42. Intromisión

—¿Qué haces aquí? —Casandra advirtió que Fabio tenía en sus manos en sus manos el retrato donde aparecía entre sus hermanos, sus protectores.     

Por primera vez lo notó inseguro de su siguiente movimiento y se deleitó con aquella imagen. Era verdad, ya lo extrañaba, pero tampoco le haría fácil lograr que lo perdonara solo por haber tomado ese avión y presentarse en casa de sus padres.         

—¿Cómo se encuentra tu hermano? —No soltaba el marco entre sus manos y si lo seguía sujetando de aquella forma, lo rompería por la fuerza ejercida.                           

—Si querías saber sobre su estado, con una llamada hubiese

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