Confesión

Tremenda suerte.

Sin embargo, quería creer que no era tan malo como parecía ¿Cuánto había visto? ¿Acaso había podido reconocer a Müller?

Pero claramente mi súplica desesperada había logrado captar su atención y encender una chispa de curiosidad en su interior; en mi mente, a pesar de haber pasado ya una hora de aquello, aún continuaba bailando su sonrisa malévola y sus grandes ojos oscuros zarandeando por todo mi cuerpo, a la vez que me juzgaba por mi atrevida vestimenta y maquillaje, sin embargo, no se detuvo en mí y con gesto de estupor vislumbró la figura desordenada del señor Müller.

Mi cuerpo titiritaba en solo recordarla… lo reconoció… algo en mí lo sabía…

—Me devolví, preferí regresar porque me preocupaba que mamá se quedara sola en casa y más, cuando hab&iacut

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