Capitulo 4. Primer día

Dimitri era consciente de que tenía un gran problema cuando los ancianos descubrieran que su luna era una humana y encima una niña. Era muy posible que ella no fuese aceptada por ellos.

Aunque él fuese el alfa de todos, incluyendo esos viejos decrépitos; y era más que claro que le traería conflictos con algunos de las manadas. Intuía que los ancianos tomarían carta en el asunto y pondrían en su contra a muchos lobos de la manada y todo por desear a su luna una humana.

El lobo gruñe, así tenía que luchar contra todos lo haría, pero no iba a permitir que lo alejaran de su luna. Llevaba tanto tiempo esperándola, paso por tantas cosas solo, y ahora que ella había aparecido en su vida no pretendía hacerla a un lado por darle placer a un montón de viejos lobos.

—Yo me encargare de esto solo, no quiero que te metas. Podría causarte problemas con tu familia humana, será mejor que te mantengas al margen de esto Laín.

—De acuerdo alfa, será como usted ordene.

El lobo gris le gruñe bajando un poco las orejas.

—Pero no será esta noche, no apetezco verles la cara. Además necesito más tiempo para poder estar con ella.

—Pero no puedes tocarla, las reglas no pueden romperse. Y encima, eres el dueño del internado donde estudia, eso será un problema mayor.

—Lo sé.

Era lo que lo tenía más preocupado, su cercanía con una estudiante de su propio colegio no sería bien visto a ojos de nadie.

< M****a, mi luna es una mujer demasiado prohibida>

—Intentare resolverlo, ya veré como le haré para acercarme a ella sin llamar la atención.

—Los ancianos no pueden enterarse de esto, sabes lo que piensan sobre tu unión con alguien. Ellos prefieren una loba que una humana, y ya has cumplido los 500 años, es tiempo de que engendres cachorros alfas.

Dimitri camina en círculos, muchos lobos pareja ya se habían ido y otros se quedaban para compartir un poco más con sus compañeros. Donde ellos estaban quedaban muy pocos, era un sitio tranquilo en donde se podía estar en la forma de lobo sin ser molestado por nadie.

La ciudad estaba prohibida para ser transitada en forma de lobo, por ende el bosque era el lugar perfecto para ocultarse y relajarse en forma lobuna.

—Ellos tienen sus opiniones sobre eso, pero yo tengo las mías. Y no pienso seguir el mismo patrón que ellos han utilizado por años, no pretendo desposar a una mujer que no es mi luna.

Dimitri gruñe con fuerza deteniendo sus pasos y los demás lobos se agachan. En ese momento era un lobo cabreado, y en su estado muchos le temían. Luego de eso se da la vuelta y se interna más en el bosque.

Su beta lo ve alejarse y se pone en pie. Entiende por lo que estaba pasando su alfa, puesto que llevaba mucho tiempo esperando a su luna y cuando al fin la encuentra es humana. Una niña que posiblemente no fuese aceptada por el consejo y parte de la manada.

Conocía a Dimitri desde muchas lunas atrás cuando eran unos cachorros, cuando su padre era el alfa hasta que paso su legado a su único hijo, él se volvió el alfa de todos y desde entonces se convirtió en su beta.

Pudo vivir a su lado el terrible proceso de pasar celo tras celo sin la compañía de su luna, y ver como los demás lobos encontraban a sus lunas, pero él no. Era un poco injusto, ya que el consejo lo tenía encima de él presionándolo para que desposara a Tania la hija del más viejo de los lobos ancianos.

Como su amigo de años, sabía que Dimitri jamás iba a casarse con esa loba. Ni porque está fuese de sangre pura como él. Era un lobo testarudo.

[…]

Amy se miró una vez más en el diminuto espejo que estaba en su cuarto, sus medias blancas hasta las rodillas y la falda llegando al mismo nivel impedía que se viera algo de piel. Y pensó que no estaba nada mal después de todo.

Suspira y mira la hora.

—Joder, es muy tarde.

Toma la mochila y abre la puerta, cuando lo hace se fija que varias chicas salían de sus dormitorios también. Se siente un poco cohibida cuando algunas la miran de manera extraña; ella sale a prisa por el corredor baja las escaleras a toda marcha ignorando todas las miradas.

Cuando sale por la parte de atrás del colegio siguiendo un enorme corredor que rodea lo que parece ser la cancha, mantiene un poco la cabeza agachada para evitar mirar a las entrometidas.

Entonces, se detiene y revisa su horario de clases, mira la puerta a su izquierda y se fija que ese era su salón. Al intentar abrir la puerta otra mano también hace amago de abrirla, Amy levanta la vista y ve a un chico de ojos café y cabello dorado mirarla.

—¡Hola! ¿Eres la nueva alumna? —el chico la mira extrañado a lo que ella pestañea varias veces.

—Hola  —responde con un susurro —. Sí, soy la chica nueva.

—Ayer me entere que teníamos una nueva compañera en el colegio, me llamo Esteban Depol. Parece que somos de la misma clase.

—Yo soy Amy Grey.

Ambos cruzan sus manos y medio sonríen.

—¿Regañan cuando llegan tarde los alumnos?

—¿Tarde dices? —el joven mira su reloj —. Pero si hemos llegado muy temprano —sonríe.

—¿De qué hablas? Mi reloj marca que es muy tarde.

—¿De dónde vienes?

—De lejos.

Ella no deseaba dar muchas explicaciones de su vida a extraños, por mucho que estos quisieran ser buenos y amables con ella. Lo mejor es que supieran lo justo, total no pretendía quedarse mucho tiempo.

—Debe ser el cambio de horarios, solo debes cronometrarlo a mi reloj y te ira bien mañana.

—¡Oh, muchas gracias!

—No hay de que —él le sonríe con un brillo especial en los ojos —. En ese caso, entremos, seguro somos los primeros en llegar. Siempre es así, y si, si regañan por llegar tarde.

Ella sonríe un poco, y es cuando alguien pasa bruscamente entre el medio de ella y Esteban. Amy se queda bajo el marco de la puerta observando a una morena de cabello rizado y de ojos negros.

La chica la estaba viendo de abajo hacia arriba y con una expresión de muy pocos amigos, lo sabía porque ella también expresaba ese tipo de mirada.

—¿La nueva, no?, parece que ya estás haciendo amistades —en eso repara en la presencia de Esteban —. ¿Haciendo del buen samaritano?

—¿Qué quieres Jena? ¿Molestar? —el joven se cruza de brazos.

—Que va, solo quiero conocer a la nueva compañera de clases —sonríe con burla al ver a Amy.

La pelinegra ve el atuendo de esa joven y se fija que no lleva el uniforme correctamente, su falda estaba mucho más arriba de sus rodillas mostrando gran cantidad de muslos. Y muchos de los botones de su camisa estaban sueltos.

Sin duda alguna esa chica era más rebelde que ella.

—Llevando el uniforme correctamente, ¿a quién quieres impresionar? ¿A la vieja directora? Pues te cuento que hagas lo que hagas nunca lo lograras.

—No me interesa impresionar a nadie —Amy pasa a un lado de ella ignorándola por completo.

No tenía ánimos de estar discutiendo con chicas locas. Pero esta no estaba dispuesta a abandonar la pelea, puesto que la morena se da la vuelta y golpea su escritorio, se inclina y la mira fijamente.

En sus labios llevaba apuesto un brillo bastante notorio y tenía unos dientes muy blancos y  perfectos.

—No me interesa quién demonios seas, a mí no me das la espalda y me dejas hablando sola.

—Entonces, limítate a hablarme. No me interesa hablar con nadie, en especial tú.

—Como te atreves m*****a estúpida.

Hace amago de querer jalar su cabello cuando de la nada una castaña de cabello muy corto entra en el salón corriendo.

—Jena, allí viene la profesora —la morena se detiene y mira a Amy quien no le quitaba los ojos de encima.

—Ya verás luego.

—Señorita Risis, ¿Por qué no está sentada?

La profesora la reprende a sus espaldas y ella solo sonríe.

—Saludaba a la nueva.

—Ya lo puedo imaginar, por favor tome asiento. Y quítese ese labial que lleva en los labios.

—Es un protector, lo uso para…

—Quíteselo ahora mismo o se sale de mi clase.

La morena mira con odio a la profesora, pero obedece. Luego ve a la nueva notando que llevaba una sonrisa de idiota en los labios.

—Ella también usa labial, ¿no la regaña porque es nueva? —la profesora observa a la pelinegra y frunce la mirada al ver sus labios.

—¿Estas usando labial? —pregunta dudando.

Amy ve a la mujer ante ella.

—No, mis labios son así.

La profesora parpadea varias veces y luego asiente. Mientras que Jena muerde la carne interna de su boca de mera envidia.

—Muy bien, aclarados los malos entendidos comencemos la clase.

Amy saca sus cosas y mira de soslayo a la morena detrás de ella, se le notaba irritada y sin labial. Era una tonta, pensó la pelinegra. Luego siente que alguien la estaba observando y gira hacia el otro lado y ve a aquel chico mirándola con una sonrisa de idiota.

Ella regresa la vista al frente, su primer día comenzaba a ser un asco tal y como pensaba que seria. Al parecer no haría amigas, pero por lo que notaba si un admirador. Pero ella no estaba interesada para nada en chicos, no le importaba estar sola.

Mientras que Amy prestaba atención a la clase, Lina la mejor amiga de Jena le hace señas para que viera algo. Y es cuando la morena pilla a Esteban observando de vez en cuando a la nueva.

Jena pone ojos de águila, ese idiota le estaba poniendo el ojo a la estúpida nueva. Y quizás esa idiota no se quedara atrás, pero nadie se metía con lo que era suyo.

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