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Capítulo 3; Aceptar sus condiciones.

Conteniendo sus emociones, lo miró de la manera más fría posible.

—¿Debería dar las gracias ó gritar de histeria?

—Supongo que lo primero, después de todo es un cumplido.

—Vaya—dijo sarcástica—Muchas gracias.

—No deberías estar siempre a la defensiva, aunque debo reconocer que te ves hermosa y tentadora cuando te enfadas.

—Soy la mujer más feliz del mundo por recibir tantos halagos del mismísimo Brailon Mccloskey.

—Deja el cinismo, querida. La verdad es que si, muchas estarían felices de estar en tu lugar.

—¡Eres un infeliz arrogante!— le dijo enojada, y se sorprendió cuando él dejó escapar una fuerte carcajada, que por un instante logró hacerla encogerse en su asiento, pero instantes después, logrando reponerse, enderezó la espalda con actitud desafiante.

—¿Así que soy un arrogante?

—Exactamente. ¿Por qué no te quedas con una de esas desesperadas por obtener atención tuya, y me dejas en paz?

—¿Realmente es eso lo que te gustaría?

—¡Si!

—Si hago eso, Antonio pierde su oportunidad. Lamento no poder complacerte.

—¡Por supuesto que puedes!— respondió indignada.

—Puedo, pero no quiero.— Victoria presionó con fuerza sus labios, para no dejar escapar una mala palabra— supongo que ya tendrás una respuesta a mi propuesta.

—Creo recordar que me dijo usted que cenariamos y luego hablaríamos de nuestros asuntos, y por lo que sé, aún no ceno.

—Inteligente de tu parte— sonrió cínico — pero de nada servirá que le des largas al asunto, no puedes evitar que esta noche obtenga una respuesta tuya, para bien o para mal, debes decidir.—Victoria, por más que luches no dará resultado, tu futuro lleva por sello mi apellido.

Victoria sintió como un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

Por lo visto, Brailon era un cliente especial, ya que le reservaron la mejor mesa, con vista hacia el lago a través de un alto ventanal, al lado de la fuente con una gran cisne dorado que parecía bañarse en agua del mismo color. Sin poder evitarlo dejó escapar un largo suspiro.

—¿Complacida?

—¿Disculpa?—preguntó confundida.

—Te he escuchado suspirar .

—Siempre me ha encantado este lugar.

—¿Sueles venir?—preguntó Brailon confundido.

—Si, al menos dos fines de semana al mes, siempre vengo con Bruno. — esa era la explicación del trato especial y amable dirigido hacia ella.

—¿Quién es Bruno?

—¿Qué te importa?—preguntó con altanería, los músculos de la mandíbula de Brailon se tensaron, y sus miradas se encontraron en un duelo, hasta que el joven los interrumpió para tomar su pedido.

—Tomaré la ensalada con camarones— dijo Victoria.

—Yo quiero el medallón de pavo y tocineta en salsa de ciruelas, puré de papa, y una porción de ensalada. Tomaremos vino tinto, traiga dos copas de la mejor botella que tenga.

—Por supuesto, señor.

Durante la cena, hablaron poco, trataron algunos temas impersonales, y Victoria pensó que él podía ser agradable cuando se relajaba, en un par de ocasiones sonrió con sinceridad y Victoria pensó que era de las sonrisas más bonitas que había visto.

—Bien... hablemos de lo que nos importa. ¿Tienes una respuesta para mí?

—Primero quisiera saber por qué nos odias tanto.

—Eso no es importante ahora.

—Por supuesto que sí, al menos para mí.

—No vine aquí oara hablar de eso.

—De acuerdo, entonces no obtendrás una respuesta de mi parte.

—Perfecto—sonrió con malicia— Tu familia se irá al trastes.

—¡Diablos, que hombre tan pedante eres!— gimió frustrada— no entiendo por qué quieres casarte conmigo si odias a mi padre.

—Pensé que había quedado muy claro para ti.

—¡Claro, soy tu m*****a garantía de pago!

—Exacto— respondió mirándola a los ojos.— no hemos venido aquí para poder darte explicaciones, ni para darte información de ningún tipo, solo quiero tu respuesta.

—Necesito saberlo...

—He dicho que no—respondió con el ceño fruncido— y si no tienes una respuesta para mí, ahora mismo, entonces te llevaré de regreso a casa y asumiré que has declinado mi propuesta. la semana próxima exigiré el pago correspondiente y de no tenerlo, solo contaremos con dos opciones, tu padre se va a la cárcel, o venden todo lo que tienen y se declaran en banca rota, y vender todo incluye la casa de tu madre. Está en tus manos, tú decides, Victoria.

—Maldici*n, ¿seguro que no hay otra opción?

—No, no la hay.

—Matrimonio... o la ruina de mi familia.

—Exactamente. ¿Aceptas o no?

—¡Rayos!, Si, aceptó tu condición, acepto tu trato, acepto ser tu maldit4 garantía.

—Serás mía, Victoria—sonrió.

—Yo... no entiendo qué esperas de mi... ¿ qué esperas de mi en este matrimonio?— Brailon dejó caer la cabeza atrás, permitiéndose reír a carcajadas. — no sé qué es lo que le parece tan gracioso.

—Tu comportamiento — le dijo llanamente.

—¿Mi comportamiento?

—Exscto. Victoria, soy un hombre de treinta y cinco años, no soy ningún puberto, ¿Qué crees que es lo que quiero de ti?— una cínica sonrisa iluminó su rostro, mientras arqueaba la ceja.

—¡Eres repugnante!— exclamó furiosa.

—¿Qué esperabas?, ¿no pretenderás que tengamos un matrimonio solo de nombre?

—Seria lo más lógico, considerando las circunstancias en las que planeas que nos casemos.

—No. Tendremos un matrimonio como cualquier otro, tú serás mi esposa en todo lo que incluye la palabra, así que si, claramente espero tender tu cuerpo tibio contra el mío cada noche— Victoria sintió como sus mejillas se calentaron — eres suba mujer guapa, ardiente, no me casaré contigo solo para que seas un bonito adorno. Serás mi mujer, Victoria Comway, y voy a disfrutar poseerte.

—¡Es usted el mismo diablo!

—Exageras querida, solo soy un ser humano.

—Lleno de absoluta maldad, eres despreciable.

—Deja de decir idioteces — le respondió enojado— si aceptas es porque deseas salvar a tu familia. Te estoy presionando si, pero la decisión es tuya.

—Bien sabes que no tengo otra opción, no cuando la libertad de mi padre, la estabilidad de mi madre, y la seguridad y buen nombre de mi familia está en juego.

—Nada de ello es tu responsabilidad, los problemas que tiene Antonio, se los ha buscado y ganado a pulso. Eres libre de negarte y te llevaré a casa.

—¡Sabes bien que no haré eso!

—Pero podrías.

—¡Te odio por todo lo que estás haciendo, te odio por obligarme a ceder ante algo que no quiero, te odio por ser despreciable, arrogante y malvado. Te odio Brailon Mccloskey!

—Eres libre de odiarme todo y cuánto desees, Victoria —sonrió— pero odiarme no va a cambiar la situación. ¡Pertenecerme es tu decisión!

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