Alexandro no lograba encender mi ser, pero quería acción, necesitaba un poco de calor para poder olvidarme por completo del señor Müller. Me acerqué a él, sabiendo de pies a cabeza que, si no empezaba yo el acto, aquí no sucedería nada.
—Eres un hombre grande —le dije, mis manos acariciaron su pecho por encima de su camisa —muy alto —el asintió, empezando a reaccionar bajo mi tacto. Su mano cayó sobre mi muslo moviéndola de forma lenta, haciéndome tambalear por unos segundos —hace mucho calor ¿no crees? —elevé mi ceja, quería verme sensual ante él. Necesitaba saber si una mujer como yo, podría comerse al mundo —mucho… ah… calor —levanté mi trasero hasta lograr posicionarlo sobre el escritorio, me deslicé hasta el fondo —tanto… ah… uff… mucho calor —abr&i
¿Qué sucedía conmigo?¿Acaso estaba defectuosa?Siempre había leído relatos eróticos donde las chicas se sentían tan bien durante el coito; la conexión… El amor y el pacer iban de la mano. Pero en mi vida, no lograba obtener placer por medio de la penetración y a los pocos hombres que he tenido dentro de mí parecía no importarle en lo absoluto.Sonreí, fingiendo estar satisfecha con todo lo que sucedió, al menos, había logrado calmar mi sedienta sed, pero ahora el sentimiento había sido remplazado por un vacío que no parecía tener fin.Terminé de arreglar mi ropa e inmediatamente prepararé todo lo necesario para darle la bienvenida a mi jefe; su café negro, sin azúcar a una temperatura de sesenta y un Celsius, con un pequeño pastelito simple, acomodado al lado del escritorio y al lado izqui
El mundo se detuvo a mis pies cuando tomé el sobre, por alguna extraña razón perdí el miedo que hace unos segundos me comía entera. El auto oscuro que me perseguía se estacionó unas cuantas casas atrás de la mía, pero con una ubicación perfecta para observar todos mis movimientos. Estaba claro que no pretendía hacerme nada, por ahora. Aun así, con el sobre en mano entré a casa; cerrando las puertas con seguro y cubriendo totalmente las ventanas con unas cortinas oscuras, encendí las luces y coloqué en la mesa el cuchillo más filoso de mi cocina.Suspiré, tomando asiento en la dura silla de madera y con un último respiro me dispuse a abrir el sobre de color morado.11 de agosto del 2021Querida señorita Morgan.Lamento muchísimo no llamarla por su apellido, pero me he dado cuenta de que no poseo conocimient
Con carta en mano caminé hasta el automóvil oscuro, los hombres no parecían sorprendidos, al contrario, sus rostros no mostraban ninguna expresión, pero por el olor a cigarrillo que emanaba el auto y las bolsas de comida chatarra logré adivinar lo aburrido que sería el estar vigilándome día y noche.Uno de ellos me miró de reojo, haciéndome temer lo peor ¿acaso estaba cometiendo un error al ofenderlo de tal manera?Tal vez sí, pero no planeaba participar en sus planes ni ser su maldito juguete.—Toma —expendí mi mano hacia ellos —dale esto a tu jefe.Unos dedos regordetes se extendieron hacia mí. Nunca había estado frente a frente con unos hombres tan aterradores, su piel color marrón y una mirada penetrante me hacía temblar. No se tomaron el tiempo de hablar, ni siquiera de dedicarme una mirada de reojo. Parecía
Días atrás.La noche del cinco de agosto celebrábamos el embarazo de una buena amiga de la familia, mi casa era la más amplia y elegante y a los ojos de mis padres era perfecta para eventos familiares. No me molestaba en absoluto eso, amaba tener compañía y creo que uno de mis más grandes miedos era quedar sola para siempre, por esa razón me asusta tanto cumplir años.Terminé mi lata de cerveza y sin tener ánimos de quedarme más tiempo en el festejo, subí a mi habitación. No había tenido tiempo en la mañana de arreglar la cama, de hecho, no había tenido tiempo de nada. Entre prepararme para mi trabajo y hacerle el desayuno, almuerzo y merienda a mi hijo, el tiempo apenas me ajustaba para llegar a la oficina.Estaba tan agotada que lo único que me apetecía era dormir o relajarme un rato viendo una película.Camin&eacut
Suspiré, esta vez, pensándomelo un poco mejor, pero, aun así, el alcohol continuaba impulsándome en esta tremenda estupidez.—Ay, dios —susurré para mis adentros. Abajé mis manos con sutileza, no quería que se sintiera amenazado y mucho menos, que una bala terminara en mi pecho. Desabroché el botón del pantalón y acto seguido comencé a desnudarme. Él no apartaba su vista ni por segundo, su rostro había cambiado, lo notaba a pesar de la distancia que nos separaba ¿acaso le estaba empezando a gustar todo esto?Una vez con el pantalón fuera, procedí a quitarme mi ropa interior, no sabía que haría después cuando me encontrara completamente desnuda ante el sujeto, no tenía planes y el hombre no me ayudaba mucho en todo esto.El efecto del licor se empezaba a evaporar y ahora, me sentía avergonzada, pero no lo s
Restriego mis tetas sobre el vidrio, imaginando que la situación había sucedido de manera diferente. Imaginando como se sentiría rozarlas contra su dureza. Me había negado por días en pensar en aquel encuentro, me sentía avergonzada y cobarde, porque en el fondo, yo si deseaba ser poseída por él.Recordé la intensa mirada del señor Müller, ahora el calor que me había abrasado hace unos minutos se convertía en llamas y el chorro de agua se transformaba en su glande, en esa cabecita rosada que comenzaba a hacerme delirar. Con los parpados cerrados me dejé llevar por la imaginación, la fantasía que yo hubiera aceptado su propuesta indecente.Sueño con el señor Müller, aquí, a mi lado, en la ducha, mirándome lascivamente. Inclino la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda mientras mi clítoris palpitante es asedi
Apagué la cocina y guardé las patatas en su lugar. No tenía sentido cocinar cuando en unos minutos tendría la oportunidad de comer en un restaurante con Adeline. Volví acercarme a la ventana, aún no había rastro de los hombres fortachones y eso me alegraba, probablemente nunca más los volvería a ver. No obstante, preferí meter el cuchillo más filoso de mi cocina en mi bolso, seguidamente introduje mi gas pimienta y el dinero que utilizaría hoy. Antes de salir casa me aseguré de cerrar todas las ventanas, puertas y guardé las cosas valiosas en un lugar donde nadie podría encontrarlas.Mejor prevenir que lamentar, salí de la casa despacio sin prisa, parecía paranoica, pero no me fiaba de los hombres del señor Müller. Corrección, no me fio del señor Müller.Abrí la puerta de mi viejo automóvil y entré en
Salí del local, aferrándome con fuerza a mi pequeño bolso, pero mortal. Si ellos intentaban moverse o algo que me hiciera dudar, no tendría miedo en sacarles el cuchillo.En mi vida jamás había visto a alguien morir, ni mucho menos yo he hecho algo así, pero esperaba en el fondo tener la fuerza para poder ejecutar tal acción si las cosas llegaban a subir de tono.—¿Su jefe nos les dijo que pasaría se volvían acercar a mí? —los sujetos no se movieron de su sitio, pero por sus ojos pude notar que estaban alarmados. Me empezaba arrepentir de mis palabras, mi triste gas pimienta no lograría librarme de las garras del señor Müller —¿Cómo me encontraron? —pregunté con recelo. Ellos volvieron a mantenerse en silencio ¿es que acaso el gato se les comió la lengua —¿pueden dejarme de seguir o al menos respo