Capitulo 1.

Algunos años después.

Tokio, Japón.

Aterrice el avión comercial en el aeropuerto principal de la ciudad. Esperé a que las azafatas ayudaran a los pasajeros a bajar de la aeronave para despertar a mi compañero piloto, con un leve empujón moví su cuerpo y una sonrisa malvada se dibujó en las comisuras de sus labios, el muy infeliz sabe como fastidiarme el día.

Ajuste el reloj que descansa en mi muñeca antes de colocarme el saco con las cuatro barras doradas que resaltan sobre mis hombros. La reputación de mi trabajo me precede ya que no fue nada Fácil conseguir el cargo de capitán, fue un trayecto difícil que tuve que atravesar solo y sin ninguna arma que me protegiera más que mi propio conocimiento. Me aferre a la ultima gota de fuerza para llegar al lugar en donde estoy y seguro estoy que día día luchare para ser mejor.

Viví mi vida como quise y aun la sigo viviendo como mejor me plazca. Aspire mas de lo que muchos creían que podía lograr… jodidos carroñeros que se alimentaron de los vestigios de mis sueños y que ahora se revuelcan entre la miseria al elevar su insignificante mirada a los cielos esperando que desde lo alto les pueda dar una pizca de mi talento. No me avergüenzo de lo que soy, ni de lo que fui… mi autenticidad es un privilegio que solo yo puedo conservar entre mi linaje. Culmine mis estudios por ego y grandeza, mi herida supuro cuando la cuenta bancaria de mi padre flaqueo por el despilfarro que logre hacer antes de que todo se fuera a la m****a. El despiadado señor Marchetti me sentencio a muerte al saber que su hijo estudiaría lo que no le produciría beneficios. No perecí ante sus amenazas y seguí con el rumbo de mis sueños, capturando el momento preciso en el que obtuve la grandeza de tan anhelado conocimiento… no necesite de el cuándo entendí que nuestro parentesco no significa nada en sus prioridades.

<< Que lastima, él se lo pierde>>

Sali del exilio emocional y olvide lo que no me sirve. Pasé la mitad de mi infancia frustrado y con miedo, afortunadamente encontré una guia que me motivo a defender mis propios intereses… sin pensarlo me convertí en un canalla sin escrúpulos que solo busca poder y riqueza ¿Qué más da? El hubiera no existe y no me arrepiento de haber repartido golpes entre los imbéciles que intentaban hacerme daño solo porque soy diferente… una cualidad que me beneficia y me distingue de los demás.

—Me duele todo —se quejó Hayden —. Aun no me acostumbro a los vuelos largos.

—Ya lo veo —tome mi maleta y revise mis pertenencias antes de comenzar a caminar.

—¿Esperaras a Denis?

—No.

—¿Por qué?

—Tengo otros planes.

—¿No se supone que apenas se acaban de casar? —frunció el ceño al preguntar.

—Algo asi.

—¿Te casaste o no?

—Aun sigo libre.

—Drako pusiste tu firma en un pedazo de papel.

—¿Y que con eso?

—Debes respetar a tu esposa.

—Lo dice el señor que le encantá fornicar con las azafatas de los vuelos.

—¡No sigas por ese rumbo! —su risa lo acusa más que mis palabras.

—¿Arde? —levante una de mis cejas.

—En fin, mejor me despido de ti. Iré a descansar al hotel —suspiro con cansancio.

—Ok —tomamos rumbos distintos, mi amigo prefirió detener un taxi que acompañarme hasta el vehículo que me esperaba a escasos metros de distancia de la puerta principal del aeropuerto.

—Bienvenido señor Marchetti —dijo el chofer al subir mi maleta en el portaequipaje —. Su esposa lo espera en el departamento.

<< Es ridículo que no me deje respirar en libertad>>

Cerré los ojos por un instante, he viajado mucho que ya nada me sorprende, lo tengo todo, no carezco de nada y aun asi me siento vacío por dentro. Muchas mujeres hermosas pasaron por mi cama, algunas satisficieron mis deseos y al poco tiempo de haber consumido el acto sexual la misma sensación se volvió a alojar en el centro de mi corazón. Firme un documento de matrimonio solo por diversión y no por amor. La mujer con la que disfruté una tierna y muy erótica noche de bodas no es mas que una chica que me gusta, la conocí en uno de mis vuelos a Rusia, me pareció atractiva y quice jugar la batalla de propiedad… un anillo en mi dedo anular no significa nada cuando el alma no está involucrada.

—Cariño mío —los brazos delgados de la chica rusa me recibieron al salir del elevador —¿Cómo estas, amor?

—No tan bien —lance la gorra al sofá —¿Cómo te va?

—Me siento feliz al verte.

—Excelente —abrí el refrigerador en busca de una cerveza fría. Destapé la botella con uno de los anillos de oro que cubren mis dedos, enseguida consumí la bebida hasta acabarla.

—Tengo algo importante que decirte.

—Aja. Te escucho —afloje la corbata. Denis se veía inquieta y pensativa —¿Y bien?

—Estoy embarazada —la miré fijamente a los ojos buscando una señal de falsedad en su mirada pero no la encontré —. Vas a ser papá.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Me entere hace una semana —saco la prueba de embarazo del interior del bolcillo de su pantalón.

—Mmh —no encontré otra forma de expresar lo que sentía, estaba feliz, pero a la vez confundido. Con la mente hecha una tira de nudos busque entre los gabinetes de la cocina una botella de vino.

—¿No me dirás nada más?

—Pues… no tengo mucho que decirte —serví la bebida en dos copas —. Esta será la última vez que consumes alcohol asi que disfrutalo —le entregue el recipiente de vidrio —. Salud Deniska.

—Salud mi amor.

¿Venganza divina? No, fue una pendejada mía pensar que la rusa estaba cuidándose después de haberse casado conmigo. La bala de la realidad es mas cruel que los recuerdos en los que me veo haciéndola mi mujer por dos días seguidos, es obvio que las consecuencias de “la luna de miel” es un embarazo no tan deseado, pero… vamos… puedo hacer un buen trabajo como padre, además, ya estoy lo bastante grandecito como para saber que un hijo es una enorme responsabilidad.

<< Fui una víctima de mi padre y no tengo ningún derecho de repetir la misma historia con mi pequeño. No sufrirá lo mismo que yo… de eso estoy seguro>>

—Regresaremos a USA mañana a primera hora —dije con decisión.

—Podemos quedarnos en Tokio, me gusta el lugar.

—Sabes que no es de mi agrado vivir en una ciudad tan poblada —sujete sus manos con algo de delicadeza —. Estoy feliz por la noticia, en verdad.

—Se que no eres muy cariñoso y te entiendo. Solo quiero lo mejor para nosotros y para el bebé.

—Tendrás todo lo que quieras ¿ok?

—Ok.

La noticia no atemorizo mi mente ni mi estabilidad emocional, fue una notica más como con las que tengo que lidiar cada vez que piloteo un avión lleno de pasajeros. Tal vez sea que estoy lo suficientemente preparado tanto económicamente como psicológicamente para hacerme responsable de una criatura que lleva mi sangre. Al recostarme junto a mi esposa no pude acariciarla como antes lo hacía, tal parece que algo detuvo mis intenciones. Quiero hacerla mía esta noche, pero no sé porque la atracción que sentía por su cuerpo se esfumo como una nube cargada de agua en primavera.

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