¡No resultará!

Los días transcurrieron a una velocidad cegadora. Después del incidente, las visitas de Kenia desaparecieron por completo, la única persona que se acercaba a su habitación era Horacio y, de alguna forma inexplicable, se estaba empezando a sentir cómoda en su presencia.

—¿Qué me trajiste esta vez?—le preguntó cuando lo vio cruzar la puerta.

—¿Por qué tanta confianza, niña? ¡Respétame, soy mayor que tú!

—Eso dices hoy. ¿No era que querías que se acabarán las formalidades?

—Sí, pero no así. Solamente un poco de confianza te di. ¡No abuses!—la reprendió.

Arlet se rio. Se estaba dando cuenta de que aquel hombre era como uno de esos abuelitos cascarrabias, era chistoso e incluso, algunas veces, le resultaba tierno.

—Está bien, señor Horacio. ¿Dígame qué me trajo?

—Bien—comenzó mostrando lo que parecía ser una caja de bombones.

—¡Esos me gustan mucho!—chilló Arlet como una niña chiquita, hacía tiempo que nadie la consentía.

—Sí, sí, pero no es todo.

Horacio sacó más dulces y algunos
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo