AVA -¡Mami, mami!, ¡papi te llama! Gritó Marie con mi teléfono en su mano, lo tomé con una sonrisa, ayer no lo habia hecho, solo me habia enviado un texto diciendo que estaba ocupado con algo muy importante. - Mi amor, que alivio me da ver tu hermoso rostro - exclamó a traves de la pantalla- sabes que te extraño mucho. - Lo se amor, yo estoy igual, ¿cual era tu asunto importante? - Ava, no puedo decirte mucho, solo que ya sabemos quien es. Esperaba que continuara, pero no lo hizo. - ¿Diego? - No puedo, cuando esté resuelto, volverás. Suspiré resignada, no podia hacer nada. - Confío en tí, solo, no tardes demasiado. - Claro que no amor, y. . . cuidense mucho. - Tú también. Me quedé viendo a la pantalla en negro, rogué para que todo saliera bien, solo eso podía hacer. Hice una rutina con Marie, afortunadamente no habia olvidado lo que su padre le habia enseñado en su idioma, y eso le sirvió mucho para integrarse a la escuela. Creo que era mucho más fácil
DIEGO Mi pequeño James ya casi tenia año y medio, lo nombramos así por el padre de Ava, estaba en la etapa de conocer el mundo, y quería hacerlo con todas sus fuerzas. A Marie le gustaba mucho su papel de hermana mayor, cuidaba de Nícolas, que corria por todas partes. Mi padre parecía que habia rejuvenecido, se tiraba con ellos en el jardin, girando sobre el pasto, me recordó a esa época de mi infancia, en dónde no le importaba arruinar sus trajes hechos a medida con tal de pasar el rato con mi hermano y conmigo. Podía decir que era feliz. - Que hermosa sonrisa.- exclamó Ava junto a mí. - Recordaba unos muy buenos tiempos. - Amor, mmm ya pasaron dos años, quiero saber que vamos a hacer- dijo poniendose seria.- ¿Quieres volver a América? - Sabes, yo quise alejarme de la influencia de mi padre, hacer algo por mi mismo, pero mira cómo resultó todo, no quiero volver a exponerlos a eso. - Yo te apoyaré en lo que tu decidas pero, no quiero que tengas miedo. - Déjame pe
UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA DIEGO Es el primer dia de mi último año en la universidad, ya han pasado tres años desde que vine a estudiar aquí, al principio adaptarme a este estilo de vida y a esta cultura fue difícil, a pesar de dominar perfectamente el idioma, porque mi padre me habia hecho estudiar inglés y francés, y me di cuenta de lo útil que sería saber eso en mi carrera. Estudiaba negocios internacionales, porque al igual que mi padre, era bueno para eso , solo que no quería estar bajo su influencia en mi pais de origen, ya que él era un empresario reconocido, y mi madre, una diseñadora muy exitosa y por eso decidí cursar la universidad en otro continente y hasta el momento, me habia ido muy bien. Buscaba desesperadamente un sitio para estacionar mi jep todo terreno, porque llegaría tarde a mis clases, mi vehículo no era un modelo reciente, más bien era de segunda mano, asi lo habia decidido, porque mi madre me acostumbró a no hacer alarde de mi estatus, asi que no teni
AVA EN EL DORMITORIO Comenzaba a dolerme la pierna, así que me tomé los analgésicos que me habian dado en el hospital, y me recosté en mi cama, ¿Cómo es que me había pasado algo tan estúpido? Iba caminando distraída buscando la ruta correcta del autobús que quería tomar hacia la galeria, solo que eso no se lo dije a Diego, el tonto que me golpeó con su auto. - Ava, ¿Qué te pasó?- dijo sorprendida mi amiga al verme, cuando llegó de sus clases. Allison era mi amiga y compañera en la habitación del campus, nos resultaba mejor de esa manera, porque pagamos menos por el alojamiento, aunque ella estudiaba filosofía. -Crucé por el estacionamiento y un estúpido me arrolló, y ahora tengo que llevar esto por unas semanas hasta que sane - señalé mi férula. - Dime quién es para poder ir a golpearlo- hizo un gesto, golpeándose repetidamente la mano abierta con su puño. - Gracias, pero, la verdad es que se portó muy bien, me llevó al hospital y se hizo cargo de todos los gastos, hasta
DIEGO Trascurrieron dos semanas, ya me sentia fatigado por tanto ir y venir todos los dias, porque debía levantarme más temprano para poder llevar a Ava a sus clases y luego llegar a tiempo a las mías, no veía el momento en que le quitaran la férula de su pierna para poder dejar de hacer esto. Ese dia me llamó mi padre, porque vió los movimientos de la tarjeta de crédito y se preocupo, pero después de explicarle todo se enfadó. ** - ¿Acaso no te dije que tenias que ser prudente?- mencionó algo tenso- Eso pudo haber sido peor, y estarías en un problema más grande. - Lo sé papá, pero ya lo resolví, de hecho estoy llevando a la chica a sus clases, hasta que pueda moverse con normalidad. - Bien, pues espero que aprendas la lección, y no vuelva a ocurrir algo asi ¿entendiste? - Si papá, y no le digas a mamá. - Muy tarde, dijo que después hablará contigo, ya sabes que yo no tengo secretos para ella. - Lo sé, papá- exclamé resignado - hablamos luego.** Resoplé, hablar con
AVA Diego se quedó de pie, frente a mi, en la entrada del dormitorio, mirándome fijamente, me habia ayudado a salir del auto, y tuve que abrazarme de él porque casi me caia. - Disculpa por haberte abrazado- me sentía apenada. - No lo hagas, no te disculpes, al final la culpa es mia por arrollarte. Debia decirlo, porque no era de las personas que sabían mentir. Bajé la cabeza - Debo confesarte que, iba distraída ese día, estaba frustrada por haberme perdido y no puse demasiada atención al cruzar el estacionamiento, lo siento - puse una sonrisa tensa, de disculpa. - Como dije, no es necesario, ¿vale?- tomo mi barbilla y me hizo mirarlo, sus ojos grises me tenian fascinada, pero eso, no podía confesarlo. - Tus ojos son tan bellos- afirmó. Baje mi rostro, el calor subía y bajaba por mis mejillas, sentia que me sonrojaba y no podia hacer nada para controlarlo. - Ava, ya me voy, recordé que tengo algunas. . . tareas. . . pendientes, pero nos veremos mañana temprano. - R
DIEGO ¡Flipaba en colores! las semanas que pasaron habian sido de pura tentación, llevándola tan cerca de mi en mi auto, y sin poder tocarla, porque desde el dia que la conocí, solo había pensado en cómo se sentiria besar sus labios, y ahora. . . ya lo sabia, el problema era que queria seguir haciéndolo y no podia comprometerme demasiado. ***** Al contrario de a sus amigos, a ella podía escucharla hablar durante horas de su pasión por el arte y la fotografía, que era a lo que queria dedicarse, la miraba mientras hablaba, con mi cabeza apoyada en mi mano, viendo los gestos exagerados que hacía con sus manos y sonreia cuando imitaba el sonido del clic de una cámara. - Pero solo estoy hablando yo, ¿no piensas decir nada? - Solo te observo y te escucho - respondí mientras me llevaba una palomita de maiz a la boca, estabamos sentados en el parque cerca de su dormitorio, hicimos un pequeño picnic y ya solo quedaban las palomitas. - Dame- dijo enérgica. - Nooo, son mías.- abra
DIEGO - ¿¡Que no somos nada!?- dije alterado- he metido mi lengua en tu boca no se cuántas veces y he sentido la calidez de tu cuerpo pegado al mio cuando me besas ¿y te atreves a decir que no somos nada?. Sali del auto, y cerré la puerta bruscamente, debia calmarme, en eso era muy parecido a mi padre, con su caracter explosivo, me agaché, respiraba con dificultad, y me concentré solo en eso. - Respira, solo respira- me dije. No sabía que los ejercicios de relajación de mi madre me servirían en este momento. Por fin me calmé, y entonces me di cuenta de la absoluta y cruda verdad, de que ella y yo, no podriamos llegar a ser nada más, ni siquiera amigos con derechos, por mucho que lo quisiera, porque no seria justo para ninguno de los dos. Entré al auto, arranqué y la llevé en silencio hasta su edificio. - Diego. . . - No digas nada por favor - dije en voz baja, la ayudé a bajar, y le di las muletas. - Mañana pasaré por tí, a la misma hora. - Gracias, de verdad.Es