MÍAEmpiezo a preparar los solomillos. Mientras tanto, James se dirige a la nevera. Coge las fresas y las coloca bajo el chorro de agua fría, lavándolas. Una vez limpias, las deja en un cuenco de cristal. Después, coge una botella de champán de la nevera. Y tras verterlo en dos copas altas, me extiende una, con una sonrisa.—Por favor, prueba la combinación de champán con fresas.Acepto probar la mezcla y descubro que el champán hace que la fresa sepa aún mejor. Es sin duda, una combinación deliciosa.Ahora es el turno de James, cuando da un mordisco a la fresa, ese simple gesto me parece tan sensual, que me quedo observándolo, embobada.—Tenías razón, está bastante bueno —admito.—¿Bastante bueno? Déjame decirte que es lo mejor que has probado en tu vida.La tensión se palpa en el ambiente, James reduce la distancia entre nosotros. Me ofrece otra fresa, pero esta vez la lleva a mi boca para que la muerda, y eso es exactamente lo que hago. Doy un mordisco a la fresa y luego paso mi l
Mía Ya he descubierto las verdaderas intenciones de Richard para que James rompa con su novia. Resulta que tanto el padre de Julie como el de James son policías corruptos, y la pelirroja, parece estar también involucrada en sus sucios negocios. Por lo tanto, supongo que Richard busca alejar a James de ella, ya que es la única manera de mantenerlo al margen de todo.Yo solo espero, que mi club no se vea afectado por sus reuniones clandestinas, no quiero que mi negocio se convierta en su lugar para mover sustancias ilegales. No puedo dejar de sentir pena por James, que está siendo manipulado desde las sombras por su padre.La voz de Anne hace que me aleje de mis pensamientos.—James y Julie se conocen desde que eran pequeños. Empezaron a salir hace muchos años. No quiero ser chismosa, pero debo confesar que Julie no me convence del todo. Parece que solo le importa su imagen, solo piensa en ella. Mientras tanto, mi hermano James la adora, durante todos estos años, se ha desvivido por el
Mía Me siento en el borde de la cama, con los brazos cruzados sobre el pecho. No voy a permitir que venga ahora a regañarme, con el espectáculo de su novia ya tengo suficiente. Por su culpa, tengo mal cuerpo, solo quiero huir e irme a mi casa.—¿Se puede saber por qué no me hiciste caso? Te dije que no salieras de la habitación —me reclama, mientras pasa una mano por su cabello castaño.—Tenía que ir al baño, además, la culpa es tuya. Si pensabas romper con ella, ¿porqué no la llevaste a otro sitio? Me levanto para poder enfrentarlo, con el corazón latiendo con fuerza.—Te pedí por tu bien que te quedaras en tu habitación. La conozco muy bien. Y no te dejará en paz. Lo que te pedí, lo hice pensando en ti. —Pero, ¿qué tonterías dices? Si ya nos vio en el patio bebiendo champán, ¿qué más da que saliera un momento de mi habitación? De todas formas, no le tengo miedo, así que no te preocupes.—Si me preocupo, es porque le has dado un puñetazo, sabía que esto iba a pasar. Su padre es po
En este momento de mi vida no tengo que pensármelo, este hombre me ha cautivado de tal manera que mi respuesta no puede ser otra que un rotundo sí. —Quiero darte una oportunidad y que tú me la des a mí. Una vez que está todo dicho, nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos, y yo me quedo esperando mi primer beso. Su mirada viaja con delicadeza desde mis labios, pasando por la curva de mi nariz, hasta detenerse finalmente en mis ojos. —Deseo besarte. —Hazlo —susurro, con la voz temblorosa. —No te puedes ni imaginar las ganas que tengo —confiesa—. Pero como te dije antes, quiero hacer bien las cosas. Así que, señorita Crawford. ¿Sería tan amable de concederme el honor de su compañía para cenar mañana por la noche? Me gustaría llevarte a un restaurante, creo que es perfecto para nuestra primera cita oficial. —Estaré encantada de ir a cenar contigo. James me sonríe, se levanta de la cama, se inclina hacia mí y me planta un beso en la frente. El roce de sus labios hace que cier
Mía Cuando hablo de un viaje, me refiero más bien a una breve visita al pueblo vecino, que se encuentra a una hora de distancia de aquí. Stonehills es un pueblo famoso por sus formaciones rocosas, las cuales son una auténtica maravilla digna de ser visitada, no solo por su ubicación, sino también por sus impresionantes acantilados. Después de llamar por teléfono a Judith, me preparo para ir a ver a Natalie, James y yo saldremos antes, Jud está ocupada con papeleos pero me ha prometido que llegará más tarde. Dejamos a Franchesca en la casa de Anne y después partimos hacia Stonehills. El viaje en coche no es muy largo y, con James a mi lado, sé que el viaje será de todo menos aburrido. Lo digo porque ha comenzado a contar chistes. Estoy muerta de la risa y, a la vez, sorprendida, ya que no conocía esa faceta suya. Pero lo que más me sorprende es cuando posa su mano en mi pierna mientras conduce, como si fuéramos una pareja. Desvío la mirada a la carretera por la vergüenza. A lo lejo
—¡Hostia puta! Pero, ¡qué pedazo de hombre!—¡Jud!—Lo siento, Mía, si te avergüenzo, pero es que está muy buenoooooooo —menciona Jud, riendo.Mi amiga no tiene otra cosa que hacer, que lo mira de arriba abajo y después comienza a caminar rodeándolo para verlo mejor.—James, lo siento mucho, ella es así —digo, disculpándola.James, no duda ni un segundo, le responde a mi amiga, con un brillo travieso en su mirada. —Puedes tocar si quieres.Jud me mira con los ojos abiertos, y la muy sinvergüenza comienza a palpar su pecho y abdominales por encima de la camiseta blanca.—¡Dios! Esto está durísimo, Mía, eres muy afortunada. Aprovecha este cuerpo, porque de estos hay muy pocos —suelta mientras me da un codazo.No sé dónde meterme, esta mujer tiene un morro que se lo pisa. Sin embargo, parece que a James le divierte y comienza a reír a carcajadas. Nosotras nos miramos y nos unimos a él.Cuando Jud se ha quedado conforme y ha dejado de acosar a James, decidimos entrar a la casa de Nati. J
Disfrutamos del paseo, cuando el sonido de una llamada interrumpe el momento. James saca su teléfono del bolsillo, frunciendo el ceño al ver el nombre en la pantalla. Con un gesto de disculpa, atiende la llamada.—¿Anne? ¿Todo bien? —pregunta, preocupado. Se queda callado durante varios segundos—. No te preocupes, voy para allá, pero te informo que tardaré una hora.Al escuchar a James, sé que algo ha sucedido. Es cierto que nunca he deseado que le ocurra nada malo a nadie, pero si algo le sucediera a Richard, todos mis problemas se resolverían. Me siento culpable por estos pensamientos, pero lo que él me está haciendo es tan cruel que no veo otra salida.—Lo siento, tengo que irme —explica James—. Mi sobrino ha sufrido una caída y está en urgencias con una lesión en la pierna. Mi abuela está con ellos, pero no creo que pueda soportar mucho tiempo sentada en esas sillas tan incómodas, y mi padre está atrapado en el trabajo, incapaz de ir a recogerla.Le toco el brazo a James en un ges
¡Santo cielos! Me acabo de dar cuenta de que estoy corriendo sin la camiseta, se ha quedado tirada en el suelo, pero no podemos detenernos a recogerla, a menos que queramos morir. El sudor se desliza por mi frente, debido al miedo y la carrera frenética.—¡Ya falta poco! Vamos, Mía.Observo de reojo cómo James presiona el botón del mando del coche. Al llegar, nos lanzamos al interior y cerramos las puertas de golpe. Pero antes de que podamos respirar aliviados, un estruendo retumba a nuestro alrededor. La ventana se hace añicos, cayendo los fragmentos de cristal sobre mí, mientras el toro furioso embiste el coche con toda su fuerza. Dejo de respirar por unos segundos, temiendo que me dé un infarto. El coche se incorpora a la carretera y James acelera a toda velocidad.—Mía, no te muevas, puedes cortarte con los cristales. Pararé más adelante, primero hay que alejarnos de ese toro enfurecido.—Giro mi cabeza para observar al toro bravo que, hace unos segundos, corría hacia nosotros. Au