Palermo, Sicilia.
Como cada mañana al despertar acudo al jardín a cortar las flores más hermosas de la residencia que ha sido mi hogar desde que nací o por lo menos desde que tengo memoria. Con los pies descalzos emprendo la caminata rumbo a mi destino, el aire mueve la cabellera azabache que cubre mis hombros y mientras mis piernas se balancean de adelante atrás con rapidez, en mi cabeza comienzo a maquinar las ideas que no me dejan dormir al anochecer.
<< ¿Soy un ser maligno? ¿Será por eso por lo que estoy tan solo?>>
Al abrir la puerta del cementerio el chirriante sonido hace que se mueva mi mundo al saber que me encuentro en un lugar seguro. Con calma levanto el rostro para asegurarme de que nadie me este mirado o en su defecto que ningún animal se encuentre lo suficientemente cerca como para atacarme.
Alessia Belucci.
1959-1983.
Madre y esposa.
—Hola mami —acomode las flores sobre la fría lapida y retire las platas secas que tercamente se aprovechan del poco espacio que tienen para sobrevivir —. Te extraño mucho, mami —limpie mis lagrimas para que mi madre no me vea llorar —. Estoy triste porque no sé qué es lo que le pasa a papá, ha dejado de quererme y por las noches se va de la casa y tengo tanto miedo de que no vuelva… tengo miedo de que deje de quererme —aprete mis puños para contener las lágrimas que neciamente querían mojar mi rostro —. Quiero irme contigo mami… por favor, llevame a donde tú te encuentras… no me dejes aquí —abrace la lápida de concreto y llore hasta que mis ojos se hincharon, al poco tiempo me quede profundamente dormido.
—¿Drako? —entre sueños escuché una dulce voz, desperté de golpe pensando que era mi madre —. Mi vida, no debes estar aquí, es peligroso.
—Extraño a mamá, nana —me ayudo a ponerme de pie y limpio mi ropa con uno de los pañuelos que siempre carga en el uniforme.
—Lo se mi amor, pero tu madre está en el cielo —señalo con su dedo las blancas nubes. Al instante levante la mirada y fije mis ojos en lo alto.
—¿Tú me quieres nana?
—Claro que si Drako, eres mi pequeño niño travieso— beso mis mejillas provocando que una sensación en mi estomago estallara en risas y felicidad —. Prepare pastel de chocolate y ¿adivina qué?
—¡¿Qué?! —respondí ansioso.
—Le puse duraznos de relleno.
—¡Wow! —el calor de sus manos no era el mismo al de mi madre, pero al menos podía sentirme querido entre sus brazos.
Cantamos canciones entre risas y gritos de camino a la casa. Siempre que mi nana me acompaña con su presencia es común que me obsequie duces de cerezas con la intención de alegrarme el día. También es la única persona con la que disfruto jugar a correr o a chochar caritos de madera que el mayordomo fabrica para mí. Son los dos seres que siempre se preocupan por mí, curan mis malestares físicos y también los del corazón. Desde que nací no recuerdo que mi papá se sentara a un lado de mi cama para vigilar que la fiebre que me derrumbo cuando murió mi madre se controlara… prefirió irse y dejarme deseando acariciar sus manos una vez más antes de que perdiera el conocimiento.
<< ¿Qué habre hecho para merecer su rechazo?>>
—Anda, disfruta la rebanada de pastel —mi nana beso la coronilla de mi cabeza al entregarme el pequeño platito con mi postre favorito.
—Eres privilegiado por los dioses Drako —dijo el mayordomo al tomar asiento junto a mi —¿Cómo estuvo tu día?
—Fui a visitar a mamá.
—No hables con la boca llena, puedes ahogarte —recibí una reprimenda por parte de mi nana, tiene razón, no es propio que me expresé con el bocado en mi boquita.
—¿Le llevaste flores?
—Aja —asentí alegremente con la cabeza mientras devoraba el pastel.
—¿Qué te parece si mañana te acompaño y arreglamos la tumba de tu madre?
—¡¿Harías eso por mí?!
—Ya sabes la respuesta, eres el consentido de esta casa. Algún día crecerás y te convertirás en un hombre con principios.
—Gracias —abrace uno de sus brazos como agradecimiento a la brillante idea que tuvo.
—¡Drako! —al escuchar la voz de mi padre instintivamente me aleje del mayordomo. Al dueño de la casa no le gusta que mantenga un lazo sentimental con la servidumbre —. Acompañame al despacho.
—Si padre —me limpie la boca antes de seguirlo. Intenté sentarme en una de las sillas de enfrente de su escritorio, pero desistí de la idea cuando su mirada me torturo el alma.
—Tengo que hablar seriamente contigo, es un asunto muy importante.
—Está bien —me quede de pie e inmóvil frente a mi papá.
—Volveré a casarme y tendrás que irte.
—¿Por qué? —me asuste mucho —¿A dónde? ¡¿Te vas a casar?! ¡¿Con quién?!
—Adquirirás todos los conocimientos en el extranjero, no sé cuántos años te quedaras en el colegio de Estados Unidos. Después de que termines el bachillerato tendrás la oportunidad de estudiar la licenciatura que prefieras… no tengo problema con ello.
—No quiero irme papá —comencé a llorar —. Quiero quedarme en mi casa… contigo.
—¡No llores! ¡Puta madre! —azotó sus palmas en la superficie del escritorio —¡Los hombres no lloran!
—Yo aun soy un niño.
—Y pronto te convertirás en un cabron que deberá presumir con orgullo mi apellido —se puso de pie solo para sujetarme de los hombros y lastimarme —. Desde que tu madre murió he vivido en la miseria de su recuerdo… no quiero verte más y lo mejor es que te largues muy lejos de mí.
—Papá —intente acariciar su cara.
—No serás mi hijo hasta que regreses a esta casa con un título universitario ¿queda claro lo que te dije?
—Por favor papi —me tomo de la mano y a pesar de mis suplicas me arrastro por el pasillo —¡Papá! ¡Prometo portarme bien! ¡Por favor! —mi nana salió corriendo de la cocina al escuchar mis gritos.
—¿Qué pasa? —dijo asustada.
—Drako se va —abrió la puerta de la entrada de la casa y un grupo de personas ya se encontraban reunidas.
—Pero señor… —la mujer quería replicar.
—¡Pero nada! ¡Yo soy su padre y es mejor que guardes silencio! —dejo caer mi cuerpo al pie de las escaleras.
—Por favor señor, yo puedo cuidarlo, le prometo que no dará problemas —las manos de mi nana se juntaron en una súplica que no fue considera ni por los dioses a los que tanto les rezaba por las noches.
—¡Papá! —entre lágrimas y gritos quería salir huyendo.
—Todo está preparado señor Marchetti. Su hijo se encuentra en las mejores manos —dijo la señorita.
—Ok —sonrió de lado
—¡Nana! —logre escaparme de las garras de la señora que me mantenía cautivo —¡No permitas que me lleven por favor, te lo suplico! ¡Ayudame!
—Calmate mi niño —sus brazos formaron un escudo alrededor de mi espalda —. Señor Marchetti, considere lo que está haciendo… yo me puedo encargar de su hijo, es más, si quiere lo llevare a mi casa y lo cuidare allí.
—¡Cállate, ya he tomado una decisión! ¡El mocoso debe irse! No quiero verlo ni en pintura.
—¡No! ¡Por favor! ¡Por piedad, es su hijo! —mi nana no me soltaba mientras que las uñas de mi padre se enterraban en mis manos rasgando mi piel —¡Por favor!
—¡Nana no dejes que me lleven! ¡Nana! —dos hombres sometieron a la mujer que me cuido desde que nací, mi nana se retorcía entre los fuertes agarres de las bestias que sonreían con el dolor ajeno. Las puertas del vehículo se cerraron cuando me arrojaron al interior de este, con rapidez intenté abrirlas presionando el seguro y accionando la manija… no pude escapar —¡Nana! ¡Nana! ¡Ayudame!
—¡Drako! —corrió detrás del coche, el broche de su cabello salió volando por el movimiento —¡Cuidate mucho por favor! —escuche como sus rodillas se impactaron con el duro pavimento… sus piernas no fueron tan rápidas como para alcanzarme.
Ya sin fuerzas subi al jet privado de mi padre, me coloque el cinturón de seguridad al sentarme en el asiento que fue asignado para mí. Me despedí de mi madre desde las alturas y comprendí a mi corta edad que jamás volvería al lugar que fue mi hogar
El cansancio abrazo mi dolor quedándome profundamente dormido. No sé muy bien la hora exacta en la que mi padre me arrojo en las manos de las personas que me miran con rencor ya que cuando llegamos al enorme y perturbador colegio ya era de noche. Aparcaron el vehículo afuera del recibidor, las grandes puertas de madera se abrieron dando lugar a las luces que iluminaban el interior.
—Bienvenido Drako —dijo un hombre de la edad de mi padre.
Algunos años después.Tokio, Japón.Aterrice el avión comercial en el aeropuerto principal de la ciudad. Esperé a que las azafatas ayudaran a los pasajeros a bajar de la aeronave para despertar a mi compañero piloto, con un leve empujón moví su cuerpo y una sonrisa malvada se dibujó en las comisuras de sus labios, el muy infeliz sabe como fastidiarme el día.Ajuste el reloj que descansa en mi muñeca antes de colocarme el saco con las cuatro barras doradas que resaltan sobre mis hombros. La reputación de mi trabajo me precede ya que no fue nada Fácil conseguir el cargo de capitán, fue un trayecto difícil que tuve que atravesar solo y sin ninguna arma que me protegiera más que mi propio conocimiento. Me aferre a la ultima gota de fuerza para llegar al lugar en donde estoy y seguro estoy que día día luchare para ser mejor.Viví mi vida como quise y aun la sigo viviendo como mejor me plazca. Aspire mas de lo que muchos creían que podía lograr… jodidos carroñeros que se alimentaron de los
Cubrí mis oídos con los airpods con la finalidad de que los susurros no me incomodaran en todo el vuelo. No me gusta la música ni los ruidos, al menos asi puedo concentrarme en aspectos que tienen más relevancia. Merecía un descanso asi que obligue a mi cuerpo a dormitar mientras todos los demás discutían sobre aspectos que no tienen importancia, no espero nada de nadie y nunca he conocido el apego a las cosas materiales ni mucho menos a las cuestiones sentimentales. Pienso que es mejor dejar ir algo que no te pertenece para poder sobrevivir al infierno en el que nos enviaron a luchar.—Estoy cansada —dijo Denis al recargar su cabeza sobre mi hombro —. Ya quiero llegar a casa.—Ya falta poco.Entre caricias suaves moví de un lado a oro la sortija dorada que cubre la raíz de mi dedo anular, es uno de los pocos símbolos que poseo en el cuerpo que no tienen ningún sentimiento albergado dentro del metal. Fue un arranque de locura la que tuve aquella vez en la que mi firma me condeno a una
—¿En dónde estuviste?—Regresa a la cama —deje el saco en el respaldo del sofá.—¡Contestame!—Calmate y no grites —coloque los zapatos en su lugar y me retire la camisa.—¡¿Cómo se llama la chica con la que estuviste?!—No estuve con nadie.—¡Quiero que te desnudes para comprobarlo! —estaba histérica.—No exageres y mejor ve a dormir —antes de que pudiera quitarme el pantalón recibí una fuerte bofetada en mi mejilla derecha. Tense la mandíbula al sentir el ligero ardor en mi piel.—¡Mas te vale que me lo digas!—Escucha bien lo que voy a decirte porque será la última vez que lo haga —erguí el cuerpo para que notara lo pequeña que es a comparación de mi —. No eres la dueña de mi vida ni mucho menos de mi cuerpo, lo único que me une a ti es un bebé no nato que se estas creando en el interior de tus entrañas. Recuerda muy bien tu lugar porque asi como llegaste puedo sacarte a patadas de mi vida ¿entendiste? —la sujete del cuello con rabia —. No vuelvas a tentar al demonio que tienes fre
Regrese al aeropuerto sin ganas de conversar con nadie. El vuelo a Estados Unidos fue más rápido de lo que imaginaba, a las pocas horas ya estaba aterrizando en territorio estadounidense. Preferí quedarme en uno de los penthouse que tengo en muy cerca del trabajo, no me apetece ir a mi casa sabiendo que Deniska está esperándome solo para iniciar un conflicto ficticio donde los dos terminamos jediéndonos el día y le resto de la existencia.Me levante de la cama pocos segundos después de que decidido me metiera a dormir, que ingenuo soy, no he descansado desde hace mucho tiempo de hecho no recuerdo la última vez que repose las ochos horas seguidas que se necesitan para reparar un adolorido cuerpo. Continue con la lectura que había dejado a medias antes de irme a Tokio. Bebi un trago de vodka, pero eso no calmo mi sed, tuve que ir a la cocina para consumir de golpe un litro de agua helada y lo peor de todo es que seguía como en el comienzo, deseoso de saborear algo que ni yo sé que es.<
Cuatro meses después.Solo falta un trimestre para que mi pequeño nazca. Esta mañana el ginecólogo me dio la noticia de que el bebé es un varón, no estaba tan equivocado cuando contrate al diseñador de interiores para que redecorara la habitación de mi hijo en tonalidades más neutras. La realidad es que el resultado fue bastante favorable. Deniska se ha mantenido al margen de su alimentación ya que los encargados de cuidarla lo obligan a comer por lo menos Las tres comidas al día, la muy loca ha intentado varias veces vomitar los alimentos. Con rabia hable con ella para que entrara en razón, su diminuto cerebro está programado con la absurda idea de que debe mantenerse delgada en el embarazo, es obvio que no va a suceder eso por la simple razón de que su cuerpo va a comenzar a hincharse por los enormes cambios hormonales por los que deberá pasar.—¡Callate! ¡No sabes nada, me siento gorda! —arrojo la taza del café en la puerta, el líquido se rego ensuciando todo el muro.—Aja —con tra
Último trimestre de embarazo.—Bienvenido a casa señor Marchetti —la ama de llaves me recibió en la entrada del penthouse.—¿Cómo va todo por aquí? —dejé el saco y la gorra de mi uniformé sobre el respaldo del sofá.—Su esposa no ha podido dormir en estos últimos días que usted estuvo de viaje, los síntomas del embarazo se han incrementado —dijo tristemente —. Hemos tratado de ayudarla, pero… me temo que no es posible.—Me encargare de ello.—Como usted ordene señor.—Mmh — regrese a mi hogar días antes del nacimiento de mi hijo, no podría ni siquiera pensar en dejarlo solo. Respiré profundo antes de entrar a la alcoba donde encontré a Deniska recostada alrededor de almohadas que la ayudan a mantener su abultado vientre cómodo —¿Cómo estás?—Mal —respondió sin abrir los ojos.—Estas a días de dar a luz, es normal.—Lo se. Ven a tranquilizar a tu hijo, está pateándome — señalo el lugar en donde tome asiento para colocar mi mano sobre su barriguita —. Le encanta escucharte.—Hola campeó
—Deposita el dinero en la cuenta del cirujano plástico para que pueda realizarme la abdominoplastia —bebió un sorbo de te caliente.—No.—¿Por qué no?—Ya no es mi responsabilidad.—Claro que sí, soy tu esposa —dijo molesta —. Por si no te has dado cuenta mi vientre quedo flácido y con una enorme cicatriz.—No exageres, solo son diez centímetros —lleve a mi hijo a la ventana para que sintiera el calor del sol.—¡Por culpa de ese mocoso arruine mi cuerpo!—Eso lo hubieras pensado antes de tratar de encadenarme embarazándote— sonreí con burla —. Ninguna mujer puede retenerme. Tu no sabe cuántas veces pague en clínicas privadas para que les colocaran métodos anticonceptivos a mis amantes.—Tu ni siquiera te preocupaste por mí.—Decidiste dejar de tomar las pastillas en el momento menos indicado. Debiste de conocerme mejor antes de suponer que era un ángel caído de cielo que podías chantajear con algo tan delicado como lo es un bebé.—Nos casamos, somos marido y mujer es normal que los hi
He evitado a Deniska todo el mes, no les prestó atención a sus palabras cada vez que intenta fastidiarme la vida con sus reclamos absurdos. La muy inconsciente no ha preguntado por su hijo ni por nada que tenga que ver con él, soy yo el que me he encargado de todas las necesidades de mi pequeño, no me quejo de ello porque es mi responsabilidad como padre, pero es ella la que debe sentir un apego más grande hacia Luka.—Está a cargo de la seguridad de mi hijo —le dije a la niñera.—Si señor, no se preocupe.—Ven acá Luka —bese sus mejillas y acaricie sus manitas —. Papá tiene que ir a trabajar, estaré de regreso lo antes posible. Comprare algo para ti en la India. Te amo campeón.—¡¿Te largas?! —la loca histérica entro empujando a la ama de llaves.—Manténganme informado de todo —les dije a las dos mujeres.—Como ordene señor Marchetti.—¡Te estoy hablando! —Deniska caminaba detrás de mi mientras yo me movía en el pasillo buscando mi maleta —¡Drako!—¡Cierra la jodida boca! ¡Me molesta