CAPITULO 24

HENRY

Por primera vez en muchos años, había conciliado el sueño sin ningún inconveniente y tenerla entre mis brazos me había devuelto una paz interior que desconocí durante cuatro años. Sin embargo, aun sentía muchas cosas que me obligaban a no perdonarla.

Antes que ella despertara, me incorporé de la cama con miles de preguntas que sencillamente no tenían respuestas, y me sentía sumido en una rencilla interna en la que mi corazón y mi cabeza me gritaban cosas distintas.

Me puse de pie, caminando despacio hacia el umbral de la puerta que había quedado abierta y la cerré con cuidado de no hacer ruido para que ella no despertara. Con los ojos busqué mi ropa interior, yendo despacio hasta donde se encontraba tirada y me la calcé sin dejar de mirarla. Dormía de manera apacible, con sus cabellos dorados esparcidos por toda la almohad

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