Amaro se quitó la chaqueta que portaba, la cual ocultaba un chaleco antibalas. Parecía haber estado preparado para esto, pero no era el único. —Sabía que no eras tan estúpido de venirte sin nada—felicitó a Luke, luego de que sus hombres lo despojaran de un chaleco similar. La herida de bala que tenía en su abdomen era superficial, pero de igual forma emanaba sangre y daba la impresión de arder.—No sé qué pensaría tu padre si pudiera verte en este instante, siempre solía hablar muy bien de ti—le dijo a un Luke que acababa de ser atado de pies y manos—. “Mi hijo es un genio”, solía decir. Era un poco pretencioso, ¿sabías?Luke lo escuchaba con atención, pero no decía nada, su expresión estaba completamente en blanco. —¿Qué diría mi amigo Lisandro, si supiera que su querido genio se convirtió en nada más ni nada menos que un asesino?—se mofó. Amaro sabía bien dónde presionar para generar una reacción. Era realmente retorcido. —Ah, cierto—agregó con dramatismo un momento después, co
Arlet miró a uno de los hombres de su padre acercarse por su espalda, inmediatamente se giró y apretó el gatillo sin dudarlo.—¡Que nadie se me acerque!—rugió amenazante. Afortunadamente, el disparo solo sirvió para dar a entender que no estaba jugando. —Vaya, jamás hubiese podido imaginar este desenlace—dijo su padre—. Pero me gusta, no voy a negarlo—una sonrisa maquiavélica adorno sus facciones.—Padre, creo que no estás entendiendo lo que está pasando—su voz era firme y clara—. Pero por si no te has dado cuenta, pienso matarte. —Adelante—la alentó Amaro, abriendo los brazos e invitándola a pegarle un disparo. Las manos de Arlet temblaron sobre el arma, pero aun así su rostro mostró toda su convicción. «Debo hacerlo. Debo hacerlo», se repitió. Sabía que era la única forma de terminar con todo este infierno. Su padre no merecía vivir, no luego de todo el daño que había causado.—Bueno, si no me matas, entonces me temo que tendré que aprovechar mi tiempo en otras cosas. Ya sabe
—No puedo más. No puedo más—jadeó Arlet, cuando sintió que su cuerpo estaba a punto de colapsar. No soportaba correr un segundo más. Luke se detuvo y la soltó, para examinar su rostro con atención. Estaba pálida. Inmediatamente, sus ojos viajaron a la herida en su brazo derecho y con una mueca rompió un trozo de tela de su camisa y la vendó.—Tú también estás herido—señaló Arlet, al ver la concentración con la que intentaba detener el sangrado de su brazo. Esto no pareció ser relevante para él, porque su mente simplemente estaba en otra parte. Las sirenas policiales siguieron escuchándose y, aunque habían corrido lo suficiente como para alejarse, no estaban del todo a salvo. De hecho, acababan de ingresar a una especie de bosque aledaño. —Luke—lo llamó de nuevo, haciendo que sus ojos la mirarán por fin, pero en cuanto lo hizo se apartó de su lado. —Es posible que me relacionen con este evento—dijo en tono calculador—. Mis huellas están regadas en todas partes, sin mencionar que la
Los rayos del sol comenzaban a ser visibles en el horizonte, dando la bienvenida a un nuevo día. Arlet, asomada desde la ventana, observaba con atención la diversidad de colores. Ese día, Nicolás saldría libre de la cárcel. Luego de siete meses en prisión, finalmente se le permitiría pagar la fianza que lo absolvería de todos sus delitos. Con ayuda de sus abogados pudo demostrar que no había estado involucrado en los negocios turbios de su padre. La labor de Nicolás siempre había sido únicamente la de un guardaespaldas. Pero a pesar de que estaba feliz por el desenlace de su amigo, su corazón se entristecía al pensar en Luke. La diferencia entre los dos era abismal, mientras que a Nicolás lo trataban como a un criminal más, con derecho a visitas y a ser defendido. A Luke ni siquiera le permitían verlo, a pesar de que seguía siendo su esposa. Contrario a lo que Luke había querido, ella no quiso invalidar el matrimonio. De hecho, ahora más que nunca necesitaba su apellido. Con u
Un rayo de sol se filtró por la ventana dándole directo a la cara, sus ojos se abrieron con una mueca en ese instante. —Buenos días—murmuró una voz suave a su lado. La mirada azulada viajó por toda la habitación un segundo antes de enderezarse en la cama. —¿Arlet?—preguntó Luke con asombro, sin poder creerse que era la primera vez que dormía a su lado sin ningún tipo de episodio. La sonrisa de su esposa iluminó mucho más que el mismo sol que se colaba por la ventana. —¿Cómo dormiste? —Yo dormí… bien, supongo—las palabras tuvieron un sabor extraño en su boca. “Bien” y “dormir” eran dos palabras que desde hacía muchos años no habían sido pronunciadas juntas. —Finalmente, está dando resultados—la mujer se acercó y acarició su mejilla con dulzura—. Sabía qué funcionaria. Era cuestión de tiempo. —Arlet, eso fue muy arriesgado—no pudo evitar pensar en la posibilidad de que algo malo hubiese pasado. —No, Luke, ya no tienes que temer, las pesadillas se han ido—dijo con triunfo
El sonido de la puerta al abrir la sobresaltó, pero no se giró, no hacía falta hacerlo, bastaba con sentir como sus vellos se erizaban ante la inminente presencia. Era ese hombre, estaba segura. —¿Qué quiere?—lo encaró firme, alzando la barbilla. Evidentemente, esto él no podía notarlo, estaba de espaldas después de todo. Pero sin importar si la veía o no, no pensaba demostrarle temor. Ya no. —¿Qué quiero yo o que quieres tú?La pregunta sonó tan extraña, que no pudo evitar girarse y mirarlo a la cara. —¡¿Querer yo?!—le gritó sin poder evitarlo—. ¡Pues creo que es bastante obvio! ¡Libéreme!—ordenó, como si realmente estuviese en condiciones de hacerlo. Él no contestó, solo la miró con esos azules tan intensos y penetrantes. Era, sin duda, una visión impropia, parecía existir algo más en ese mar de indiferencia que siempre demostraba. —¿Estás segura de eso?—preguntó, su voz sonó extrañamente suave. —Por supuesto, ¿por qué no lo estaría?—La otra noche, cuando me acerque, sentí q
Un año antes…—Solo queda ella—informó una voz masculina a su acompañante.—¿Solo esta niña?Luke miró a la curiosa jovencita, quien se quejaba del dolor que se concentraba en su cuerpo tras ser lanzada al suelo. —Sí—confirmó el moreno—. Al parecer ese desgraciado de Amaro abandonó a su propia hija. —Su hija—murmuró Luke aquella palabra, mirando con renovada atención a la castaña.Arlet se estremeció al ser el foco de aquellos ojos azules tan deseosos de venganza. —¿Qué piensas hacer con ella?Aquella pregunta envió una oleada de temor al cuerpo de la joven, quien pudo detallar en primera plana como aquel sujeto parecía cavilar varias opciones. Lo cierto era que sin importar cuál eligiera ninguna de las alternativas, parecía buena.—Obviamente, no puedes dejarla viva—siguió Rodrigo ante la falta de respuesta—. ¿Pero me refiero a si te apetece divertirte un poco antes?Ante aquella cuestión, el hombre miró a su compañero con profundo odio. Rodrigo alzó las manos y se apresuró a agre
Las manos de la joven temblaban, mientras empuñaba con fuerza aquella arma. Su dedo índice se encontraba posicionado en el gatillo, solo debía apretarlo y ese hombre dejaría de ser una amenaza. Sin embargo, no era tan fácil, Arlet no era una asesina. De hecho, era la primera vez que tenía entre sus manos una pistola. Jamás había tocado una antes. Jamás había tenido que vivir una situación similar en el pasado. —Señorita, no lo haga.La voz de Nicolás se hizo presente, el hombre, quien tenía su rostro todo ensangrentado tras todos los golpes de los que había sido víctima, mostró su deseo de no permitir que sus manos se mancharan con la culpa de llevar sobre las mismas un asesinato.Su fiel guardaespaldas la conocía muy bien, sabía que no era más que una jovencita dulce y mimada, la cual no podría vivir luego con la culpa.Pero Arlet no estaba dispuesta a permitir que aquel sujeto se saliera con la suya, no estaba dispuesta a permitir que los aniquilará.—¡Aléjese de él y arrodíllese!