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Capitulo 2. Toda una rebelde

Era una hermosa chica de ojos azules, tenía ante él a la mujer más hermosa que hubiera podido ver en mucho tiempo.

Dimitri observa a la joven de piel clara, largo cabello negro y ojos azules. Sus labios rojos llamaban mucho su atención, ya que no llevaba labial o eso creía. Estaba en todo su esplendor natural, y eso le agrado.

—Disculpa, ¿te he asustado? No ha sido mi intensión hacerlo.

Ella lo ve con expresión de susto, luego detalla su atuendo y ve que iba perfectamente arreglado con un traje hecho a la medida. Luego detalla su rostro y se fija que era bastante atractivo, pero lo que más llamaba su atención eran sus ojos.

Eran de un color gris bastante extraño.

—¿Quién es usted? —da otro paso hacia atrás, aunque el hombre no se hubiera movido un milímetro.

—Me ha resultado curioso lo que has dicho antes, ¿te parece que estas en una cárcel?

—Sí, es lo que creo —él le dedica una sonrisa tenue.

—¿De verdad? Creo que eres la primera a la que le he escuchado decir una cosa como esa. Presiento que no te agrado que te hayan traído a este colegio.

—Está en lo cierto, ¿Quién es usted? ¿Qué está haciendo en este colegio?

Amy se cruza de brazos, si ese sujeto no le terminaba de contestar iba a salir corriendo. Dudaba mucho que fuese el padre de alguna alumna. Aunque podía serlo, no era un viejo, pero si se le veía que era un sujeto grande.

—¿Qué edad tienes?

< ¡Ay no! Amy corre, este es un pervertido>

La joven hace amago de salir corriendo, cuando ve a la señora Irina entrar en el jardín.

—Señorita Grey, ¿se puede saber que está haciendo? ¡Oh! Señor McBride —la mujer canosa se detiene en seco—. No sabía que se encontraba en el colegio —dice con sorpresa la mujer.

Amy vio como la mujer compone su ropa y parece algo exaltada y ansiosa, eso era extraño. ¿Y quién demonios era ese sujeto que no le quitaba los ojos de encima?

—Señora Irina, veo que hay una estudiante nueva.

—¡Oh, sí!, ella es la señorita Amy Grey —la mujer le sonríe —. Es la nueva alumna, empieza mañana.

 —¿Ah, sí?

—Ella es su tía, la ha traído. Él es el señor Dimitri McBride, es el dueño del internado.

 —¡¿El dueño?!

Amy mira a ese hombre y se sorprende, no era muy joven para ser el dueño. ¿Y qué pasa con esa mirada inquisitiva? desde que la vio no le quitaba los ojos de encima, ¿era una especie de pervertido sexual?

—Amy, por favor —Dice su tía entre dientes—. Es un placer conocerlo, tiene un bonito internado —le sonríe Camil.

—Igualmente, y muchas gracias.

La joven pelinegra miraba con recelo al tal Dimitri, no paraba de preguntarse porque un hombre tan joven era el dueño de un internado de chicas. Ella esperaba un anciano o algo parecido.

—Espero que puedas integrarte bien en el colegio, Amy. Seas bienvenida a McBride—como ella no dice nada, su tía le da un codazo.

 —Gracias —responde a duras penas.

Dimitri le dedica una mirada de soslayo a Amy para luego volver la vista al frente mientras pasa a un lado de ella. En cuanto él paso a su lado ella sintió una especie de escalofrió que invadió todo su cuerpo.

Se queda perpleja y petrificada en ese lugar, Amy retiene el aliento por un segundo y luego recuerda que tiene que respirar. Cuando suelta el aliento observa que los bellos de su cuerpo estaban todos erizados.

Pestañea varias veces para despabilarse, con valor, mira por encima de su hombro y ve como aquel hombre ingresa en el interior del colegio. Ella aplana los labios y se pregunta que fue todo eso.

—Bueno, ya han conocido al dueño tuvieron mucha suerte. Él no suele pasar mucho a esta hora por aquí.

—Me tranquiliza saber que este colegio es seguro.

—Por supuesto, puede dejar a su sobrina tranquila. Ella está en buenas manos se lo aseguro.

—Ya has escuchado Amy.

La pelinegra no responde, todavía sigue algo aturdida por la experiencia que vivió hace un momento con ese tal director. No sabía porque, pero no le daba muy buena espina…

Después de recorrer todo el colegio al fin Camil puede quedarse tranquila de que su sobrina estaba en buenas manos.

—Tía, no me quiero quedar aquí —le dice la joven a la mujer antes de que subiera al coche. La directora se encontraba en la entrada esperándola mientras ellas se despedían.

—¿Qué dices? Pero si es un buen colegio, ¿Qué de malo tiene?

—No me gusta, me da mala vibra. Búscate otro, te prometo que no me escapare.

—¿Estás loca? Sabes la fortuna que se pagó para conseguir una plaza en este internado.

—El dinero no es importante, no me quiero quedar aquí.

Camil observa la actitud de su sobrina y suelta el aliento.

—Escucha, vamos hacer una cosa, probemos al menos por un año para ver cómo te va; luego vemos que hacemos. Pero no me pidas que te lleve de regreso a estados unidos, no cuando tus cosas están en tu nueva habitación y todo está arreglado para que empieces mañana.

—Si me dejas, me escapare.

—Dudo mucho que puedas hacerlo, señorita. Recuerda que has faltado todo un año escolar a ti antiguo colegio, te pido que al menos lo intentes en este lugar.

—Esta escuela tiene algo que no me gusta, por favor no me dejes.

Su tía la mira frunciendo el ceño, luego le echa un vistazo al colegio. No veía nada mal con él, solo que era bastante elegante, algo anticuado, pero elegante por dentro. De todas formas todo era así en Inglaterra.

—Eso es una tontería, no te llevare conmigo. Estaré llamando para ver cómo va tu progreso, por favor no te metas en problemas Amy, te advierto que por cada inconveniente en el que te metas le sumare un año más a tu estadía aquí.

—¿Qué dices?

—El dueño de este lugar y esa directora se ven algo estrictos. Estoy segura que me llamaran si te metes en problemas, y si eso pasa, añadiré más años. ¡Y sabes que lo puedo hacer!

La mención de aquel hombre paralizo de nuevo a Amy, ¿Qué diablos le pasaba con ese tipo? ¿Acaso le tenía miedo?

—Adiós, pórtate bien y mejora ese mal carácter que tienes.

Cuando Amy escucha que la puerta del coche se cierra reacciona, parpadea y ve a su tía metida en el coche despidiéndose.

—No, tía, no te vayas…—le dice tocando el vidrio.

Pero el coche arranca y ella se queda allí conteniendo la respiración, y viendo como su oportunidad de salir de aquel lugar se esfumaba.

—Demonios…

—Señorita Grey ya puede entrar, no es hora de estar afuera.

Ella se da la vuelta y ve a la directora en la puerta con una expresión nada amistosa. Su estadía en aquel lugar iba a ser un infierno con esa directora respirándole en la nuca. De la nada la pelinegra lleva la mirada hacia arriba y ve atreves de un enorme ventanal la figura masculina del director.

Ella abrió un poco más los ojos cuando se fijó que él la estaba mirando fijamente, casi que no parpadeaba. Sus ojos parecían brillar desde donde estaba, y eso le dio escalofríos. Así que sale corriendo a la entrada del colegio.

—Está prohibido correr en los pasillos —oye a la directora, pero la ignora, su corazón se había vuelto loco.

[…]

Dimitri miró a Amy por el ventanal y pillo que no deseaba quedarse en el internado, a pesar de sus suplicas su tía no se la llevo. Quizás la chica le diera problemas a la señora Irina, se notaba que era un poco rebelde.

Eso le saco una leve sonrisa.

—Una rebelde, quien lo diría.

Se da la vuelta y se encamina hasta su oficina. Cuando escucha unos pasos a sus espaldas.

—Señor McBride, que bueno que lo encuentro aquí.

—Me dirijo a mi oficina, ¿Qué se le ofrece?

—Era para informarle que el expediente de la señorita Grey está en su escritorio.

—Muy bien, gracias. Lo checare en un momento, haga que la señorita se sienta cómoda, parece que no está a gusto con el colegio.

—Sí, bueno, su tía me ha dicho que es muy rebelde.

Dimitri se sienta en su silla y toma el expediente de Amy.

—Por esa razón, necesita sentirse bien tratada. No la regañe tanto, en algún momento se acostumbrara a las reglas —contesta empezando a hojear el expediente de la chica.

—Claro, como usted diga.

—Puede irse —mira a la mujer por encima de los papeles, lo que la hace temblar.

Al ella marcharse, Dimitri se concentra en la información de Amy. Mira la foto detenidamente, ve sus facciones delicadas, esa nariz respingada y esos labios rojizos y algo voluptuosos.

Cierra los ojos un momento y respira, luego los abre y sigue leyendo su informe. En definitiva era una joven problemática, y eso viene desde hace un año. Se preguntó porque le gustaba meterse en problemas.

—Así que ya estas a punto de cumplir 18 años —sonríe un poco al leer la parte donde marcaba su fecha de nacida.

Saca la foto del expediente y cierra la carpeta. Reclina su asiento hacia atrás mientras observa la fotografía.

—Qué curioso, mi luna es una rebelde chica de ojos azules. Quién lo diría, me has hecho esperar tanto para terminar siendo una de las jóvenes que estudian en mi propio colegio. Eso sí que será un problema.

Acercarse a ella iba a hacer todo un reto tanto para él como para su lobo, mira que a duras penas logro contenderlo en el jardín; puesto que estaba deseoso por saltar sobre ella.

—Tanto desear que no fueras estudiante, y para nada…

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