Marco Barzinni iba saliendo de urgencias junto con un agente, llevaba puesto un incómodo collarín, pero debía ir a una oficina aparte a rendir declaración para deslindar responsabilidades y como no se trataba de cualquier personaje, le llevaban a una salita apartada de la mirada de uno que otro curioso.

El hombre caminaba a lado del oficial que apenas le llegaba al hombro, cuando de pronto sus ojos se posaron en una chica que paseaba a su bebe de un lado a otro tratando de calmar su llanto. Por un momento pensó que su vista le estaba jugando una mala pasada y que el golpe era más severo de lo que pensaba, se llevó la mano a sus ojos, los tallo y volvió abrirlos, nuevamente vio a la chica, no podía creer lo que acababa de ver, cuando una enfermera se acercó a la chica para hacerle señas con su mano y pasarla a un consultorio.

- Señor Barzinni, disculpe que nuestras oficinas no sean tan cómodas.

- No se preocupe agente, está bien, tengo una petición especial.

- ¡Dígame!

- Mientras veníam