Hola, espero sea de tu agrado esta novela... Gracias por leer , déjame saber en los comentarios tu opinión.
Estar frente a frente con él, reírnos de todo y de nada a la vez es fascinante. Es divertido una vez lo conoces, nada que ver con ese hombre serio e intimidante. Es impresionantemente bello, elegante, caballeroso, detallista… ¡Oh, Dios que más se te puede pedir, si es tu magnífica creación!Decir que me encanta cada vez que me mira es poco. Siento cómo el vello de mi piel se eriza tan solo con su mirada.Es estremecedor todo lo que hace como profesional, además de trabajar en la clínica tiene una pequeña sede donde atiende emergencias gratuitas. Varios profesionales se han sumado a su causa, cuando ocurren accidentes que requieran de una buena cirugía sale disparado como hoy.Aun así, se toma el tiempo para invitarme. Me da penita, debe estar cansado.—Permiso—dice el mesero—. Pasta a la carbonara para la señorita y ravioles para el señor.Gracias, respondemos al unísono. Nos quedamos viendo y nos reímos como tontos.El chico abre la botella de vino y Edward le hace señas de que se pu
La mente se me fue en blanco cuando lo tuve cerca y es que no pude decir nada más cuando tomó mi mano y dejo un cálido beso en el dorso de ella sin apartar sus ojos de los míos. Se acercó tanto a mí que mi corazón se saltó un latido, pensé que me besaría, pero no lo hizo, no se propasó y yo anhelaba que lo hiciera, toda yo gritaba bésame… —Gracias por esta noche la he pasado muy bien en tu grata compañía. —Igual yo. Soy tan tímida y para nada arriesgada. Tan idiota como para no lanzarme a sus brazos, pero ¿qué podría hacer? Si no sé besar. Esto es la decepción quiero llorar. Me ha dicho que soy bonita y que le gusta mi voz... —¡Vamos!—me extendió su mano, la cual tomé sin dudarlo—. Te llevaré a casa. El silencio nos cobijó una vez más y me agrada, no se siente para nada incómodo. Me siento bien cuando camino de su mano. —¿Qué te parece si hacemos una carrera?—me pregunta. —¿Una carrera?—pregunto confundida. —Sí, correremos de aquí hasta aquella entrada—señaló—, el perdedor debe
Una semana ha pasado desde lo sucedido, estoy que pierdo la cabeza y por más que aparente que no me interesa no puedo con su indiferencia, eso de Srta. Letty me revoluciona. La sangre me hierve, quiero enfrentarlo y decirle que deje su antipatía conmigo. Todas en la cafetería lo vemos pasearse, llama demasiado la atención, ninguna de las enfermeras le quitan el ojo de encima y una que otra se le acerca para saludarlo. No me gusta cada que lo veo sonreír para ellas, así mismo lo hacía conmigo. Estoy molesta conmigo misma, soy tan estúpida como para que me siga gustando después de todo. ¡Es un maldito jugador! Desde la última vez solo se dirige a mí por trabajo, fuera de él ni me presta atención y me rompe, me quiebra por dentro. Quiero que me vea, que me note, pero… ¿Qué puedo hacer para llamar su entera y total atención? Tampoco me voy a rebajar solo para que se dé cuenta de mi presencia. Yo me hice ilusiones, pues basta ya, que le den. Me voy directo al consultorio a organizar,
¡Me encantaaa! Estoy que salto en un solo pie, pero no debo verme desesperada. El silencio se hizo presente y transcurridos algunos minutos veo como se estaciona en el restaurante que me trajo la primera vez. Se baja con una espectacular sonrisa en su rostro, camina hacia mi dirección y me abre la puerta con caballerosidad, me brinda su mano sin pensarlo la tomo. No me deja dar dos pasos cuando me apresa entre sus brazos, mi espalda choca contra la puerta del auto, me mira fijo y yo tiemblo. Su mirada se ha vuelto felina, no me había visto de esta manera antes, aunque me congele, me petrifique y no pueda gesticular palabra alguna, me fascina lo que me hace sentir tan solo con su mirada. Se acerca a mi oído y cuando siento sus labios en mi oreja mi cuerpo vibra como nunca antes, cuando escucho su voz ronca siento algo diferente recorrerme toda. —Al menos dime que yo también te gusto. Me mira fijo y serio. Está esperando una respuesta, pero las palabras no salen de mi boca. ¡Qué ne
Lo que me ha dicho sin anestesia me ha nublado la mente. Este hombre tiene el poder de enloquecerme y cegar mis sentidos por completo. Me dice esas palabras de frente como si nada... ¿Acaso no se da de cuenta lo que causa en mí? Estoy que mando todo al carajo sin importarme lo que piense de mí, me calienta y me pone como una moto sentirlo tan cerca. Solo se limita a besarme, acalorarme por encima de la tela sin excederse y me tiene harta, juega conmigo, sabe que puede hacerlo. Sus ojos no se pierden ningún detalle de mis gestos y lo enciende, lo sé. «¡Dios, pero qué ojazos tan hermosos tiene!» Puedo sentir su creciente erección en mi estómago, lo que me hace querer saber qué se siente hacer el amor. Sus tiernas palabras, su toque, el ambiente en el que estamos sumidos lleno de deseo, lujuria y pasión es perfecto. Así que sin ningún tipo de vergüenza porque la calentura no me deja pensar digo: —Hazme tuya—digo viendolo fijo a los ojos. —¿Estás segura de lo que estás pidiendo?
Lo estoy disfrutando, sintiendo, viviendo. Solo me importa este momento y quiero aprovecharlo al máximo. «¿Y si luego se olvida de mí?» Me estoy ofreciendo en bandeja de plata sin poner resistencia alguna, pero no me importa hago a un lado esos pensamientos, en estos momentos lo tengo solo para mí. Ambos estamos desnudos como Dios nos trajo a este mundo, me muerdo los labios por este hombre tan potente frente a mí. Enjabona mi piel de manera delicada y yo me derrito, me hace sentir cómoda bajo su atenta mirada. Luego de quitar todo el jabón de nuestros cuerpos me besa en los labios y desciende por el valle de mis senos, mi abdomen, mi vientre hasta llegar a mi botón sensible que lame y besa con verdadero deleite, con su mano eleva una de mis piernas colocándola encima de su hombro. «¡Dios, me mueroooo, qué placerr!» Echo mi cabeza hacia atrás por todo lo que me hace sentir. Siento mi interior revolucionarse y unas ganas impresionantes de hacer pipí me invaden. Lo aparto rápidamente
La mañana se abrió paso rápidamente ante nosotros. Los rayos del sol iluminan toda la habitación, doy vuelta en la cama y me encuentro sola, toda la casa está sumida en un silencio sepulcral.Cubro mi cuerpo con la sábana, me levanto y al ver la cama hay unas pequeñas manchas de sangre en ella. Eso significa que he dejado de ser virgen y que me he entregado a un hombre que apenas conozco. Una sonrisa estúpida se asoma en mis labios al recordar la manera en la que hicimos el amor, este hombre tiene el poder de deshacerme y rehacerme entre sus magníficos brazos.Me dirijo al baño algo incómoda, pues mi parte íntima está sensible. Quiero asearme, pero al entrar al baño llama mi atención una nota junto a una rosa blanca en el lavamanos. Tomo la nota y la leo.«Una rosa blanca para la más “Preciosa” entre ellas. La Rosa blanca es símbolo de pureza, inocencia y perpetuidad… Eres todo eso para mí y mucho más. Volveré pronto quedas en tu casa, Mi Preciosa».Releo una y otra vez “Mi Preciosa” A
Se estaciona y me ayuda a bajar, besa el dorso de mi mano y me mira fijo a los ojos.—Ha sido un placer estar contigo, Preciosa.Yo todo lo que hago es perderme en ese mar profundo que tiene por ojos y asiento como una tonta, más ninguna palabra sale de mi boca y es cuando debería decirle…«¡Sí, papi...!, me encantas, me enloqueces. Hazme tuya una vez más aquí mismo si así lo deseas. O mejor subamos a mi departamento para estrenarlo como es, antes de entregarlo»—¿Me prestas tu celular, por favor?—yo le paso mi teléfono, aún sigo hechizada por él.Anota su número en mi teléfono.«Yo estoy que no me la creo. Aprieto las nalgas para ver si estoy soñando y efectivamente estoy más despierta que nunca», hace una llamada perdida para él y me extiende el teléfono nuevamente.—Ya está, tienes mi número y yo el tuyo. Avísame cuando hayas terminado de hacer tus cosas estaré esperando por ti. Cuídate mucho por favor, cualquier cosa no dudes en llamarme, preciosa.—Está bien, te llamaré. Ve con c