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Capítulo 5; Noche de bodas.

Estaba inmóvil, como una estatua, los ojos de Brailon brillaban de un modo extraño al recorrer sus hombros prácticamente desnudos, excepto por los tirantes de encaje de su camisón, el femenino corazón latió a un ritmo acelerado y empezó a temblar sin cesar.

—¡Suéltame, Brailon!— le exigió. Él sonrió triunfante mientras seguía acariciando su piel y la sentía estremecerse. Si aquel hombre era el demonio y esa habitación, su infierno terrenal, aquellas caricias eran la representación de las llamas del infierno contra su piel.

—¿Por qué huyes de mi?, ¿Es que acaso no dejé bastante claro desde un principio, lo que esperaba de ti?— tiró de su femenino cuerpo, estrechándolo contra él, permitiéndole sentir toda aquel cuerpo que era un enorme cuerpo de músculos y poder.

Victoria se removió inquieta, y Brailon se burló de sus absurdos intentos por escapar de su abrazo, bajó su cabeza en busca de sus labios para apoderarse de ellos con vehemencia.

La boca de Brailon era firme y fuerte, logrando despertar en ella extrañas sensaciones, él tiró de su cabello obligándola a echar su cabeza atrás, para deleitarse besando su esbelto cuello, Victoria se maldijo cuando un débil gemidos escapó de su boca, ante las caricias recibidas, su cuerpo le gritaba que aquel era su sueño hecho realidad, estaba con el hombre que tontamente había amado... Brailon la hizo girar, en un movimiento brusco ella encontró con que su espalda estaba contra el pecho de su esposa, e igualmente con un rápido movimiento su delicada bata quedó rota y fue arrojada al otro lado de la habitación, las hábiles manos de su esposo se movieron por su abdomen, y ascendieron hasta encontrarse con los gemelos, a los cuales tomó con fuerza y oprimió, Victoria cerró los ojos, gimiendo ante el contacto, una.mano ascendió, tomándola del cuello y haciéndola ladear la cabeza, la otra masculina mano descendió en busca de su húmedo tesoro, colándose bajo las delicadas bragas, Brailon se dedicó a besar el cuello mientras la acariciaba, separó sus labios íntimos y fue en busca de su botón del placer... Victoria quería negar cuánto lo desseaba, pero su cuerpo no mentía y la humedad que emanaba de él, tampoco.

—¡Por Dios!—gimió ella mientras sus caderas se movían al encuentro de aquella mano que la acariciaba tan íntimamente... ¿Cómo podía sentirse tan bien, las caricias de un hombre que debía odiar? , se sobresaltó cuando sus bragas también fueron rotas y se encontró de nuevo, de frente con su ardiente verdugo.

—Hay sangre en tus venas, Victoria Conway — le dijo con burla.

—¡Suéltame!— le exigió— ¡Eres un... aprovechado!

—No me culpes a mí, cuando es tu cuerpo quien te traiciona. —Victoria se hallaba en un fuerte conflicto emocional, una parte de ella le pedía que se rindiera a aquel hombre que le brindaba tan arduas caricias, pero otra parte le gritaba que se resistiera, que lo rechazará, había dejado de ser el hombre que amaba inocentemente, se había convertido en su verdugo.

Sintió como la elevaba y caminaba con ella hasta la cama donde la depositó suavemente, no le dió tiempo a pensar, cuando él se lanzó contra su boca para seguirla besando... su mente estaba nublada, el éxtasis comenzaba a apoderarse de ella... mientras él la besaba, batallaba por no aplastarla con su peso, mientras ella gemía de placer al sentirlo oprimiendola por completo.

Una garantía, eso era para él...

Distorsionó su cuerpo en señal de protesta.

—¡Suéltame!

—¿Qué rayos te ocurre, Victoria?— se alejó enojado, sentándose en la cama—¡Te comportas como una quinceañera virginal, basta de gritar que te suelte cuando tú cuerpo me está pidiendo a gritos!

—¡Cállate!— le gritó con ojos llenos de lágrimas mientras se sentaba en la cama—¡No puedes esperar que esté disponible para ti y te reciba con brazos abiertos, después d Elo que has hecho!

—Tenemos un acuerdo, no te hagas la inocente— se puso en pie enojado. Ella le gustaba mucho, pero también lo sacaba de sus casillas.

—¿Cómo podría olvidarlo?— también bajó de la cama y lo encaró orgullosa— no dejas de recordarme que no soy más que tú garantía, ni siquiera me ves como una persona, solo soy un objeto para ti, tu propiedad— le miró con ojos humedecidos— ¡Eres cruel, vil, despiadado, no sé cómo pude haberme enamorado de ti!— exclamó furiosa, mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas. Brailon, frunció el ceño, la miró con confusión.

—¿De qué rayos hablas?— preguntó sin comprenderla. ¿Enamorada de él?, ¿cómo era eso posible?

—Soy una idiota, te veía en revistas, en el periódico, un hombre que forjó su fortuna de la nada. ¡Te admiraba y adoraba con el transcurso de los años!— se burló de si misma— te creí un hombre bueno, soñaba con conocerte, con poder mirarte si quiera. Entrar al despacho aquella tarde fue mi perdición, entre ansiosa de conocer al hombre que por mucho tiempo había amado en silencio, solo para que mis ilusiones se rompieran al descubrir la clase de monstruo que eres.—Brailon se sintió descolocado, ella lo amaba... o al menos lo había hecho, porque era obvio que lo detestaba. — eres despreciable, no tienes sentimientos y por si fuese poco, pretendes acabar con mi familia. ¿Qué fue lo que te hizo mi padre?— él la observó en silencio por varios minutos que parecieron eternos.

—Victoria... sé que hemos iniciado mal, pero... no puedo hablarte de los asuntos que me atañen con tu padre... No soy un mounstro— se acercó a ella con paso lento— quisiera poder separarte de todo lo que sucede, pero lamentablemente para ti, no puedo hacerlo— la miró directo a los ojos, elevó una mano y limpió la mejilla bañada en lágrimas— me gustaste desde la primera vez que te vi, pero no puedo amarte, no puedo...

—¿Por qué quieres lastimarme?— le preguntó llorando.

—No es a tí a quien quiero hacer daño. —le tomó ambas mejillas con la mano, acunando su rostro— Esto no debería ser, pero... déjame hacer esto cómo se debe. — se inclinó besando sus mejillas, y luego la punta de su nariz, le enternecia saber que ella lo había amado, el sentimiento de saber que alguien podía sentir amor por él, lo llevó a querer mostrarse tierno, de alguna manera quería demostrarle que no era del todo cierto que era vil y despreciable.

Se apoderó de su boca en un beso tierno, que de inmediato batalló contra las defensas de Victoria, quién no pudo evitar responderle al sentir que él estaba siendo suave y delicado.

Con aquel cambio, se desató nuevamente el deseo en su interior, él, el hombre con el que tanto había soñado, al parecer podía ser tierno también.

Brailon la lleno de besos y dulces caricias, recorrió su cuerpo con devoción, haciéndola sentir deseada, en aquel momento no era su garantía, no era su propiedad, era un hombre que le hacía el amor a su esposa, de manera tierna y cariñosa, en ese momento desapareció la venganza, la riña, el odio, el desprecio, solo el placer y los gemidos estaban presentes, recordándoles que nada puede igualar el deseo de dos cuerpos que quieren fundirse en un solo ser.

Cuando Brailon se hundió en ella, convirtiéndolos oficialmente en marido y mujer, Victoria se aferró a él mientras disfrutaba de la sensación de plenitud, ser suya era increíble, Brailon Mccloskey era un ardiente y excelente amante...

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