¿Será Casualidad?

Su magnetismo me lleva a él sin el mayor esfuerzo. Al tomar su mano sentí una fuerte conexión que no sé cómo rayos explicar, es una corriente que recorre cada espacio de mi ser. Su poderosa mirada me hace perder en el inmenso océano en el que me acabo de sumergir.

Sus intensos ojos azules siento como me traspasan, observa detalladamente cada espacio de mi rostro y me pone a mil, estoy demasiado nerviosa. Recorrió con su mirada en pocos segundos mi cuerpo mientras que en sus labios se ensanchó una sonrisa ladina que me encantó.

¡Para ser virgen tengo el morbo a miiil!

En mi cabeza surgían nuevas preguntas:

«¿Será que le gusta lo que ve?»

«¿Le pareceré bonita para que me sonría de esa manera?»

¡Dios, no me sonrías y me veas de esa maneraaa! Me mataaa, me quemaaa, me encantaaa... que me vea así me derrite como mantequilla.

Es el primer hombre que me ve de esa manera sin incomodarme. Su mirada escaneante la amé en esa mínima fracción de segundos, en la que por alguna extraña razón le sostuve la mirada.

—Bien—«¡qué inoportuno es el director!»—. Srta. Letty, ¿le puede enseñar los alrededores y el consultorio al doctor, por favor? Tengo cosas qué hacer. Brenda, acompáñame.

Brenda se va con el director a cumplir con sus más oscuros deseos, para nadie es secreto que ella y el director mantienen una relación, digamos “abierta”, ninguno exige, no hay celos y sobre todo no hay “amor”, así como ella lo dice, es solo placer para satisfacer los deseos carnales y dormir un poco a los demonios.

La voz del doctor Collins, me saca de mis pensamientos.

—Srta. Letty, mientras me enseña los alrededores, ¿qué le parece si le invito un café, aceptaría?

«Bueno... bueno...Bueno. Esto es lo que estaba esperando, alguna invitación para hacerme ideas en mi loca cabeza»

—Sí, está bien, gracias.

«¿Por qué será que en momentos así, no se me ocurre algo mejor que decir? Odio ser tan tímida y de pocas palabras».

Mientras caminamos en dirección a la cafetería, veo como las doctoras y enfermeras se lo comen con la mirada. Todas aquí en la clínica son mujeres hermosas y con unos cuerpos para morirse, muy diferentes a lo que soy yo. No podría compararme con ninguna de ellas.

—¿Está usted bien srita?

—Sí, Doctor. La cafetería es por acá— señalo la dirección—. ¿Qué tipo de café le gusta tomar?— las palabras casi no salen de mi boca, siento los labios y la garganta seca.

—Un café espresso, sin azúcar, por favor. ¿Le parece bien si nos sentamos en esa mesa, mientras nos tomamos el café?—señala el lugar y sonrío porque es donde me gusta sentarme, cerca de la ventana.

«Al menos tenemos algo en común. ¿Será casualidad?. Pero, si la casualidad no existe».

—Me parece bien— esa jodida sonrisa que se expande en sus labios una vez más, me confunde.

«¿Sabrá lo que causa en mí y por eso lo hace?»

«¿Me ha descubierto?»

Este hombre está siendo demasiado amable, para la primera impresión que me dio, lo juzgué mal y eso no me ayuda, me hace sentir fatal. Los seres humanos estamos tan acostumbrados a crucificar antes de conocer y escuchar, gran error.

—Susan, dos cafés. El mío como siempre y el otro espresso, por favor.

—Claro que sí, mi niña. ¿Ese hombre tan guapo con el que estás, es tu novio?

—Es el nuevo doctor y mi jefe inmediato—ruedo los ojos con fastidio.

«¡Ojalá fuera algo mío!»

«¡Ojalá no sea un exprimidor laboral! ¡Diosss escucha mis plegarias, por favor!»

—Aprovecha mi niña, está como quiere. Lástima que, ya yo pise el sexto escalón y los treinta ya no los cumplo, porque no pierdo el tiempo. Aquí tienes, espero les guste.

—Gracias, eres un sol.

Recibo los cafés y voy en dirección a la mesa que ha escogido, no puedo dejar de reírme con las ocurrencias de Susan.

—Aquí tiene, sin azúcar.

—Muchas gracias. Srta. Letty. Dígame, la clínica siempre es tan silenciosa.

«¡Voy a moriiirrr, cada que me dice señorita con esa voz tan sexi y ronca!»

—Algunas veces sí, aunque de pronto tenemos días en los que estamos colapsados, no tenemos tiempo de sentarnos para tomarnos un café.

—Ya veo. Y… ¿Tienes mucho tiempo trabajando aquí? Como mi colega dijo que asistes a varios doctores, he de suponer que tienes bastante conocimiento para lo joven que te ves.

«Bueno... bueno...Buenooo. ¿Ya está tuteándome? Estamos avanzando más rápido de lo que creí. ¡Me emocionaaa!»

—Tengo dos años trabajando aquí para ser exacta. He logrado aprender muchas cosas, no sé nada de medicina, todo lo he ido aprendiendo. Brenda, es mi mejor amiga, me ayudó a conseguir este trabajo.

—¡Vaya!. Interesante. Me agradan las personas que tienen la disposición de aprender cosas nuevas.

—La verdad no ha sido fácil, pero tampoco imposible aprender. Le he tomado amor a lo que hago.

—Eso es lo más importante, que te guste lo que haces. Ayudar a las personas es una hermosa labor que no todos, tienen la disposición de hacer.

De repente con este hombre puedo ser natural, puedo ser yo, aunque me ponga demasiado nerviosa y anciosa, me siento muy a gusto con él. No es un hombre que me mire con morbo o deseo. El tiempo se fue muy rápido conversando con él y no le he podido mostrar ni la mitad de la clínica.

—Ya debería irse a almorzar, para esta tarde tenemos diez pacientes citados, si los hacemos esperar se ponen intensos y créame no va a querer escuchar lo que dicen en la sala de espera—me rio.

—Deberías sonreír más a menudo, te sienta muy bien.

Casi me ahogo con la saliva por lo que me ha dicho y por si fuera poco suelta:

—Sabías, que las sonrisas son tan poderosas como cualquier medicina y tan mágicas para aquellas personas que saben apreciarlas—veo como se pasa la mano por su cabello mientras sonríe— ¿Te gustaría almorzar conmigo?

«¿Tan rápido entró en confianza conmigo? No tener experiencia me está costando un mundo».

—No me malinterprete, pero... ya me invitó el café y…

—De hecho, el café lo invitaste tú. Ahora, yo te invito el almuerzo y estamos a mano. No aceptaré un "NO" por respuesta, por favor, ¿serías tan amable de almorzar con este simple doctor?

—Usted de simple no tiene nada, ¿acaso no se ha visto en un espejo?

«¡Oh, mi Dios!, ¿dije eso en voz alta?, no puedo verlo a la cara, quiero desapareceeer».

«¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡piensa carajo!».

«¡Huyeee!, ¡desapareceee!» me grita mi yo interior.

—¿Por qué bajas la mirada?—me preguntó.

Se quedó pensativo para luego decir:

—La ley de atracción es magnífica, ¿No lo crees?.

Parpadeaba sin entender por qué había dicho lo de la ley de atracción, me dejó más confundida de lo que ya me encuentro.

Sé que polos iguales se separan, pero diferentes se atraen.

«¡Ooohh! ¿Me estará diciendo que le atraigo?»

«Bueno, bueno,buenooo... soy del sexo opuesto».

«¿Tendría que estar gritando de la emoción con esa indirecta tan directa?»

«¿Se estará confesando?»

«¡Qué idiota eres!, ¿cómo se va a confesar si te acaba de conocer?»

—¡Vamos! Acepta mi invitación, me estoy muriendo de hambre y aún no me das respuesta.

Sentí, como si nos moviéramos en cámara lenta en el mismo instante en el que me tomó del brazo y me hizo caminar con él.

«¡Diooosss, este hombre es demasiado perfecto, es todo lo que necesito!»

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