5.- Miles City

—Hola, mamá —contesta alegre—. ¿Qué tal pasaste tu cumple?

—Muy bien, Lupita llegó y celebramos juntas —respondo.

—Me alegro, nosotros estamos dando un tour por el centro. 

—Bueno, no quiero interrumpir, solo quería avisarles que Lupita me regaló un viaje a Montana. 

—¿¡De verdad te vas a ir de viaje!? —exclama, haciéndome reír.

—¿Quién se va a ir de viaje? —Escucho a Elán, preguntar. 

—Mi mamá —responde—. Lupita le regaló un viaje a Montana. 

—¡Es una excelente noticia, mamá! —grita—. Espero que la pases muy bien. 

—Gracias, hijo —contesto, un poco sorprendida por su reacción.

—¿Cuándo te vas? —indaga mi hija. 

—Mañana. 

—¿Tan rápido?

—Sí, cualquier cosa que necesiten pueden llamarme o de ser necesario me regreso en…

—Mamá —Me interrumpe—. No tengo idea de que se trata el viaje, pero saber que te vas a dedicar un tiempo para ti, me alegra muchísimo, te lo mereces, así que relájate y disfruta ese viaje al máximo, nosotros estaremos bien. 

—Te tomaré la palabra e intentaré disfrutar de este extraño regalo. 

—No me parece extraño, al contrario, Lupita te conoce demasiado bien y sabe que necesitas un respiro —asegura.

—Tienes razón, pero cualquier cosa, por favor…

—Te llamaremos si es necesario, no te preocupes —Me tranquiliza—. ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

—Aún no lo sé, pero imagino que un par de semanas.

—¡Qué emoción! —exclama, haciéndome reír de nuevo.

No tardamos en despedirnos ya que están algo ocupados y dejo el teléfono sobre la cama.

—¿Lo ves? —Me señala, Lupita—. Hasta ellos están de acuerdo conmigo en que necesitas tiempo para ti. 

—Bueno, me resignaré a ese viaje, aunque no pueda conocer hombres medio desnudos y atractivos —resoplo y se ríe.

—Es un viaje para que te distraigas, no para que te enamores de nuevo —aclara.

—Ni modo, el próximo amor de mi vida tendrá que esperar a que viajemos juntas para conocerme —exagero—. Mientras tanto, vamos a comer, estoy hambrienta.

—Está bien, pero te toca pagar la comida —asevera.

—Pensaba cocinar. 

—No, mañana sales de viaje y no tiene caso que ensucies la cocina.

—Entonces vamos a cambiarnos y salgamos a comer, antes de que me arrepienta.

—Te podrás arrepentir, pero igual te llevaré a primera hora al aeropuerto, así estés en pijama —advierte.

(...)

Paso una noche muy incómoda, soñando con este viaje y todos los animales que posiblemente voy a conocer, por lo que estoy imaginando lo peor. Así que he decido pagarle a Lupita lo que gastó y cancelarlo, estoy demasiado nerviosa y eso debe ser un mal augurio.

Me estoy mirando en el espejo y en eso escucho sonar el timbre con insistencia, termino de cepillarme los dientes y bajo para abrir la puerta.

—¿Qué haces en pijama? —cuestiona Lupita, al verme—. Se hará tarde si no te das prisa.

Camino hasta el sofá, mientras ella me sigue y me dejo caer.

—No voy a ir —aseguro y mueve la cabeza negando.

—Serenity Stewart, en este momento subes a tu habitación y te cambias o te juro, que me perderas como amiga para siempre.

—Lupita, te devolveré el dinero que gastaste y…

—No se trata de dinero —replica—. Quiero que te distraigas y hagas algo diferente.

Suspiro y me doy cuenta que efectivamente tiene razón, hace mucho no me dedico un poco de tiempo para mí y puedo hacer un intento, así salga todo mal. 

—Te saldrás con la tuya —farfullo—. Me cambio y nos vamos —digo, poniéndome de pie. 

—¡Así me gusta! —vocifera con entusiasmo, mientras yo pongo los ojos en blanco resignada.

Me pongo ropa cómoda y no tardo en bajar, para salir rumbo al aeropuerto. 

—¿De verdad dejarías de hablarme si no viajaba? —pregunto, cuando vamos en el coche. 

—No, no podría vivir sin ti, pero tenía que hacer un poco de drama para llamar tu atención —responde muy quitada de la pena. 

—Pero, ¿estás de acuerdo que no me quedaré tres meses allá? 

—Lo sé, los orgasmos no me dejaron pensar con claridad y se me pasó la mano con el alquiler, pero igual en avión no es que estés demasiado lejos por si tus hijos te necesitan, tampoco estás viajando al otro lado del mundo. 

—Es cierto, eso me tranquiliza un poco.

Llegamos al aeropuerto y hago mi registro.

—Intenta pensar solo en ti en este viaje, tus hijos están bien y con su padre en caso de que necesitaran algo —menciona—. Por primera vez en dieciocho años, dedícate un tiempo especial y haz muchas locuras por mí.

—Gracias, Lupita —La abrazo—. Prometo que haré mi mejor esfuerzo.

Nos despedimos y paso a la sala de abordar para esperar mi vuelo. 

Anuncian mi salida y me preparo para abordar. Me siento al lado de un joven muy agradable y simpático, el cuál está vestido con una camisa de cuadros, pantalón azul, botas y un sombrero, que tiene que quitarse cuando se sienta.

—Estoy ansioso por llegar a Miles City —murmura, frotando sus manos—. Las ciudades grandes me ponen nervioso.

—¿Dijiste Miles City? —pregunto.

—Sí, soy de ahí.

—Yo también voy para allá.

—¿De verdad? —indaga.

—Voy de vacaciones —explico.

—Pues mucho gusto —Me da la mano—. Mi nombre es Logan Marshall.

—Un placer, Logan —estrecho su mano—. Serenity Stewart.

—¿Sabes en dónde te hospedarás?

—Sí, en el rancho Peterson.

—¡Qué bien! —sonríe y su cara se ilumina—. Mi amiga Haimi es la que alquila la casa, te aseguro que la pasarás muy bien. Los Peterson son personas excelentes.

Su comentario me tranquiliza y pasamos el resto del vuelo conversando, definitivamente es un chico muy simpático. Tiene diecisiete años y al parecer viajó para encontrarse con su padre, su manera de expresarse lo hace ver muy maduro para su edad.

Llegamos a Billings y nos separamos para recoger nuestro equipaje. Al dar unos pasos rumbo a la salida, encuentro a un hombre con un letrero con mi nombre y de inmediato me acerco a él.

—Hola, buenos días —saludo y sonríe amable—. Soy Serenity.

—Buenos días, señorita —responde—. Soy Saul, el capataz del rancho Peterson.

—Mucho gusto —digo, dándole la mano.

—Yo la llevaré al rancho —contesta al darme un apretón de manos un poco fuerte. 

—Perfecto, gracias. 

—Permítame ayudarla —Toma mi enorme maleta y empezamos a caminar.

—¡Saul! —escuchamos que lo llaman y nos detenemos.

—¡Logan! —grita sorprendido al verlo. Se saludan cuando el chico nos alcanza—. Que gusto verte, muchacho. 

—Pensé que no te alcanzaría —menciona, agitado—. ¿Puedo viajar con ustedes? —pregunta—. No le avisé a mi padre la hora de mi vuelo y no encontré avionetas disponibles.

—Por supuesto —afirma, dándole una palmada en la espalda.

—Gracias —suspira—. No quería esperar más tiempo para volver.

—Estás de suerte, muchacho —dice Saul, sonriendo.

Cruzamos el aeropuerto hasta llegar a un hangar un poco alejado, en el que se encuentra una avioneta lista para despegar. 

—Gracias a tus vacaciones, podré darle una sorpresa a mi padre y a mi madrina —comenta Logan con una enorme sonrisa, cuando abordamos la avioneta.

—¿No me dijiste que venías de pasar unos días con tu padre? —pregunto confundida.

Se rasca la nuca y suspira.

—Puede sonar algo raro, pero tengo dos padres.

—Lo siento —Me disculpo—. No quise ser entrometida, solo que…

—No pasa nada, en el pueblo te enterarás de todos modos, ahí no hay nada oculto —Se ríe—. Tengo algunos años conviviendo con mi padre biológico, estuvimos en Seattle algunas semanas, y ahora voy de regreso con mi papá, con el que crecí y que para mí, lo es todo.

—Bueno, eres un chico afortunado.

—Lo soy, además mi hermano pequeño nació mientras estaba de viaje y me muero por conocerlo. 

—¿Tienes más hermanos?

—Dos hermosas princesas, Dafne y Delanie —responde con una sonrisa que ilumina sus ojos—. Y ahora el pequeño Lucca. 

—Presiento que eres un muy buen hermano mayor.

—Soy muy consentidor, mis princesas son mi adoración y ahora estoy muy entusiasmado por tener un hermanito —suspira—. ¿Tú tienes hijos?

—Sí, tengo dos, son mellizos, Eilani y Elán, son de tu edad.

—¿Y no vienen de vacaciones?

—Están con su padre, pasando unos días en Nueva York.

—Pasé una temporada ahí y me gustó, pero prefiero el campo, no lo cambiaría por nada. 

En ese momento aterrizamos, el vuelo fue bastante agradable y corto gracias a la conversación con Logan.

—Logan —Lo saluda un hombre mayor cuando bajamos. 

—George —contesta el chico.

—Ya te extrañábamos —asegura, dándole un abrazo—. ¿Liam sabe que estás aquí?

—No, les voy a dar la sorpresa.

—Y buena sorpresa que se van a llevar —menciona el hombre, sonriendo—. Saul, lleva a Logan al rancho, por favor.

—Gracias, George —agradece quitándose el sombrero, el cual se puso apenas la avioneta se detuvo como si no pudiera estar sin el—. Hasta luego, Serenity, nos vemos después, tienes que conocer a mis hermanos.

—Por supuesto, Logan, hasta luego.

—Bienvenida a Miles City, señorita —Me saluda el hombre—. Una disculpa por mi distracción con Logan. 

—No se preocupe —digo, quitándole importancia. 

—Soy George Peterson—Se presenta, quitándose el sombrero. 

—Un placer —estrecho su mano—. Serenity Win.. Stewart —corrijo, dando mi apellido de soltera. 

Fueron tantos años usando el Windsor, que aún no pierdo la costumbre y me confundo en algunas ocasiones.

—Mi nieta la está esperando, ella es la que alquila la casa adjunta al rancho —Me explica.

—Perfecto, gracias —Me ayuda a subir la maleta a la camioneta, nos subimos y arranca.

—¿Qué la trae por aquí? —pregunta, mientras conduce.

—Una amiga me regaló el viaje, quería que tuviera un tiempo para mí.

—¿De dónde es? 

—Soy de Seattle.

—Estoy seguro que la va a pasar muy bien —asegura con una agradable sonrisa—. Este pueblo es muy tranquilo y perfecto para alejarse del ruido de la ciudad. 

—Me imagino —respondo, mirando todo. 

Llegamos al rancho que realmente es más impresionante en persona, mientras avanzamos no puedo dejar de admirar la belleza de los campos y los animales, aunque esos, prefiero verlos de lejos. Siempre les he tenido pavor a todos los animales o bichos, por eso mi miedo de estar aquí, pero todo sea por aceptar el regalo de mi mejor amiga, espero no decepcionarla cuando regrese en unos días.

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