido una mujer delgada, pero en ese momento me sentía horrible, entendía porque Tomás se había buscado una mujer más joven, guapa y delgada. En algún momento dejé de ser atractiva para él y no me di cuenta, dejé que las lágrimas corrieran nuevamente por mis mejillas y entré a la ducha.

Salí un poco más tranquila, me puse ropa cómoda y bajé a la cocina para preparar el desayuno.

—Buenos días, mamá —Eilani fue la primera en bajar y saludarme con un beso en la mejilla—. ¿Estás bien? —preguntó, preocupada al verme.

—Estoy bien, pero hay algo importante que quiero decirles a ti y a tu hermano.

—¿De qué se trata? —preguntó Elán, entrando a la cocina y acercándose a saludarme.

—Buenos días, familia —saludó Tomás, aún con el pijama puesto.

—¿No vas a trabajar hoy papá? —indagó Eilani con curiosidad.

—Me tomaré el día libre —contestó, sentándose a su lado.

—Eso sí es muy extraño —suspiró Elán—. ¿Qué está pasando? —interrogó.

—Su padre y yo nos vamos a divorciar —solté de pronto, dejándolos desconcertados.

—¿Por qué? —cuestionó Eilani.

—Su madre se enteró ayer por la noche que tengo una relación con Adriana —respondió Tomás y ambos lo miraron sorprendidos.

—Pero, papá, ¿cómo fuiste capaz de hacer algo así? —reclamó mi hija, furiosa.

—Lo siento, cometí un error y le pedí perdón a su madre por ello.

—¿¡Así nada más!? —gritó Elán, enfurecido—. La engañaste y solo pediste perdón.

—Esto es algo que tenemos que arreglar entre nosotros —aclaró Tomás con seriedad—. Ustedes son nuestros hijos, pero no tienen por qué interferir.

—¡Mi madre no se lo merecía! —exclamó mi hijo con la cara roja por el coraje—. He sido testigo de todas las noches que te espera para cenar y tu no llegas, incluso anoche pasó todo la tarde cocinando para ti y tú...

—Hijo, por favor —Lo interrumpió.

—Te apoyo, mamá —declaró, mirándome—. Cualquier decisión que tomes, estoy de tu lado.

—Yo también —afirmó Eilani, poniéndose de pie para abrazarme—. No es justo lo que hiciste, papá —reprochó.

—Esto todavía tiene solución —intervino Tomás—. Dejen que nosotros aclaremos la situación y…

—Gracias por su apoyo, hijos —interrumpí—, pero no quiero que esto afecte la relación que tienen con su padre —suspiré—. Él tiene razón en que esto solo nos compete a nosotros.

—Exacto —confirmó.

—Y respecto a eso, quiero que te quede claro —Lo señalé—. Que no puedo, ni quiero perdonar este engaño, nos vamos a divorciar y no pienso cambiar de opinión.

—Serenity, piénsalo mejor —insistió.

—No hay nada que pensar, la decisión está tomada —sostuve y me di la vuelta para seguir con el desayuno.”

Abro los ojos volviendo al presente y suspiro con tristeza. A partir de ese día, todo cambió. Tomás despidió a Adriana, imaginando que esa sería la solución, pero obviamente no lo fue, así que no le quedó más remedio que alquilar un apartamento y mudarse.

Después de su partida tuve unos días complicados, más que el dolor de la separación estaba completamente decepcionada, sentía un vacío en el pecho que no se iba con nada y me impedía respirar con normalidad en algunos momentos.

Soy consciente de que teníamos problemas y distanciamiento, pero ¿por qué no terminar con lo nuestro antes de empezar otra relación? Tal vez así, el dolor y la decepción hubiese sido menor.

Pasaron algunos meses en los que lo ignoré por completo, no contestaba a sus llamadas y cuando iba a buscar a los chicos, lo evitaba, pero la situación se ponía cada vez más difícil, ya que nuestros hijos también estaban demasiado enojados y eso los afectaba, a pesar de que decían estar bien, sus calificaciones empezaron a bajar, podía escuchar a Eilani llorar por las noches y eso me partía el corazón, Elán jugaba deportes extremos y parecía que se lastimaba intencionalmente, así que, reuní las fuerzas necesarias para hablar con Tomás e hicimos lo posible por tener más comunicación, eso ayudó para que nuestros hijos lo perdonarán y volvieran a tener relación, además de que asistimos a terapia, la cual nos ayudó muchísimo.

Hace un año, Tomás decidió retomar su relación con Adriana, se dió cuenta que conmigo ya no tenía ninguna oportunidad y me dijo que intentaría una relación más formal con ella.

Los chicos no estaban de acuerdo, siempre le reprochaban que si no había nada serio, porque habían regresado, fue más que obvio que esa relación era más seria de lo que él decía y eso me confirmó que tomé la mejor decisión al no perdonarlo, pero no quería que mis hijos estuvieran de por medio, así que hablé con ellos y les hice entender que lo nuestro se había acabado por completo, que cada uno haría su vida tarde o temprano y que ellos tenían que aceptarlo.

No puedo negar que dentro de los años de matrimonio, fuimos felices, tuvimos buenos momentos y sobre todo, éramos una familia hermosa o al menos eso pensaba yo.

Gracias a que Tomás tiene su propia empresa, teníamos una buena estabilidad económica, no podría quejarme porque nunca me faltó nada material. Siempre estuve pendiente de mis hijos, de Tomás, nunca les faltó nada en casa, me dediqué tanto a ellos, que no volví a pensar en mí. Pasaba la mayor parte del tiempo asegurándome de que mi familia estuviera bien, y en poco tiempo, todo cambió.

A principio de este año, mis hijos hablaron conmigo para preguntarme si estaba de acuerdo en que se fueran a vivir con su padre, querían pasar una temporada juntos antes de irse a la universidad y no pude negarme, es su padre y sé lo mucho que lo extrañaban, además se mudarán a Portland en muy poco tiempo y era justo que pasaran unos meses con él.

Estos últimos años han sido muy difíciles para mí, primero una dolorosa traición y la separación del hombre que fue mi compañero por tantos años, pero tenía a mis hijos y gracias a ellos no me dejé caer. El problema fue cuando se fueron, eso sí me afectó, bastante. Siempre he sido consciente de que tarde o temprano harían su vida, pero eso no impide que la depresión me invada en algunas ocasiones.

Mi madre siempre me repite que debo luchar por mi familia, dice que nunca encontraré otro hombre como Tomás, en realidad no sé si me gustaría encontrarlo, fuimos felices, pero ahora que lo pienso, nuestra relación era más por costumbre y comodidad, que por amor.

Además, ¿luchar? ¿Por qué? Mis hijos ahora tienen dieciocho años y tienen un gran futuro por delante. Tomás es feliz con Adriana y no hay nada que hacer. La única lucha que me quedaba, era conmigo misma, para seguir adelante, por esa razón me tomé un curso para traducir documentos y conseguí un trabajo en una editorial traduciendo libros, por suerte no me va nada mal. Me he metido de lleno en el trabajo y eso me distrae.

El timbre de la puerta me saca de mis pensamientos y me pongo de pie para abrir.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo