Cuando un desastre inminente se avecina, tienes dos opciones: conformarte con ser un simple espectador o formar parte de él de manera activa, aunque tu función no implique un cambio en particular. Después que Fabio salió de la propiedad, Casandra tuvo una reunión con su padre por dos tortuosas horas que la dejaron exhausta. Sufrió de un interrogatorio tenaz y sin contemplación alguna, en el que él puso en tela de juicio sus verdaderas razones al viajar tan lejos y enfrentarse a uno de sus peores miedos solo para fundar su negocio. Ahora estaba frente al atractivo bribón que se coló en casa de sus padres por segunda vez, y que de forma taimada logró el beneplácito de su hermano más celoso; Javier.La turbó con ese beso sorpresa, sintió las rodillas incapaces de sostenerla y para su vergüenza, incluso se excitó por ello. Sin poder controlarlo, un gemido irreverente salió de su garganta y entonces supo que estaba perdiendo la batalla. Esa mi
Casandra sirvió la bebida y le ofreció una, él la tomo casi de un trago y carraspeó por el calor que atravesaba su garganta. Ella se sentó a esperar. Tarde o temprano él hablaría.Se dio cuenta de que nunca habían compartido detalles sobre cada uno de sus padres, en concreto, solo se contaron unas cuantas anécdotas del tipo de infancia que ambos tuvieron y la disciplina que impartieron con ellos y eso fue todo. Cómo imaginar algo así. Después de un rato más, se cansó de esperar en la silla. Se quitó las sandalias que llevaba y caminó hacia la orilla de la piscina, introduciendo sus pies y parte de sus piernas en ella con la botella en una mano y el vaso en la otra.Él llegó e hizo lo mismo sentándose a su lado. —Necesito salir de aquí. ¿Estarás bien? Casandra negó, sonriendo con amargura. Fabio estaba destrozado, ¿y se preocupaba por ella?, era el colmo. Se acercó a él sujetándolo del cuello con una mano, llegando a su rostro, besó sus pá
Fabio era consciente del nerviosismo del que era presa Casandra. Al detenerse frente a un semáforo en rojo y ser iluminados tenuemente por los negocios del exterior, pudo notar una mirada de espanto en ella y la forma en que evitó responder no fue nada sutil. Pero si ella pensaba que se cansaría, esperando una respuesta o dejaría el tema a un lado, era porque aún no lo conocía bien. Le divertía sobremanera que una mujer con semejante seguridad, como para amedrentar a una veintena de abogados en una junta, fuese tan cobarde y no quisiera enfrentar lo evidente. Josh solía enfatizar sobre la necesidad que muestran algunas mujeres en «reparar» producto varonil defectuoso a nivel emocional, pero Casandra no era así. Ella era del tipo que enviaba de paseo a hombres que, como él, cometían el error de llorar ante ella cuál infante desvalido.Esto, en definitiva, suponía un indiscutible retroceso. En su defensa, podía alegar que no tenía cómo sa
Al entrar al edificio, Fabio se dio cuenta de que su mala suerte continuaría hasta el fin de los tiempos. Andrea y su novio o su posible hermano, esperaban el ascensor en el recibidor y maldijo por lo bajo.A regañadientes hizo bajar a Casandra y se posicionó a sus espaldas, porque si ellos notaban el verdadero motivo de su apremio, no estaba seguro de que fuesen solidarios y desaparecieran.Javier se le quedó viendo de tal forma, que creyó enviaría a uno de sus guardaespaldas a eliminarlo, porque para hacerlo él mismo necesitaría un poco más de músculos.A fin de cuentas, le daba la razón a aquella mirada encendida. Había hecho llorar a su madre y cualquier hijo estaría igual. Andrea se giró y una mirada hacia Casandra provocó una sonrisa siniestra en ella. No podía ver su reacción en respuesta a aquel gesto, pero no supo si sonreír igual o temblar por aquella comunicación silenciosa entre ambas. —¿Irás al hospital? —preguntó Javier a su hermana, hosco.—Tempr
El sonido estridente de una alarma estuvo a punto de hacerlo caer de la cama. Palpó a su alrededor para dar con aquel ruido infernal sin lograrlo, así que hizo un gran esfuerzo por abrir los ojos.No se veía ningún aparato cerca, pero continuaba sin detenerse. Fabio se acercó a la gaveta opuesta de donde se encontraba, identificando el origen del bullicio.Al abrirla, no pudo evitar maldecir al verse sosteniendo un falo enorme, que vibraba y no paraba de sonar. Y empezó a dudar si seguía dormido y estaba en medio de una pesadilla. Se estaba volviendo loco mientras intentaba descifrar cómo apagarlo, pero el objeto ese parecía tener vida propia. No tuvo opción, lo llevó al baño y lo dejó bajo el chorro del lavabo. Si era electrónico debía provocar un corto circuito.<
—¿Te molestó lo del equipaje? —Andrea se aclaró la voz, fallando por completo al hablar con la voz temblorosa.Javier se le acercó por la espalda y le dio un beso en la mejilla sentándose a su lado. Se veían compenetrados y parecían sinceros entre ellos. —No, en lo absoluto. De hecho, te lo agradezco, pero ¿cómo…? —Me pertenece —interrumpió Javier mientras tomaba jugo de naranja—. El hotel donde te hospedas —aclaró.Javier mordió un croissant con tranquilidad, fingiendo lanzarle una mirada de enfado a su hermana cuando tomó asiento con ellos.Fabio se sintió un poco incómodo por no haber sabido eso de antemano. Sin embargo, no quería que su falta de conocimiento arruinara el buen ambiente. —¡Oh, vaya! No lo sabía, pero gracias por el detalle —dijo comiendo también y saboreando la delicia que tenía entre sus manos—. Deliciosos. ¿Dónde los compras? —preguntó señalando la mesa y tratando de cambiar de tema.Casandra, por otro lado, no parecía
Desde donde estaba, Casandra podía ver a su madre a través del cristal, y por su expresión corporal, parecía estar disfrutando con lo que le decía a su novio. Se censuró a sí misma por darle aquel apelativo, pero en cuanto notó que él se ponía pálido, su lado sobreprotector salió a flote.Y en eso se había convertido desde anoche: en su novio, su pareja. Ahora de forma oficial.Además, conocía de sobra la habilidad de su madre al menospreciar a cualquiera sin perder los estribos, por lo que estaba indecisa entre darles espacio para aclarar el tema que tenían en común o, intervenir y alejarlo de ella.Después de todo, no sería el primer pretendiente en salir corriendo después de conocer a sus padres. Sobre todo, si tomaba en cuenta la terrible historia que compartía él con su madre. Era verdad que la noche anterior se negó a propósito a pensar en ello, pero era evidente que el momento de enfrentarse con una decisión que no le pertenecía había llegado.Odiaba el hecho de que su madre tu
Fabio iba como en medio de una bruma en la que no podía procesar del todo lo ocurrido en aquella sala de espera. Hubiese dado casi cualquier cosa a cambio de tener esa información desde el principio.Por supuesto, siendo un niño quizá no la entendiera como correspondía, pero al menos no habría culpado a esa mujer de la muerte de su madre, porque el único culpable en todo ese asunto fue su padre.Necesitaba encontrar a Casandra para volver a respirar con un poco de normalidad, porque en ese momento, sentía que el aire no llegaba con propiedad a sus pulmones. Poco le interesó las sonrisas y el buen recibimiento de Javier, que ahora sabía, era su primo y de su mujer, Andrea. Solo quería salir de allí, pero con su novia.A pesar de avergonzarse por el comportamiento de su padre en el pasado, lo único que lo reconfortaba es que ya no existía ningún impedimento familiar que le dificultara su relación. Aunque si era sincero consigo mismo, así Javier hubiese resultado ser su hermano, él no se