CAPITULO 30

HENRY

Prácticamente me había vuelto loco. Ella desapareció como por arte de magia y ni siquiera los detectives que había contratado pudieron hallarla. No había registros de que hubiera salido del país, y rogarle a su madre que me dijera donde había ido, era en vano.

Edward ni Ester quisieron ayudarme, alegando que si yo la había alejado solito, de la misma manera debía encontrarla.

Durante cuatro meses, cada día y prácticamente las veinticuatro horas, me quedaba vigilando en las afueras de la casa de Stella Staton, intentando encontrarle sentido a todo, intentado descubrir una mínima pista de donde pudiera haber marchado, escapando de mí y de toda la locura y la crueldad a la que la sometí.

Una noche tras otras, desde aquel día en que me di por enterado de su partida, le había hablado mirando las estrellas, diciéndole lo

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