Brailon, desde su habitación observaba como el auto de Victoria se alejaba, lo más doloroso es que parecía no haber dudado, encendió el motor y se marchó, dejándolo sumido en una profunda tristeza. —No puede ser—susurró— realmente la perdí. — se giró topándose de frente con Julieta. —¡Con un demonio Julieta, me asustaste!—Lo siento, señor.—¿Que haces aquí?— preguntó bruscamente. —Vine a ofrecerle mi apoyo, usted lo sabe señor, yo soy incondicional con usted, mi señor. —Me alegra que estés aquí — la miró directamente a los ojos. —A mi también me alegra—respondió con una enorme sonrisa. —Estoy feliz de poder estar a su lado —Bien... Felicidades por tu embarazo — la sonrisa en el rostro de Julieta se paralizó, perdió toda calidez y comenzó a desvanecerse lentamente. —Yo... no sé a qué se refiere, señor. —¿Ah no?, por supuesto que lo sabes, me refiero al hijo que esperas, y que por alguna razón le dijiste a mi mujer que es mío. —Yo, no...—Explícame eso, Julieta. Porque si estás
Victoria manejaba mientras sus pensamientos divagaba, después de huir de él, allí estaba de regreso a ver a Brailon. Detuvo el auto frente a la casa, su respiración se entrecortó y luego se le aceleró el pulso, sus manos comenzaron a temblar.Respiro profundamente para tranquilizarse, luego bajo del auto y se encaminó a entrar a la casa, aún tenía las llaves, fue directo a la cocina en dónde encontró a Anna y Sophie. —¡SEÑORA!—gritaron ambas al mismo tiempo, mientras corrían hacia ella para abrazarla. —Señora, ¿cómo está?—le preguntó Anna. —Estoy bien— le regaló una hermosa sonrisa. —¿Ustedes cómo están?—Bien señora, no se preocupe por nosotros —Claro que me preocupo Sophie, las quiero mucho. —Y nosotras a usted. —Y... ¿cómo están las cosas por aquí?—No muy bien. El señor ha estado bebiendo más de la cuenta, está triste y no hace más que gritar y maldecir. —Entiendo...—Quien no la está pasando nada bien tampoco es Julieta. Parece como si la odiaran, no hace más que gritar l
Veinte minutos después, Victoria salía envuelta en un albornoz y con el cabello húmedo. —¿Ya estás bien?—Si.—Necesitamos hablar. —No quiero hablar, creo que nos hemos dicho todo, no vale la pena seguirle dando vueltas al asunto. —Quieras o no, tenemos que hablar — sentenció. —No puedes obligarme a nada, entiéndelo. —¡Necesito que hablemos!— pidió con la impotencia viajando por su cuerpo. Victoria optó por ignorarlo y comenzó a vestirse, pronto solo le faltaba peinarse, tomó un cepillo y peino su cabello húmedo, se giró hacia el, y tomando su cartera, le extendió el cheque. Pero Brailon ni se movió, presionó los labios con fuerza. —¡Tómalo!—He dicho que no aceptaré ese cheque. —Y yo he dicho que no aceptaré que cubras las deudas de mi familia.—No aceptaré el maldit* cheque, Victoria— dijo frustrado, ella enojada colocó el cheque sobre la peinadora —alli no lo dejes, !demonios, que testaruda eres!—No más testaruda de lo que eres tú— le dijo y suspiró profundamente, se acercó
Victoria abrió los ojos lentamente y los volvió a cerrar, estaba en su habitación, en su cama, aún sentía los efectos del mareo, además le dolía mucho la cabeza. Abrió los ojos de nuevo, pero está vez con más seguridad y confianza, allí estaban sus padres; Antonio y Ellen, tenía una expresión que no lograba descifrar. —¿Cómo te sientes, nena?—Mejor, creo. —Debes tener más cuidado, Victoria. El médico acaba de irse, por fortuna vino en tiempo récord, debes pasar a su consultorio ha hacerte algunos exámenes. —No hay de que preocuparse, de verdad, fue un simple desmayo— Antonio y Ellen cruzaron miradas. Así que Victoria aún no lo sabía—¿Sucede algo?—¿No lo sabes tu?—¿Saber qué?—No se trata de un simple desmayo. —¿Estoy enferma?, ¿acaso tengo algo grave?—No, cariño — su madre le tomó una mano con ternura— estás embarazada, serás madre. Victoria sintió que volvería a desmayarse. ?Había escuchado bien?, ¿un hijo?, ¿un hijo suyo y de Brailon?, abundantes lágrimas comenzaron a brotar
—¡Madre!— gimió Victoria frustrada, ella no había tardado ni un día, en llevarle la noticia a su esposo. —¿Cómo fuiste capaz?, ¡me traicionaste!—Me juré que no permitiría que arruinaras tu vida, y eso trato cariño. Deben hablar. —Sera mejor que nosotros los dejemos a solas— Ellen sonrió a Brailon y luego a su hija, animandolos. Luego, se marchó junto a su esposo. —Será mejor que nos sentemos, Victoria. —No se tú, pero yo estoy muy bien así. —Siempre tan testaruda. Estoy muy feliz por al noticia, seremos padres, Victoria. Estoy muy, muy feliz. Ahora que estás embarazada, debemos reestructurar nuestras vidas, pensar mejor las cosas. —Estar embarazada, no cambia las cosas, Brailon. —Por supuesto que sí. Vamos a ser padres, debemos estar juntos en esto. —¿Y Julieta?, ¿ y mi padre?, ¿y todo lo que hemos vivido?—Julieta no está embarazada, la confronté y admitió que lo hizo para molestarte y generarte celos Ya le he dejado claro que no la amo y nunca lo haré. En cuánto a tu padre,
—Esto debe ser una broma— la miró confundido. Julieta se metió a la cama.—Ven a mi, Brailon, ésta será nuestra noche, Dame un hijo, mi amor. —Has perdido el juicio, mujer. Sal de mi habitación. —Te estoy dando una oportunidad. Ven a la cama conmigo — dijo con voz tensa. —¿Estás loca?, ¡Sal ahora mismo!, Mañana te irás de esta casa Julieta, estás despedida — Julieta frunció el ceño, completamente enojada por la actitud de él. —¡Vete!— Julieta comenzó a temblar de ira, salió de la cama y lo miró directamente a los ojos. —¿Es muy difícil darme lo que pido?—Lo es, es absurdo. Siempre he sido bueno y considerado contigo, y en más d una ocasión has cruzado la línea, ya basta Julieta, es hora de que esto acabe de una vez. —Tienes razón, vas a pagar todas y cada una de las humillaciones que me has hecho, vas a pagar cada uno de tus rechazos. — Julieta con destreza y en un rápido movimiento levantó la almohada y saco un arma, para apuntarlo con ella.—¿De dónde rayos has sacado eso?— la
Victoria se acercó a la cama con paso firme, cuando llegó hasta él, le tomó la mano y la besó.—Brailon, mi amor... sé que me escuchas, cariño... te amo, te amo muchísimo y te necesito, tu hijo también te necesita, no puedes dejarnos amor, estaríamos perdidos sin ti. No nos abandones, por favor, debemos estar juntos .. yo no puedo, no puedo vivir sin ti. Te amo Brailon McCloskey y si me dejas, si tú me dejas... no podre soportarlo — se deshizo en llanto. Esperó pero no hubo respuesta, ni esa vez, ni las próximas veces, y aquello comenzaba a desesperarle, no estaba segura si realmente el le escuchaba, de hecho, comenzaba a dudarlo. —¡Ayúdeme doctor!— lloró ella un dia— no lo deje morir, así él quiera, no lo deje morir.— y aquel día, su corazón recuperó la paz, cuando estando juntos a él, con el médico intentando darle fuerzas, escuchó un susurro. —Vic...toria...— fue leve, pero lo suficiente como para ser escuchado— Victor...ia...—Ha dicho algo— dijo el médico y ambos se acercaron a
Un año y medio... había transcurrido un año y medio, lleno de felicidad, de buenos momentos, de la alegria constante que de amar y ser amado. Ahora había llegado el día más esperado por ellos, el día de ratificar su amor ante Dios... Victoria se miró al espejo y sonrió ante el recuerdo...Se hallaba en la cama con su esposo, envuelta por sus brazos, recuperando la respiración después de una ardua sesión de pasión, cuando Brailon le dijo; —¡Casate conmigo!— aquello le había ocasionado mucha gracias a Victoria, porque no comprendía el trasfondo de aquella frase. —¿Has olvidado acaso que ya soy tu esposa?— le dijo riendo. —Lo sé pero, déjame jurarte ante Dios que voy a amarte por lo que me quede de vida. Me debes una boda, pero una boda de verdad, quiero una boda enorme, flores en todo el jardín, quiero un gran banquete, un cura, un coro, centenas de invitados, todo, todo en grande, gritarle al mundo que soy muy feliz de tenerte. —Oh, ¿así que una boda por la iglesia?, nunca pensé q