11 de agosto del 2021
Querida señorita Fischer.
¿Puerco asqueroso? Me ha dejado sin palabras, Morgan. Esperaba cualquier cosa, excepto esto.
Wau, respondiendo sus otras preguntas, no sé si tengo una clase de fetiche con las mujeres mayores, la verdad nunca he probado una fruta madura, pero, no tengo dudas que su sabor debe ser exquisito y bobo debe ser el hombre que no las respete, las amé y las haga gozar en la cama.
Pero sabes, Morgan, tú tal vez si tienes una fascinación por los hombres un poco menores que tú ¿o debo recordarte la noche en la que te desnudaste para mí? Y no pienses mal, no me estoy quejando, me encantó verte, Morgan, aunque fue una lástima que hayas huido. Posiblemente, te hubiera ayudado gritar como una pequeña gatita… Soy experto apagando incendios, si no me crees puedo demostrártelo… No tengo problemas con ello…
Deb
Con nerviosismo introduje la carta en la guantera. No entendía muy bien cómo actuar ahora, él mencionó que les hiciera cualquier gesto a sus hombres, pero sonaba más fácil de lo que era. Yo soy una cobarde nata desde siempre, solo el alcohol lograba sacar un poco salvajismo de mi interior, pero ahora, solo contaba con una jaqueca enorme y un deseo desmedido sobre tal propuesta.Cerré mis ojos pensando en el señor Müller, recordando la sensualidad que ese hombre emanaba, terriblemente atractivo, terriblemente peligroso. Pero ese era su encanto. Como arte de magia abrí un poco las piernas y me relajé. Respirando con dificultad y apretando de vez en cuando mi candente coño. No sabía que estaba a punto de hacer, pero la idea de estar aquí acariciándome un poco me volvía loca. Tal vez, necesitaba reconsiderar mi decisión y dejarle claro mis sentimientos a Mülle
El aire apenas llegaba a mis pulmones, la llamada misteriosa me hacía pensar que tal vez, el señor Müller se había tomado por fin la decisión de comprarse un celular.¿Pero cómo consiguió mi número? —pensé —¿eso importa? Además ¿por qué no hablaba? A través del teléfono escuchaba los autos pasar y personas a lo lejos conversar, algo que me resultaba aún más misterioso. Me animé hablar primero, si era el señor Müller no quería desaprovechar la oportunidad de ser sincera con él.— Señor Mü…—¡Mamá! ¿Me oyes? ¿Hola? —gritó una voz masculina, la reconocí de inmediato, me sentí aliviada, pero al mismo tiempo defraudada.—¿Matías? ¿Cambiaste de número? —le pregunté
Me levanté más temprano que nunca. Estaba a punto de explorar de la emoción. Quería que el día pasara rápido y para mi suerte, así fue. En un cerrar y abrir de ojos ya me encontraba sentada en el sofá pensando en todas las posibilidades. ¿Tal vez era un error asistir? O tal vez no, aun mi cabeza seguía perdida en las palabras de mi hijo ¿Y si se llegaba a enterar? Dios, de seguro odiaría… todo este asunto resultaba más difícil de lo que parecía. ¿Cómo lo lograba Elizabeth? Siempre tenía una sonrisa en su rostro, hacia ejercicio todas las mañanas, trabajaba, es madre y, aun así, lograba disfrutar de su sexualidad de una manera responsable. ¿Y yo? Pues, tenía que empezar a buscar ideas de como carajos le iba a dar un carro a mi hijo. Es verdad que mi salario es bastante estable ¿pero lo suficiente para comprar un auto que vale más que todo lo que tengo? Nunca le había negado nada a Matías, pero ahora empezaba a ser más difícil mantener todo esto. <
Los taxis empezaban a irse, las tiendas alrededor cerraban sus puertas y los jóvenes enamorados recogían sus cosas para marcharse a casa. Había pasado mucho tiempo ya, no tenía ni idea de cuanto, pero ya el frio volvía a traspasar mi ropa. Me sentía asustada de estar tan sola en el parque y de volver a casa caminando. No había nadie cerca que me prestara su teléfono para llamar a algún vecino, taxi o algo… empezaba a preocuparme.¿Por qué Müller me hizo venir hasta aquí si no pensaba presentarse?Me sentí decepcionada, abrumada con unas inmensas ganas de llorar. Me sentía engañada y tonta, pero con la toda mi fuerza me levanté de la banca, miré ambos. No era buena idea volver a casa y pasar nuevamente el espeso bosque sola. Debía buscar algún lugar abierto, probablemente allí me ayudarían. Tomé con fuerza
Subí al automóvil sin ni siquiera pronunciar una sola palabra. Todo esto me resultaba tan extravagante, tan extraño... y tan sensual como el hombre delatante de mí; llevaba puesto un suéter con pucha de color gris y unos pantalones jeans un poco flojos y rotos, por primera vez noté que llevaba consigo un reloj dorado, este no movía sus manecillas.Él me sonrió abriéndome campo en la espaciosa camioneta, nos acomodamos de manera que ambos quedáramos frente a frente, eso en definitivamente no ayudaba en nada a mis nervios. La chica me sonrió por última vez antes de cerrar la puerta con un fuerte golpe. Pude darme cuenta que el vidrio no solo por fuera se encontraba forrado con aquel papel negro, desde adentro no se podía observar nada hacía fuera. Eso me estremeció aún más cuando la rodilla de Müller rozó con la mía. Intentaba llamar m
No lo había pensado. No era un tema que me importara, sin embargo, me acusaba intriga ¿señor Müller? ¿Por qué lo llamaba por su apellido, si claramente me sabía su nombre? Todos conocían su nombre ¿Por qué señor? No estaba casado, no tenía hijos ni mucho menos los cuarenta años le estaban pisando los talones, pero todo se resumía que me excitaba llamarlo así “señor” “amo”Me abofeteé mentalmente, lo que empezaba a pensar ya no tenía sentido alguno, no obstante, era interesante idealizarlo como una fiera salvaje apasionado del BDSM y un amante estupendo. Mordí mi labio inferior, tenía miedo de que mis fantasías se convirtieran en una horrible pesadilla. Y ante mí no estuviera esa fiera, al contrario, me encontrara frente a un bobo enamoradizo, eso solo empeoraría la situación. No solo porqu
La euforia es un estado mental y emocional en el que una persona experimenta sentimientos intensos de bienestar, felicidad, excitación y júbilo. Pero a mi lado, esa palabra se quedaba pequeña; estaba asustada, pero no lo suficiente como para detenerlo, también me sentía tan feliz, tan emocionada, excitada con la adrenalina recorriendo mi cuerpo entero. Todas las personas a mi alrededor me aterraban, más con sus miradas oscuras y sus murmullos. Aun mi mente se seguía sintiendo insegura, pero en cuestión de minutos pude darme cuenta de que a nadie le importaba. Nos les interesaba en lo absoluto verme al lado del hombre alto y con capucha. Además, personas un poco más mayores que yo reía alegremente. Mi cerebro estaba lleno de falsas ideas de que en esta clase de eventos encontraría solo jóvenes ricachones, pero estaba tan equivocada; hombres y mujeres de todas las edades, tatuadas y sin tatuar,
Sentí como la sangre se me subía a la cabeza, el fuego nos embriagaba en una urgente necesitad de poseernos. Era extraño y mágico, era como estar en una especie de sueño. No quería escapar.—¿Has pensando en aquella noche? —le pregunté sin apartar mis ojos de los suyos. Era hipnotizante tenerlo tan cerca.—Sí, mucho —habló casi sin aliento.—¿Te gustó verme desnuda?—Mucho —su pecho subía con dificultad y su aliento acariciaba mi rostro —no tienes idea a de cuantas noches he fantaseado con estar así contigo—las cosquillas en mi entrepierna volvieron a hacer acto de presencia, impulsándome a continuar. Sin poder contenerme, rompí la distancia que nos separaba con un beso. Mis miedos desaparecieron en sus labios. Eran tan suaves, carnosos que sin controlarme le mordisqueé el labio inferi