—Hola, mamá —contesta alegre—. ¿Qué tal pasaste tu cumple?
—Muy bien, Lupita llegó y celebramos juntas —respondo.
—Me alegro, nosotros estamos dando un tour por el centro.
—Bueno, no quiero interrumpir, solo quería avisarles que Lupita me regaló un viaje a Montana.
—¿¡De verdad te vas a ir de viaje!? —exclama, haciéndome reír.
—¿Quién se va a ir de viaje? —Escucho a Elán, preguntar.
—Mi mamá —responde—. Lupita le regaló un viaje a Montana.
—¡Es una excelente noticia, mamá! —grita—. Espero que la pases muy bien.
—Gracias, hijo —contesto, un poco sorprendida por su reacción.
—¿Cuándo te vas? —indaga mi hija.
—Mañana.
—¿Tan rápido?
—Sí, cualquier cosa que necesiten pueden llamarme o de ser necesario me regreso en…
—Mamá —Me interrumpe—. No tengo idea de que se trata el viaje, pero saber que te vas a dedicar un tiempo para ti, me alegra muchísimo, te lo mereces, así que relájate y disfruta ese viaje al máximo, nosotros estaremos bien.
—Te tomaré la palabra e intentaré disfrutar de este extraño regalo.
—No me parece extraño, al contrario, Lupita te conoce demasiado bien y sabe que necesitas un respiro —asegura.
—Tienes razón, pero cualquier cosa, por favor…
—Te llamaremos si es necesario, no te preocupes —Me tranquiliza—. ¿Cuánto tiempo estarás fuera?
—Aún no lo sé, pero imagino que un par de semanas.
—¡Qué emoción! —exclama, haciéndome reír de nuevo.
No tardamos en despedirnos ya que están algo ocupados y dejo el teléfono sobre la cama.
—¿Lo ves? —Me señala, Lupita—. Hasta ellos están de acuerdo conmigo en que necesitas tiempo para ti.
—Bueno, me resignaré a ese viaje, aunque no pueda conocer hombres medio desnudos y atractivos —resoplo y se ríe.
—Es un viaje para que te distraigas, no para que te enamores de nuevo —aclara.
—Ni modo, el próximo amor de mi vida tendrá que esperar a que viajemos juntas para conocerme —exagero—. Mientras tanto, vamos a comer, estoy hambrienta.
—Está bien, pero te toca pagar la comida —asevera.
—Pensaba cocinar.
—No, mañana sales de viaje y no tiene caso que ensucies la cocina.
—Entonces vamos a cambiarnos y salgamos a comer, antes de que me arrepienta.
—Te podrás arrepentir, pero igual te llevaré a primera hora al aeropuerto, así estés en pijama —advierte.
(...)
Paso una noche muy incómoda, soñando con este viaje y todos los animales que posiblemente voy a conocer, por lo que estoy imaginando lo peor. Así que he decido pagarle a Lupita lo que gastó y cancelarlo, estoy demasiado nerviosa y eso debe ser un mal augurio.
Me estoy mirando en el espejo y en eso escucho sonar el timbre con insistencia, termino de cepillarme los dientes y bajo para abrir la puerta.
—¿Qué haces en pijama? —cuestiona Lupita, al verme—. Se hará tarde si no te das prisa.
Camino hasta el sofá, mientras ella me sigue y me dejo caer.
—No voy a ir —aseguro y mueve la cabeza negando.
—Serenity Stewart, en este momento subes a tu habitación y te cambias o te juro, que me perderas como amiga para siempre.
—Lupita, te devolveré el dinero que gastaste y…
—No se trata de dinero —replica—. Quiero que te distraigas y hagas algo diferente.
Suspiro y me doy cuenta que efectivamente tiene razón, hace mucho no me dedico un poco de tiempo para mí y puedo hacer un intento, así salga todo mal.
—Te saldrás con la tuya —farfullo—. Me cambio y nos vamos —digo, poniéndome de pie.
—¡Así me gusta! —vocifera con entusiasmo, mientras yo pongo los ojos en blanco resignada.
Me pongo ropa cómoda y no tardo en bajar, para salir rumbo al aeropuerto.
—¿De verdad dejarías de hablarme si no viajaba? —pregunto, cuando vamos en el coche.
—No, no podría vivir sin ti, pero tenía que hacer un poco de drama para llamar tu atención —responde muy quitada de la pena.
—Pero, ¿estás de acuerdo que no me quedaré tres meses allá?
—Lo sé, los orgasmos no me dejaron pensar con claridad y se me pasó la mano con el alquiler, pero igual en avión no es que estés demasiado lejos por si tus hijos te necesitan, tampoco estás viajando al otro lado del mundo.
—Es cierto, eso me tranquiliza un poco.
Llegamos al aeropuerto y hago mi registro.
—Intenta pensar solo en ti en este viaje, tus hijos están bien y con su padre en caso de que necesitaran algo —menciona—. Por primera vez en dieciocho años, dedícate un tiempo especial y haz muchas locuras por mí.
—Gracias, Lupita —La abrazo—. Prometo que haré mi mejor esfuerzo.
Nos despedimos y paso a la sala de abordar para esperar mi vuelo.
Anuncian mi salida y me preparo para abordar. Me siento al lado de un joven muy agradable y simpático, el cuál está vestido con una camisa de cuadros, pantalón azul, botas y un sombrero, que tiene que quitarse cuando se sienta.
—Estoy ansioso por llegar a Miles City —murmura, frotando sus manos—. Las ciudades grandes me ponen nervioso.
—¿Dijiste Miles City? —pregunto.
—Sí, soy de ahí.
—Yo también voy para allá.
—¿De verdad? —indaga.
—Voy de vacaciones —explico.
—Pues mucho gusto —Me da la mano—. Mi nombre es Logan Marshall.
—Un placer, Logan —estrecho su mano—. Serenity Stewart.
—¿Sabes en dónde te hospedarás?
—Sí, en el rancho Peterson.
—¡Qué bien! —sonríe y su cara se ilumina—. Mi amiga Haimi es la que alquila la casa, te aseguro que la pasarás muy bien. Los Peterson son personas excelentes.
Su comentario me tranquiliza y pasamos el resto del vuelo conversando, definitivamente es un chico muy simpático. Tiene diecisiete años y al parecer viajó para encontrarse con su padre, su manera de expresarse lo hace ver muy maduro para su edad.
Llegamos a Billings y nos separamos para recoger nuestro equipaje. Al dar unos pasos rumbo a la salida, encuentro a un hombre con un letrero con mi nombre y de inmediato me acerco a él.
—Hola, buenos días —saludo y sonríe amable—. Soy Serenity.
—Buenos días, señorita —responde—. Soy Saul, el capataz del rancho Peterson.
—Mucho gusto —digo, dándole la mano.
—Yo la llevaré al rancho —contesta al darme un apretón de manos un poco fuerte.
—Perfecto, gracias.
—Permítame ayudarla —Toma mi enorme maleta y empezamos a caminar.
—¡Saul! —escuchamos que lo llaman y nos detenemos.
—¡Logan! —grita sorprendido al verlo. Se saludan cuando el chico nos alcanza—. Que gusto verte, muchacho.
—Pensé que no te alcanzaría —menciona, agitado—. ¿Puedo viajar con ustedes? —pregunta—. No le avisé a mi padre la hora de mi vuelo y no encontré avionetas disponibles.
—Por supuesto —afirma, dándole una palmada en la espalda.
—Gracias —suspira—. No quería esperar más tiempo para volver.
—Estás de suerte, muchacho —dice Saul, sonriendo.
Cruzamos el aeropuerto hasta llegar a un hangar un poco alejado, en el que se encuentra una avioneta lista para despegar.
—Gracias a tus vacaciones, podré darle una sorpresa a mi padre y a mi madrina —comenta Logan con una enorme sonrisa, cuando abordamos la avioneta.
—¿No me dijiste que venías de pasar unos días con tu padre? —pregunto confundida.
Se rasca la nuca y suspira.
—Puede sonar algo raro, pero tengo dos padres.
—Lo siento —Me disculpo—. No quise ser entrometida, solo que…
—No pasa nada, en el pueblo te enterarás de todos modos, ahí no hay nada oculto —Se ríe—. Tengo algunos años conviviendo con mi padre biológico, estuvimos en Seattle algunas semanas, y ahora voy de regreso con mi papá, con el que crecí y que para mí, lo es todo.
—Bueno, eres un chico afortunado.
—Lo soy, además mi hermano pequeño nació mientras estaba de viaje y me muero por conocerlo.
—¿Tienes más hermanos?
—Dos hermosas princesas, Dafne y Delanie —responde con una sonrisa que ilumina sus ojos—. Y ahora el pequeño Lucca.
—Presiento que eres un muy buen hermano mayor.
—Soy muy consentidor, mis princesas son mi adoración y ahora estoy muy entusiasmado por tener un hermanito —suspira—. ¿Tú tienes hijos?
—Sí, tengo dos, son mellizos, Eilani y Elán, son de tu edad.
—¿Y no vienen de vacaciones?
—Están con su padre, pasando unos días en Nueva York.
—Pasé una temporada ahí y me gustó, pero prefiero el campo, no lo cambiaría por nada.
En ese momento aterrizamos, el vuelo fue bastante agradable y corto gracias a la conversación con Logan.
—Logan —Lo saluda un hombre mayor cuando bajamos.
—George —contesta el chico.
—Ya te extrañábamos —asegura, dándole un abrazo—. ¿Liam sabe que estás aquí?
—No, les voy a dar la sorpresa.
—Y buena sorpresa que se van a llevar —menciona el hombre, sonriendo—. Saul, lleva a Logan al rancho, por favor.
—Gracias, George —agradece quitándose el sombrero, el cual se puso apenas la avioneta se detuvo como si no pudiera estar sin el—. Hasta luego, Serenity, nos vemos después, tienes que conocer a mis hermanos.
—Por supuesto, Logan, hasta luego.
—Bienvenida a Miles City, señorita —Me saluda el hombre—. Una disculpa por mi distracción con Logan.
—No se preocupe —digo, quitándole importancia.
—Soy George Peterson—Se presenta, quitándose el sombrero.
—Un placer —estrecho su mano—. Serenity Win.. Stewart —corrijo, dando mi apellido de soltera.
Fueron tantos años usando el Windsor, que aún no pierdo la costumbre y me confundo en algunas ocasiones.
—Mi nieta la está esperando, ella es la que alquila la casa adjunta al rancho —Me explica.
—Perfecto, gracias —Me ayuda a subir la maleta a la camioneta, nos subimos y arranca.
—¿Qué la trae por aquí? —pregunta, mientras conduce.
—Una amiga me regaló el viaje, quería que tuviera un tiempo para mí.
—¿De dónde es?
—Soy de Seattle.
—Estoy seguro que la va a pasar muy bien —asegura con una agradable sonrisa—. Este pueblo es muy tranquilo y perfecto para alejarse del ruido de la ciudad.
—Me imagino —respondo, mirando todo.
Llegamos al rancho que realmente es más impresionante en persona, mientras avanzamos no puedo dejar de admirar la belleza de los campos y los animales, aunque esos, prefiero verlos de lejos. Siempre les he tenido pavor a todos los animales o bichos, por eso mi miedo de estar aquí, pero todo sea por aceptar el regalo de mi mejor amiga, espero no decepcionarla cuando regrese en unos días.
Se detiene frente a la pequeña casa y me entusiasmo por lo bonita que es. Está muy cerca a casa principal, parece que no hay animales cerca y eso me tranquiliza. —¡Bienvenida! —Me recibe una preciosa jovencita al bajarme de la camioneta, está acompañada de una mujer mayor—. Soy Haimi —Se presenta emocionada. —Mucho gusto, Serenity Stewart. —Ella es mi esposa, Nélida Peterson —presenta George a la mujer. —Un placer —Me saluda—. Bienvenida al rancho Peterson. —Gracias. Haimi abre la puerta de la casa y empieza a explicarme donde se encuentra todo, incluso el refrigerador está lleno y la casa es más amplia en persona. —Aunque aquí tiene todo lo necesario para comer, la cena la serviremos en la casa principal —aclara la señora Peterson—. Espero que nos acompañe todos los días. —¡Mi abuela hace la mejor comida de todo Miles City! —exclama la chica. —Entonces tendré que probarla sin falta —menciono, haciéndolas reír. —Hoy te esperamos como a las 5 para cenar —confirma Haimi. —No
—¡Logan! —La escuchamos gritar emocionada. —Es su mejor amigo —explica Nélida—. Y tenía unos meses de viaje. —Lo sé, viajé con él desde Seattle. —¡Qué coincidencia! —Hola, Nélida —entra a saludar y le da un enorme abrazo. —¿Cómo estás, hijo? ¿Qué tal te fue? —Estoy bien y no la pasé mal, pero extrañaba demasiado a la familia y al rancho —responde—. Hola, Serenity —sonríe al verme. —Hola, Logan. —¿Qué tal el pequeño Lucca? —interroga Haimi. —Es muy guapo, se parece a mí —comenta orgulloso—. ¿Y Evan? —Está de viaje en la ciudad —contesta Nélida. —¿Cuándo regresa? —indaga el chico. —No lo sabemos, estaba un poco liado con algunos permisos de exportación —explica Haimi. —Nélida, ¿le da permiso a Haimi para ir al rancho conmigo? —Claro, pero no quiero que regrese tarde. —No se preocupe, prometo traerla temprano. —Llévale a Olivia un pastel —Prepara uno, se lo entrega y se van muy contentos—. Presiento que estos chicos
—Ahí —señalo el animal, que sigue aleteando asustado. —¡Spark, fuera de aquí! —ordena con voz firme—. ¡Ahora! —grita señalando la puerta y parece que le entiende, porque se sale—. ¿Está bien? —Me pregunta, mirándome preocupado—. ¿Le hizo algo? En ese momento recuerdo que estoy en ropa interior y tomo rápidamente la sábana para cubrirme. —Lo siento —Se disculpa, avergonzado—. No debí entrar así, pero escuché su grito y me imaginé lo peor.—Le tengo miedo a los animales y me asusté al encontrar esa gallina sobre la cama —explico. —No es una gallina —aclara—. Es un gallo, se llama Spark y si ve una ventana abierta, entra. —¿Spark? —cuestiono. Con el miedo no logré diferenciar si era gallina o gallo. —Sí —responde—. Es inofensivo, pero con sus gritos, se asustó—. Se acerca a la ventana y la cierra —No es recomendable dejar las ventanas abiertas durante la noche —aconseja—. Tuvo suerte de que en esta ocasión fuera Spark el que entrara y no algún animal más peligroso. —¿Qué tipo
Al salir de la ducha, me pongo un pantalón azul, una blusa blanca, seco mi cabello y lo dejo suelto. Después de ponerme mis cremas para el cuidado de la piel, me pongo un poco de brillo en los labios y máscara de pestañas, nunca he sido de usar maquillaje muy cargado, pero me gusta arreglarme. —Serenity —escuchó la voz de Haimi y me acerco para abrir. —Hola, hermosas—Las saludo, ya que viene acompañada de Jasmine. —¿Sabes conducir? —pregunta Haimi. —Por supuesto. —Mi padre, mi tío y mi abuelo están ocupados y Jasmine quiere ir a casa de Olivia, para pasar un rato con las niñas —explica—. ¿Podrías llevarnos? Tengo las llaves de la camioneta de mi padre. —¿Estás segura que no habrá ningún problema? —Claro, mi abuela nos dio permiso. —Bueno, mi agenda está desocupada —bromeo y sonríe—. Así que vámonos —digo, saliendo de la casa. La camioneta de Evan es bastante nueva. Nos subimos, me aseguro de que se pongan el cinturón y sigo las instrucciones de Haimi, para llegar al ranc
Han pasado algunos días y estoy mucho mejor de lo que imaginé, es verdad que me he mantenido ocupada con todas las invitaciones que me han hecho, he intercambiado varias recetas con Nélida y estoy aprendiendo a preparar postres deliciosos. Si bien me invitan a comer con ellos todos los días, en algunas ocasiones cocino algo sencillo en la casa, ya que estar cerca de Evan, cada vez me pone más nerviosa y no sé cómo disimular lo que me provoca. Hay un pequeño supermercado cerca y he comprado las cosas necesarias para no molestar todo el tiempo, pero si no voy, Haimi y Jasmine me visitan.Llamo a mis hijos todos los días y siguen de viaje, parece que están disfrutando bastante su estadía en Nueva York, aunque al parecer regresaran mañana a Seattle, ya que tienen que preparar todo lo de la universidad y por lo que me dijo Elán, su padre continúa mal. Lupita dice que no debo preocuparme y que siga disfrutando de mis vacaciones, pero es un poco difícil, sobre todo por mis hijos. Estoy aseg
—¿En este río se puede nadar? —pregunto, al ver el agua tan clara cuando pasamos cerca. —Sí, aunque no te lo recomiendo. —¿Por qué? ¿Hay animales? —No precisamente, pero mis tres hijos son resultado de nadar en ese río —menciona con diversión y me hace reír. —Bueno, yo iría sola o con las niñas, no creo correr ningún peligro —bromeo. —Cierto, aunque advertida ya estás —afirma y soltamos una enorme carcajada. —Confieso que me encantaría volver a ser madre. —Ya sabes, invita a algún vaquero a nadar y asunto solucionado —sugiere, moviendo las cejas con diversión. Las carcajadas continúan durante el trayecto, aunque eso de nadar con un vaquero, me hace recordar a ese que me ha llamado la atención desde la primera vez que lo vi, ahora creo que Lupita tiene razón en que debería disfrutar mi vida y sobre todo, en que necesito orgasmos y no precisamente bebidos. Llegamos a la casa y la ayudo a bajar todo. Me quedo a comer con ellos y después de unas horas, Olivia me lleva de regreso a
—Disculpe que la moleste, pero quería asegurarme que Haimi está bien —dice Evan cuando le abro. Verlo en pijama y sin sombrero, me parece un poco extraño, siento que se ve más joven, además puedo notar su preocupación y eso me provoca algo extraño en el pecho. Salgo y cierro la puerta detrás de mí, para no despertar a Haimi. —Está bien, se quedó dormida hace unos minutos —menciono—. Pero ya estaba más tranquila. Se acomoda en una de las sillas y pasa sus manos por el cabello con frustración. —Fui a buscarla a su habitación y al no encontrarla tampoco con mi madre, me imaginé que estaría aquí. —Llegó llorando desconsolada —explico—. Está pensando que quieres deshacerte de ella. —Eso jamás —garantiza—. Ella es mi vida entera.—Solo es un malentendido, estoy segura que después de que hablen, todo se aclarará.Asiente y toma aire. —Hace varios años, mi mujer tuvo un accidente automovilístico, en ese tiempo vivíamos cerca de Nevada y ella había ido a una consulta porque llevaba ti
—Lo siento, Evan —Me disculpo aclarándome la garganta y alejándome rápidamente—. Debes pensar que estoy loca, entre el gallo y los coyotes —digo avergonzada.Él está pasando por un mal momento con su hija, me acaba de contar la triste historia de cómo murió su esposa y yo reacciono pensando en besarlo, como si fuera una chiquilla con las hormonas revueltas, sin contar que su hija está a tan solo unos pasos de nosotros.—En realidad, no podía pensar, mientras te tenía entre mis brazos —confiesa y lo miro sorprendida—. Lo mejor es que te deje descansar—Se aclara la garganta—, mañana regreso para hablar con Haimi.Asiento, ya que no sé qué decir ante mi bochornosa reacción.—Buenas noches, Serenity.—Buenas noches, Evan.Lo observo mientras se aleja y muevo la cabeza negando, después de todo creo que Lupita tiene razón, tal vez necesito sexo con urgencia o este hombre pagará las consecuencias de mi abstinencia.Me tranquilizo un poco y entro de nuevo a la casa. Vuelvo a la cama y me acom