El presente

Restriego mis tetas sobre el vidrio, imaginando que la situación había sucedido de manera diferente. Imaginando como se sentiría rozarlas contra su dureza. Me había negado por días en pensar en aquel encuentro, me sentía avergonzada y cobarde, porque en el fondo, yo si deseaba ser poseída por él. 

Recordé la intensa mirada del señor Müller, ahora el calor que me había abrasado hace unos minutos se convertía en llamas y el chorro de agua se transformaba en su glande, en esa cabecita rosada que comenzaba a hacerme delirar. Con los parpados cerrados me dejé llevar por la imaginación, la fantasía que yo hubiera aceptado su propuesta indecente.

Sueño con el señor Müller, aquí, a mi lado, en la ducha, mirándome lascivamente. Inclino la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda mientras mi clítoris palpitante es asedi

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